Prologo

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[...]

Fastidiado.

Esa era la palabra correcta para decribir exactamente como se sentía. Estaba cansado de que todo mundo se metiera con él y todo por la misma cosa.

—Matrimonio…— susurro con burla, todos sus problemas derivaba de esa jodida palabra.

Es que acaso no entendían que no quería compromisos, no estaba preparado para toda esa mierda. No quería velar por la seguridad de alguien más que no fuera la suya. No quería tener que estarle dando cuentas a nadie de a dónde iba suficiente tenía con el dobe de su amigo como para a eso agregarle la histeria de una mujer.

Un suspiro salió de sus labios cuando al cabo de un rato el sonido vibrante de su móvil lo distrajo, no tuvo siquiera que dedicarle una mirada para saber de quién era.

—Que quieres Dobe.— susurro recostando su espalda en el frío y limpio pasto bajo él.

La chillona voz de su rubio amigo no se hizo esperar a sí también como su suspiro cansado.

—Te dije que me tomaría la tarde libre, además hoy hay lluvia de estrellas.— le recordó a su torpe amigo mientras fijaba su vista en él ya oscuro cielo estrellado.—Si Dobe, mañana estaré ahí sin falta, sé que cerrar ese contrato es importante para la empresa.— y con eso y una amenaza más de parte del rubio al otro lado de la línea la llamada termino.

Si había una cosa capaz de calmarlo en el mundo era esa contemplar las estrellas, en un lugar donde la contaminación de la ciudad anudado a sus molestos ruidos no llegarán, un lugar que nadie ademas de el conocían, un lugar tranquilo y que sin duda le ofrecía la paz que tanto había anhelado desde ya hace casi un mes.

Una sonrisa de esas que solo muy pocas personas conocían se deslizó por su rostro cuando la primera de muchas estrellas fugaces ilumino el cielo, creando con ellas una hermosa obra de arte.

—¡Qué demonios…!.— susurro sentándose de golpe cuando lo que parecía ser una "Estrella" cambio de rumbo cayendo como una bola de fuego justamente en su dirección.

¡Peligro!

Fue el grito de su conciencia cuando fue consiente de que si se quedaba donde estaba iba a recibir el impacto de lleno.

Casi arrastrándose corrió lo suficiente para alejarse de donde estaba pero al estrellarse aquella mediana roca contra el suelo el impacto fue tanto que lo mando a volar varios metros haciendolo perder la conciencia cuando cayó fuertemente contra el suelo.

Al cabo de lo que sintió como unos diez minutos recuperó la conciencia sentándose con una mueca de dolor en el suelo. Una mirada a su alrededor le bastó para saber que lo que sea que había sucedido no fue obra de su imaginación.

Habia un cráter de un diámetro de aproximadamente unos 100 metros cuadrados, de donde una fuerte capa de humo salía. Movido por lo que supuso fue la estupidez humana se acercó aquel peligroso lugar viendo con asombro el gigante hoyo que había causado una roca de mediano tamaño.

Después de unos minutos en los que su curiosidad estuvo saseada dio media vuelta pero antes de siquiera dar un paso la floja tierra bajo el cedió arrastrándolo hacia abajo y obligándolo a soltar un pequeño grito debido a lo repentino que fue.

—¡Maldición!..— susurro soltando un quejido cuando un dolor en su tobillo le confirmo una cosa…. Se lo había torcido.

Una sarta de maldiciones listas y preparadas para abandonar su boca debido a su mala suerte se detuvieron y lo congelaron en su lugar cuando aquella mediana roca se partió a la mitad casi aplastandolo.

Hubiera proferido otra maldicion de no ser por qué toda su sangre se congelo al ver lo que dentro de aquella roca había.

¡Una …. Chica!.— susurro con voz temblorosa sintiendo como cada uno de los vellos de su piel se erizaban en señal de peligro cuando aquella chica dormida abrió sus ojos posandolos de inmediato en los suyos y dejándolo en shock al ser conciente de una cosa.

Ella era simplemente hermosa.

Sus ojos de un extraño color perla lo miraron confundida, su piel tan blanca y pálida como la nieve no llevaba nada encima dejándolo admirar una parte de su anatomía idéntica pero ridículamente mejor a cualquiera que sus ojos lividinosos hayan contemplado ya que la parte superior estaba tapada por un largo manto oscuro que definió como su cabello.

La escucho soltar un quejido cuando intento levantarse haciéndole saber que se encontraba o golpeada o herida.

—Te…te encuentras bien.— pregunto carraspeando cuando su voz sonó temblorosa.

Ella no contesto y solo movió su cabeza hacia un lado en un gesto confundido.

De igual manera no tuvo siquiera tiempo a replantear la pregunta cuando la chica de ojos perla se encontraba ya justo enfrente de él con la misma mirada confundida.

—¡Que..!— fue lo único capaz de decir antes de que sus labios fueran abrisionados en lo que descubrió era un beso… bastante inexperto por cierto.

Al cabo de lo que fueron unos dos minutos.—En los que no pudo, ni quiso separarse.— la chica desnuda se separó de él.

—¿Humano?.— susurro con una voz tan suave como el terciopelo y antes de poder siquiera decir algo su vista se puso borrosa y lo último que su mente fue capaz de captar fue el rostro sorprendido de aquella hermosa….¿Chica?.

Tú que viniste de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora