Capitulo 3

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El grito ahogado del chico era lo único que se escuchaba en toda la habitación. Cada hueso que rompía emitía ese crujir tan estimulante, hacer que el cuchillo rondara y incrustaba en su piel era lo que mas anhelaba en esté instante. Sentir que con cada apuñalada el joven sufría bajo mis manos era una sensación tan excitante.

Relamí mis labios al pasar el cuchillo por su mejilla, dejando un rastro de sangre en su pálida piel. Coloque la punta del cuchillo debajo de su barbilla, haciendo que una leve gota carmesí saliera y sé deslizase por el afilan te metal.

-Mata me, ya...-pronunció casi inaudible, mientras intentaba tragar.

-Si lo hiciese...-sonreí- que gracia tendría esto entonces?-cuestioné observando como sus ojos no se despegaban de los míos. 

Sabía que tenia miedo, me teme y eso me gusta. Ver el terror en sus ojos, como su cuerpo temblaba cada vez que aparecía por la puerta, me enorgullecía tanto.

Sonreí cínicamente, al pensar mi próximo movimiento. 

Pues el hombre estaba mostrando falta de entusiasmos en nuestro encuentro, haciendo que me cansan sé y aburriese al poco tiempo. Así decidiendo evitar que la fiesta se apagase clavando le el cuchillo en uno de sus hombros. El retenido arqueó su espalada junto emitir un grito desgarrador, por sentir la fría hoja en su interior. 

-Hijo de..!-comenzó a decir, pero le arranqué el cuchillo así volviendo lo hacer gritar a todo pulmón. Limpié el cuchillo en ese trapo que hacía llamar ropa, y coloque la parte mas afilan te de mi arma cerca de uno de sus ojos

-Intenta de nuevo insultarme y te arrancó los ojos-le amenacé, sin apartar la vista en ningún instante.

Nos quedamos en silencio, observando como el hombre que estaba atado en la mesa, apretaba sus dientes con impotencia.

-Que te den.-me escupió en la cara.

Retrocedí mi cabeza en el momento que ese repugnante liquido espeso y rojizo calló en mi cara.
Agarré un pañuelo que llevaba en uno de mis bolsillos del pantalón,  y me quite esa suciedad de encima. Miré como él aún seguía sin apartar sus ojos de los míos, retándome con ellos. A lo que hizo que una explosión de risa surgiera de mi interior, dejando descolocado a mi rehén.

-No sabes lo que acabas de hacer...-comencé rondar el cuchillo cerca de sus ojos.- Si sacarte los ojos te parecía poco... Podías habérmelo dicho,-dije sutilmente mientras sonreía- y no haber hecho esté show.-seguí sonriendo, viendo como sus pupilas se contraían y su sudor bajaba por su frente. El cuchillo poco a poco se acercaba más a las corneas del sujeto, notando como él poco a poco comenzaba a temblar.- Yo no voy a ser quien te quite el placer de querer más.-ensanché mas mi sonrisa, al finalizar en el momento que clavé con fuerza el cuchillo en el globo ocular. 

La sangre comenzó a salpicar por doquier y el hombre no cesaba de moverse y gritar. Los gritos sonaban sin parar, ese sonido armonioso y placentero. Sonaban cada vez que retorcía el cuchillo en sus cuencas mientras la sangre salí y se derramaba creando un precioso lago en ellos.

-Paraaa!!-grito desesperado, mientras intentaba deshacerse de las cuerdas que lo ataba.

-¿No me dijiste que quieras más?-musité con inocencia, quitando lo poco que quedaba de rastro ocular en sus cuencas.-Pues debiste a vérmelo dicho, antes de hacerme perder el tiempo.-endurecí mis facciones.- Ahora sabrás el precio de hacerme mal gastar mi tiempo.-dejé el cuchillo en una mesa aparté, sacando de los pies de ella una botella amarillenta, ya sin su tapón.- Aunque después de divertirnos tanto habría que descansar-sonreí, colocando la pesada botella a su lado- ,y no seguir con la juerga. Por ello aunque sea por mi hospitalidad te limpiaré la herida.-finalicé, derramando el transparente liquido encima de su ojo recién seccionado, haciendo que una espuma surgiera de ellos, mientras el hombre gritaba con más fuerza.- Vaya... Me equivoque de botella.-solté una leve risa.- Esto es aceite caustico, espero que el ácido no te duela mucho.-dije con tonó burlón.

Saqué todas las herramientas de la mesa de torturas, y me acerque de nuevo a mi invitado.

-Tranquilo-hable- Se que estas triste porque hoy no estuve mucho contigo,-me acerque a su oído.-pero mañana te lo recompensare.-me incorporé, y dí media vuelta hacía la puerta, apagando las luces y cerrando la detrás de mi. 

Mientras avanzaba por el largo pasillo, aún los asfixiantes gritos se reproducían junto a unas maldiciones que arrojaba el desgraciado por su apestosa boca. 

Aunque al menos ya no se atrevía a insultarme.

Pov Yoongi.

Me senté en el sofá cansado mientras me masajeaba las sienes. 

Llegar del trabajo a altas horas de la noche por papeleo me cansaba con mucha facilidad al no estar acostumbrado a ello, aunque al hacer una visita a mi acompañante de la habitación escondida me ayudo a relajarme, pero al oler la sustancia que soltaba aquel líquido, me dejo más atontado de lo que estaba y el dolor de cabeza tuviera mas ganas de explotar dentro mio.

Alargue el brazo a por el controlador de la televisión y la encendí. Comencé a ver que hubiera de mi agradó pero por mucho que buscase y rebuscase no había nada a mi altura.

-Menuda mierda de humanidad que no son ni capaces de poner algo decente en la maldita tele.-solté maldiciones para aburrir, y así decidiendo me apagar, pero no sin antes ver como una persona bastante peculiar apareciera en la pantalla.

Arroje el mando al sofá, y me dirigí a mi habitación mientras me alborotaba el pelo.

-Debo estar muy cansado como para ver aquel idiota en la tele.-comencé a quitarme la camiseta.- pero bueno, ahora tengo una excusa perfecta para comunicarme con él muy imbécil, por lo menos le encanta hablar y me dirá perfectamente porque estaba ahí.-finalicé arrojándome a la cama y cerrando los ojos consiguiendo dormirme.

Mi Secuestrador ||YOONMIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora