Epílogo

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Una noche, en el salón de eventos del hotel mas prestigioso de Londres, un ovacionado Draco Malfoy daba una charla acerca de su nuevo libro, dónde describía las nuevas pociones que había creado y cómo utilizarlas.

Después de Hogwarts había dedicado su vida a la investigación de hierbas y plantas de todo el mundo. A lo largo se esos años inventó muchas pociones para curar enfermedades y varios males, su investigación había ayudado mucho al campo de la medimagia. Por lo que Draco Malfoy era respetado e incluso admirado en el mundo mágico.
Su misión había sido reivindicar su apellido, después de diez largos años, de trabajo duro, de innumerables estudios y de compartir su conocimiento, lo había conseguido.

Aquella noche estaba en Londres, hacía varios años que no lo visitaba. Había ido algunas veces antes, pero nunca se quedaba lo suficiente como para reunirse con alguien. Lejanamente enviaba cartas a sus amigos y sólo un par de veces se había reunido con ellos en Francia en todo ese tiempo. Sin embargo estaba ahí, esta vez se quedaría unos días, dependiendo de cómo le fuera, tal vez un poco más. No pensó que la primera noche de su convocatoria se encontraría en primera fila, a quién durante unos años fué su enemigo, durante algunos meses su amante y durante los últimos diez años su único amor. He vuelto.

Cuándo terminara la charla, habría una pequeña recepción para los asistentes más distinguidos, entre ellos, el jefe de Aurores, Harry James Potter.

El transcurso de la velada fue tranquilo, Draco conversaba con todo el mundo, recibía las felicitaciones de todos los invitados por su libro. Al otro extremo del salón se encontraba el jefe de Aurores, quién no le quitaba la vista de encima, seguía sus movimientos, lo observaba sonreír sinceramente, darle la mano a quién lo saludara.

Draco Malfoy estaba más alto, seguía teniendo su porte elegante, su cabello plateado le llegaba por debajo de los hombros, sonreía con gracia y hablaba elocuentemente. Era el centro de atención y eso a Harry le alegraba, veía que Draco había logrado su objetivo, ser respetado por méritos propios. 

Eran plenamente consciente el uno del otro, la primera vez que hicieron contacto visual, todo ese amor guardado durante tantos años resurgió cómo el ave fénix, pero esta vez, no habían barreras entre ellos, no habían advertencias, ni reglas, solo la esperanza de un amor aún correspondido.

Al paso de unas horas, la gente se fué despidiendo, Harry no estaba dispuesto a irse sin conversar con él, después de todo habían sido diez años de espera para su regreso.

Cuando se supieron solos, Draco se acercó a Harry, se paró frente a él y lo miró a los ojos. Todas las emociones contenidas durante esos años se hacían presentes, quería tirarse en sus brazos y decirle todo aquello que calló cuándo eran tan jóvenes.

—Hola Potter — saludó en tono bajo con una leve sonrisa.

— Hola Malfoy — respondió con su voz contenida.

El mundo se detuvo.

— Se ve bien señor jefe de Aurores — sonreía.

— No mejor que usted, señor Pocionero famoso — le devolvió la sonrisa.

Seguían ahí, las mismas emociones, la misma pasión, el mismo amor.

— No pensé que estarías aquí — dijo de pronto Draco, desviando un poco la mirada — Creí que sería yo el que te buscara. 

- Cuándo supe que vendrías, tuve que verte, han pasado los años suficientes. No te busqué como pediste, te esperé aquí, y aún sigo aquí, esperando - Harry acortaba aún más la distancia.

Sin EnamorarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora