Capitulo 1

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-Tome...-dijo, una señora mientras intentaba ocultar sus lágrimas, dándome un gran fajó de billetes.- Gracias, por enterrar a mi hija...

Negué levemente, mostrando una débil sonrisas intentando aparentar compasión.

-Es mi trabajó señora. -incline un poco mi cabeza- Le acompañó en el sentimiento.

-Gracias, hijo...-contuvo su llanto tapando su boca con un pañuelo. Dándose media vuelta y dirigirse con el restó de su familia.

Me guardé el dinero en mi bolsillo trasero, comenzando a retroceder mientras relamía mis labios sonriendo, al ver como la familia seguía llorando delante de la tumba de la chica sin lengua. Mordí mi labio inferior, así reprimiendo mi risa. Verlos tan destrozados por una persona que merecía morir desde que nació, me parece tan absurdo. Aunque ellos no es que vayan por un camino muy distinto.

Salí del cementerio, dirigiéndome a mi camioneta que estaba aparcada al frente. La rodeé y me quité los guantes que utilizaba para sepultar, arrojándolas a los asientos traseros, junto todo el instrumental para enterrar. Me quite la camiseta que llevaba puesta y al igual que los guantes la arrojé a los asientos traseros. Abrí la puerta del copiloto, y agarré la camiseta que llevaba antes de comenzar con mi jornada de enterrador. 

Pasé a la puerta del conductor, introduciendo la llaves en la cerradura del coche pudiendo encenderlo. Mientras el motor comenzaba a calentarse, busque en la guantera un tapabocas oscuro, encontrándolo finalmente y colocándomelo ocultando la mitad de mi rostro. Una vez asegurar que no había ningún coche pasando, proseguí a mover el vehículo pero una llamada inesperada comenzó a sonar.

-Si?-pregunte seco, bajando el tapabocas.

Al escuchar la voz de la persona que se ocultaba en la otra línea no pude evitar sonreír, pues esta vez no se traba de una victima, sino de.. una amiga.  De momento no la clasifiqué como odiosa ya que aun era "bastante joven" como para cometer algún error como las personas en las que les arrebataba la vida. Aún escuchando como la chica me hablaba por teléfono, no pude eludir ver a las personas que salían del cementerio. 

Era la misma familia. Algunos salían abrazados, llorando y otros con la mirada perdida. 

<<Que ridículos son...>> pensé.

-Por supuesto..-contesté a la otra persona, sin despegar la vista de los familiares- Iré a recogerte.

Colgué la llamada y lo dije en el asiento del copiloto. Me coloque de nuevo el tapabocas y presioné el acelerador, yéndome de ese lugar. No es que tuviera que buscar una nueva victima, ya que la gran mayoría vienen a mi sin darse cuenta. Solo por ser de clase media, muchas veces se dirigen a mi como si fuera un perro en cual siempre esta dispuesto acatar sus ordenes, y más de una vez lo hice, seguí sus ordenes pero solo para que no volvieran abrir sus estúpidas bocas. Y aunque eso es unas de las grandes cosas que me molesta, me irrita más tener que estar tan cerca de ellos por culpa de mi segundo trabajo y convertirme en uno de clase alta. Por suerte, al ser dueño de una empresa nadie me investiga como para saber de mi "hobbie" de enterrador, pero tampoco puedo bajar la guardia.

Y al ser el propietario de una gran empresa de videojuegos no es que sea fácil y más teniendo que compaginarlo con los muertos, pues al decir la verdad cuando las personas me preguntaban de que trabajaba, les decía la verdad de mi segundo trabajo ocultando el primero, ya que ser enterrador no es que este demasiado bien visto en la sociedad. Puedo asegurar que ese trabajo es uno de los más tranquilos y en los que la gran mayoría ni se atreverá en preguntar excepto los curioso, así convirtiéndose en uno de los más silencioso y único.

Me paré enfrente de un semáforo dejando pasó a las personas que esperaban en la acera. Algunos de ellos, ni si quiera miraron el semáforo, cruzando como si el peligró no estuviera en cada esquina solo por no querer apartar su ojos del maldito móvil.

<<Que lastima que no estuviera en verde>> sonreí de lado.

Al fin nos dieron luz verde para seguir circulando, aligerando el paso al ver como poco a poco la hora llegaba a su fin, teniendo que estar presenté en el lugar donde le aseguré amiga que estaría. Al menos no había trafico y era más sencillo ir esquivando coches y llegar a la hora acordada. Cambié de carril adentrándome en un nuevo pueblo, pues aunque se considera ciudad algunas de las casas eran antiguas y no correspondía con el nuevo apodo de "ciudad". Giré en una esquina, buscando aparcamiento cerca del lugar donde debía estar esperando a mi compañera, encontrándome un estacionamiento bastante cerca de la localización acordada. Con cuidado comencé hacer maniobras para entrar en aquel hueco sin que nada golpease a la camioneta. Una vez conseguido, apagué el motor, agarre el móvil y las llaves, abrí la puerta y me baje del vehículo.

Camine por unos minutos, posesionando me en el frente del edificó donde mi amiga estaba en su interior acabando sus últimos minutos de jornada. Me apoyé en la pared, sin apartar la vista de la puerta que tenía al frente, viendo como diferentes personas salían de ella buscando alguna cara conocida entre ellas. Donde después de unos segundos al fin apareció la persona que esperaba. Miré los lados de la carretera y crucé al frente donde ella me esperaba con una compañera.

-Hola.-dije lo mas amable posible. Recibiendo una sonrisa de mi amiga pero a lo contrario de la otra chica solo se quedó sin habla mirándome.- ¿Acaso tengo monos en la cara?-le pregunté a esa extraña chica, inclinándome un poco para estar más cerca.

-No, por supuesto que no!!-aclaró al momento.

Me incorporé de nuevo y vi como esa chica le susurraba algunas palabras a mi amiga, quedándome extrañado por ese comportamiento. Cuando al final acabo de decirle secretos a mi compañera, se alejó y regresó de nuevo al interior del edificio.

-Esa compañera tuya...

-Es extraña-finalizó ella por mi.- Lo sé. ¿Te importa si la esperamos?

-Mmh.. Si no tarda demasiado no me importa.

-Entonces, creo que deberíamos ir yéndonos...-comentó con una leve risa, mientras se removía colocándose mejor la mochila.- Si se entretiene más de lo debido se queda ella aquí, aunque...-se quedo callada pensando.- Vale, mejor será que vaya en su busca.-dijo segura, caminando hacía la puerta del establecimiento.

-Porque?-le pregunte mientras la seguía.

-Créeme es mejor no dejarla sola y menos con cierta persona...-entro dentro del edificio.

-Porque tanto secretismo?-la agarré del brazo para que dejara de caminar.

-No.. Te lo puedo decir a no ser que ella me de permiso. Así que ahora mejor suéltame-me pidió.

-Ocurre algo?-escuche una segunda voz detrás mio.

Miré hacía atrás, encontrándome con chico asiático, con gafas de harry potter y con el pelo de tarta de fresa, iba arreglado tanto que incluso era un incordio. Deshice el agarré de mi compañera, y me quedé mirándole fijamente a los ojos.

-Emm..! Jimin. -dijo mi amiga colocándose en medio de los dos, llamado la atención del chico- No habrá visto a Erica ¿verdad?.

-Si... Entro en la clase buscando alguna cosa, y me pidió las llaves.-le explicó regresando sus ojos hacia los míos.- Y él..?

-Él..?-repitió, siguiendo sus ojos.- Ah! Él es un amigo que conocí en el negoció de mi familia.

Aunque le explicase aquello él seguía sin apartar los ojos de mi. Se veía desde lejos que no le daba buena espina, bueno creo que es la única persona que le da esa sensación.

-Bueno... Los horarios de clases terminaron, debes regresar a casa...-miró a su alumna, y luego me miró dándome una mirada de desconfiada, para después perderse entre los pasillos.

-Que profesor más...

-Perfecto.-escuche detrás mio, sorprendiéndome por esa palabra. Al girarme me encontré con la compañera de mi amiga, avergonzada por lo que acabó de decir.

-No la hagas caso.-dijo mi amiga, dándole menos importancia al tema.- Ahora debemos ir al bar.


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