-CAPÍTULO 1-

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Me miro en el tambaleante trocito de cristal que hace de espejo en el baño del avión. Mi cara no luce bien. Bolsas negras cuelgan de mis ojos, la mirada cansada y enrojecida por el llanto y una mancha roja correspondiente al puñetazo de "despedida" que me dio él, empieza a asomar por entre el maquillaje.

No puedo más. Mi vida es una auténtica mierda. Mi mente me teletranspota a los sucesos ocurridos esa misma mañana en el instituto.

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Estoy sentada en el banco de la esquina del patio leyendo mi libro favorito "Cazadores de sombras" cuando se acercan. El grupito popular del colegio formado por tres chicas y el novio de una de ellas.

- Anda pero si la mosquita muerta por fin se va. - Dijo Stacy soltando una risita.

Stacy es como la "reina" del instituto. Su padre es el director y todos la siguen a todos lados. De pequeñas éramos buenas amigas, lo éramos hasta hace poco. Un día empezamos a alejarnos, se inventó que yo la trataba mal y se llevó a mi novio con ella. No hace más de dos años de eso. Desde entonces Alex está con ella y nadie que se precie quiere estar conmigo. Por eso empecé a cortarme.

- Y bien, ¿a qué hora te vas? - Volvió a hablar. Yo solo concentré la mirada en mi libro. - ¡Contéstame amargada! - Gritó.

Yo seguía concentrada en el libro, no quería tener nada que ver con esa gente. Entonces un fuerte dolor en mi mejilla derecha me hizo caer de lado y tirar el libro. Alex me había pegado.

- Mi novia ha dicho que le contestes, ¿es que estás sorda?

Tenía unas ganas tremendas de llorar, pero no podía, al menos delante de ellos. Me levanté como pude, cogí mi lobro y eché a correr hacia los baños. Una vez allí me encerré y lloré como si no hubiera mañana. Esto ya era demasiado. Me maldije por no llevar una de mis preciadas cuchillas encima.

El resto del día pasó lento. No paraban de insultarme y de pegarme. Decían que tenían que darme la despedida que merecía, digna de un perro.

Diana: Dejad empaz a ____. No os ha hecho nada.- dijo metiéndose en medio. Al final el golpe se lo llevó ella.

Diana era mi única amiga. Llegó nueva hace un año y desde entonces somos inseparables. Le dije que si quería llevar una vida tranquila, se alejara de mi, pero a ella no le importó y siempre compartimos los llantos, las palizas y los insultos. Ahora que me voy todo será para ella...

Fuimos a casa juntas después del colegio. Mi último día quería aprovecharlo con la persona que realmente había querido. Comimos en mi casa y llegó la hora de irse.

Papá: ___, cariño, baja. Nos tenemos ir hacia el aeropuerto.

Mi cuarto estaba totalmente vacío. Las dos nos quedamos un momento sentadas en el suelo contemplando todo. Me ayudó a bajar las tres maletas en las que llevaba ropa, zapatos y objetos personales.

Diana: Parece que esto es un adiós.- dijo agachando la cabeza.

___: Sí, pero regresaré a España para visitarte, eso ni lo dudes.- fingí una sonrisa.

Diana: Para que siempre estemos juntas, ten.- me tendió la mano y al abrirla vi su colgante.

___: Pero si es el colgante de tu madre, lo único que te queda de ella. No puedo aceptarlo.

Diana: Claro que puedes, debes quedártelo.- dijo y me lo puso.

___: En ese caso, toma tú esto también.- me quité la alianza de mi abuela y se la puse.

Diana: ¿Siempre?- dijo llorando.

___: Siempre.

Nos dimos un fuerte abrazo. No la volvería a ver hasta dentro de demasiado tiempo. Mi madre me avisó de que debía subir al coche. Subí despiéndome de Diana. No paraba de llorar. La única amiga que he tenido y debo dejarla. Presioné el collar contra mi pecho. Era un puño brasileño, un pequeño talismán en forma de puño negro.

Su madre era brasileña. Siempre se portó muy bien conmigo. Falleció hace tan solo dos meses.

Llegamos a aeropuerto y, después de pasar por los controles, subimos al avión. Adiós mi querida España, hola Virginia.

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Lloré por un largo rato dentro de aquel pequeño cubículo, recordando todos los acontecimientos del día. No aguantaba más. Necesitaba hacerlo. Necesitaba sentir el metal en mi piel. Por suerte conseguí colar una cuchilla por entre los controles de seguridad.

Metí la mano en el bolsillo y la saqué. Levanté la manga de mi jersey y contemplé los recuerdos de antiguos cortes. 1,2 y 3... Clavé la cuchilla en mi piel. Un corte por el de esta mañana, otro por cada insulto del día, otro por el golpe que se llevó Diana, otro por Diana... Así una y otra vez. Mi mano chorreaba sangre y la dejaba caer sobre el lavabo. Enjuagué los cortes, los sequé con papel y bajé la manga del jersey.

Salí con la cabeza gacha del baño y me dirijí a mi asiento. Bajé más la manga. No es que mis padres no supieran que me cortaba, pero mejor que no supieran que acababa de hacerlo. Me senté en el sillón y caí en un profundo sueño... o pesadilla.

Desperté notando un meneo en mi brazo. Era mi hermanito pequeño, Dani, de tan solo cinco añitos. Cinco años, que edad más bonita, lástima que yo la dejé atrás hace diez años. Sí, tengo quince, y vaya quince.

Lo único que hago es estar encerrada, cortarme, aguantar insultos y palizas y de vez en cuando vomito. No quiero que mi hermano pase por lo mismo.

Dani: Dezpieta ___, ya hemos llegado.

___: Hola pequeñín.

Dani: Yo no soy pequeñín, ya tengo cinco años.- dijo enseñándome los cinco dedos.

___: Es verdad, ya eres todo un hombre.- dije riendo y alborotándole el pelo.

Bajamos del avión, recogimos las maletas y nos dirigimos a la entrada, donde esperaba un taxi. Mi padre le dio indicaciones de como llegar a nuestra nueva casa.

Así que esto era Virginia.

Survive. (Matt Espinosa y Tú)(Parada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora