Prólogo

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-Por-por favor... Déjame salir...-sollozó de nuevo, mientras intentaba alejarse todo lo posible de mi, atrapándose ella sola en una de las esquina de la habitación.

-Porque...? Me quieres dejar solo?-hice un puchero- Pensé que te gustaba estar conmigo.-comencé acercarme a ella a pasó lento. - O eso es lo que me dijiste la última vez... -agarré un cutter que deje minutos antes encima de una mesa.- ¿Acaso me estabas mintiendo?

-No, no..!-negó rápidamente, intentando retroceder más aunque no pudiera.- Po-por favor, no me hagas daño...-pidió, cuando sus lágrimas comenzaban a surcar sus mejillas.

No pude evitar dibujar una sonrisa por lo que dijo.  Era inferior a mi, aunque siempre fuese por la vida por encima de los demás. Era dedil y insegura, como todo niño indefenso cuando se pierde por la calle. Creía que podía manejar a todo aquel que quisiera por tener mas riquezas que otros, que mala suerte tubo con encapricharse conmigo.

Me paré cuando estuve a unos centímetros de ella, tensando su cuerpo al notar mi aliento sobre su piel. Abrí el cutter, y pasé la hoja rozando su cara, atrapando una de sus lágrimas. Llevándola a mi boca para degustarla, mientra sonreía al ver como ella temblaba enfrente mio.

-Tienes miedo de mi?-cuestione, mientras jugaba a pasar el cutter por su cuello.

Ella no consiguió formular ninguna palabra, pues su miedo comenzó augmentar viendo como su cuerpo temblaba desmesuradamente, solo pudiendo asentir con dificulta.

-Vaya... -agarré su mentó, así obligando la que me miré.- realmente crees que temiéndome haces mejor?

Aun así, seguía sin contestarme. 

-Ya veo.-borré mi sonrisa- No quieres hablar, tranquila are que no lo vuelvas hacer.-al ver el doble significado en mis palabras, abrió los ojos par en par.

La agarré del cabello, y la estiré hacía la mesa donde anteriormente estaba el cutter. Ella al intentar resistir, lo único que logró fue que la agarrase más fuerte del pelo, tirándola al suelo.  La arrastre, hasta la mesa, levantándola y atarla a ella. La golpeé una que otra vez para que dejara de moverse y resistirse. Abriéndole la boca, poniendo unos hierros dentro para que no pudiera cerrarla. 

Una vez que se quedo como aturdida, me puse unos guantes, agarrando con una de mis manos su lengua y la otra el cutter que anteriormente llevaba conmigo. Lo acerqué a su rostro así  ella pudiendo divisarlo, comenzó de nuevo a forcejear, mientras pedía constantemente: piedad.

<Vaya manera de malgastar tus ultimas palabras.>> Sonreí.

El sonido cortante de la carne entremezclado con los gritos de la chica, era una maravilla. El color carmesí recorrer entre mis manos, era una sensación mágica, pues sentía que al fin el universo se acercaba un poco más a la estabilidad. Seguí cortando la pequeña pero gruesa lengua, viendo como cada una de las pequeñas venas, desprendía más sangre haciendo un río por todos los lugares. Ella aun seguía moviéndose o al menos intentarlo, creo que es lo único  bueno que tiene esta desgraciada, no se rendía. Aunque eso fue lo que la llevó derechita a mis manos.

-Aguanta un poco más... solo falta el final...-murmuré, intentando tranquilizarla. Aunque verla, como poco a poco sus ojos se hacían blancos, tensando su cuerpo por unos segundo ya me estaba advirtiendo de algo.- Espero no tener que enterrarte pronto, no me divertí lo suficiente contigo...-le susurré al oído, cuando cayó rendida a la mesa.

Mi Secuestrador ||YOONMIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora