Epílogo

2K 277 185
                                    

Caminaba lento por la calle donde quedaba aquella cafetería.

Mis manos estaban sudando por los nervios que invadian mi cuerpo.

Eran aproximadamente las cinco de la tarde.

El sol alumbraba levemente el lugar. Era cálido

Solté un suspiro cuando llegué frente a la puerta.

¿Y si no le gusta mi apariencia? —pensé.

¿Si él me imaginaba diferente? Más alto, rubio, con músculos.

No quería decepcionar las espectativas que habia formado de mí.

Yo aveces trataba de imaginar a Joel. Pero era casi imposible.

No podría ponerle un rostro a su voz porque realmente no me importaba su aspecto.

Me enamoré de su alma. Lo puedo asegurar.

Esperaba que él tampoco le hubiera puesto un rostro a mi voz. Sería más fácil.

Crucé la puerta con algo de ansiedad y llamé a su número. Observé mesa por mesa si sonaba el celular de alguien.

Porque esa sería nuestra señal.

Pero no hubo respuesta, el celular de Joel estaba apagado.

No había muchas personas y mucho menos Joel.

Me senté cerca de una ventana dándole la espalda a la entrada porque aún sentía nervios.

Sin embargo puse mi celular sobre la mesa para que se notara si sonaba.

Espere muchos minutos. Bastantes.

Iba por mi tercer café.

Y la ansiedad aumentó.

Algo dentro de mí me aseguro que Joel se había arrepentido del encuentro. Que me había mentido al decir no le llamara porque quería verme.

Solo quería librarse de mí.

Unas cuantas lágrimas resbalaron por mis mejillas. Las limpie antes de que alguien lo notara.

Y esperé un momento más, de todos modos no tenía nada que hacer en casa.

Suspiré rendido.

Mi vida siempre había sido triste, ¿qué se supone que debía esperar de ahora en adelante?

Y cuando estaba apunto de levantarme, mi celular sonó. Dejando ver claramente quien me llamaba.

Empecé a temblar por lo nervios, otra vez.

Entonces escuché su voz, en vivo y en directo.

—Erick... —pronunció mi nombre.

Giré un poco para verlo.

Aquella tarde, casi noche, fue mágica.

Joel se disculpó por el retraso. La llanta de su auto se había pinchado y tuvo que caminar kilómetros para conseguir ayuda.

Luego me contó un poco de su vida y yo hice lo mismo.

Fue sorprendente.

Él había entrado al programa de "Línea de ayuda para suicidas" justo después de su tercer intento de suicidio.

Porque sí, Joel Pimentel también había sufrido mucho.

Pero lo superó al igual que yo y se dedicó a ayudar a otras personas.

Su voz sonaba aún más linda de lo que se escuchaba a través de mi celular.

Me hipnotice un instante viendo sus rizos.

Y la perfecta estructura de su nariz.

Además de esas onduladas pestañas.

Y sus labios. Dios...

Hasta que su voz me sacó de mi trance.

Él pidió la cuenta y la pagó de forma caballerosa.

Me extendió su mano y caminamos así hasta un parque cercano.

Hablamos mucho, mucho, mucho, mucho.

Las estrellas ya llenaban el cielo y su tierno rostro era alumbrado por la luz de la luna.

Joel era mucho más hermoso de lo que hubiera podido imaginar. Agradecí mentalmente no haber tratado de imaginarlo de otra forma pero, agradecí mucho más el hecho de que yo le agradaba.

Él lo dejó en claro.

—Tus ojos son hermosos —pronunciaba tras cada tema que terminabamos.

Joel conserva hasta ahora su obsesión por ver mis ojos.

Incluso en el altar se me quedó mirando en vez de responder el "Sí", un largo rato.

Porque sí, después de ese día mi vida cambió.

También me uní al programa de "Línea de ayuda para suicidas", porque quiero ayudar.

Y aunque le prohibí a Joel que le diera su número privado a un desconocido, agradezco que lo haya hecho conmigo.

No sé que sería de mí si no hubiera salido a ver la ciudad una última vez aquella tarde lluviosa, si no hubiera aceptado aquel volante, si no hubiera llamado y si Joel no hubiera contestado.

Lo que si sé es lo que soy ahora porque lo hice.

Aveces me despierto a media noche y me recuerdo a mi mismo en la calle o en mi pequeño cuarto, solo y triste.

Siempre solo y triste.

Después volteo y veo el rostro de mi esposo. Me apego a él y lo abrazo fuerte, muy fuerte.

Joel se aferró a sus sueños para seguir viviendo y yo me aferre a él.

He conocido personas que se aferran a Dios, a su mascota, a un familiar, a una promesa o simplemente a si mismos.

Porque en eso consiste vivir.

El dolor es inevitable pero el sentido de la vida tienes que hallarlo tú. Porque sí no existiera un sentido tú no exitirías.

Es por eso que existe el dolor, porque existe la felicidad.

Y el odio porque existe el amor.

Y yo, Erick, porque existe Joel.

Y tú... porque existe alguna cosa allá afuera que vale la pena.

Cada mañana cuando despierto, cuando desayunamos juntos y me regaña por tardarme demasiado. Cuando Joel pasa por mí al trabajo, cuando volvemos a casa y pedimos pizza. Después, cuando nos sentamos a ver la tele y conversamos hasta el anochecer. Y cuando discutimos por el desorden de la cocina. Cuando estamos recostados en nuestra cama después de coger, cuando me abraza fuerte acomodandonos para dormir.

Cada uno de esos instantes lo valoro mucho.

Porque una persona se siente completa después de haber caído hondo y haberse levantado.

Tú tal vez estás en ese proceso de caer, por eso duele.

Pero escúchame, te aseguro que ahora soy feliz.

Y deseo que cada persona que llame a este número encuentre la misma felicidad. Por eso te cuento esto.

Ahora puedes colgar, ya estás listo para seguir.

Soy Erick y me alegra haberte ayudado.

...

Su Voz ╰Joerick╮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora