RIVALES ENAMORADOS 4

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CAPÍTULO 5.

Por fortuna, no había vuelto a ver a su maldito tutor durante los días siguientes. Poco a poco su ánimo se fue TRANQUILIZANDO.

Nunca se había preocupado demasiado por la moda, pero mientras analizaba con detenimiento la figura reflejada en el espejo, se preguntó si estaría a la altura.

La señora Palmer había mencionado a un Conde. Aunque para ella carecieran de importancia los títulos mobiliarios, no podía presentarse ante él como una campesina. Hubiera podido volver a ponerse el mismo vestido que utilizó para cenar con Terry GrandChester, pero no lo creyó conveniente.

— Mary.
La joven muchacha cubría, desde su llegada, el puesto de doncella cediendo parte de sus ocupaciones a la nueva empleada externa, Jodie, que finalizado su turno de trabajo regresaba a su casa. Se le veía radiante con su impensado cometido. Tenia carencias, pero para Candy era suficiente; mary le caía bien, ponía empeño en su cometido y su modo de decir las cosas le hacía reír aveces.

—Diga mi lady.

—No soy mi lady —le rectifico por cuarenta vez aquella tarde—, intentaba recordarlo.

—¿Cómo me ves?

—¿puedo ser sincera?

—Por favor.

—Sosa. — Candy alzó una ceja—. Quiero decir que, ya que insiste en usar esos vestidos grises que le sientan fatal, podríamos al menos hacer alguno cambios en ellos.

—Por ejemplo...

—El escote es demasiado puritano, debería prescindir de la puntilla negra, olvidarse de cubrirse los hombros con esa pañoleta oscura y dejar mas piel a la vista.

—No creo que sea…

Estudio de nuevo su imagen. Mary tenia razón, el escote alto y la pañoleta le daba un aire triste, soso y demasiado provinciano.

—Puedo arreglarlo en un momento, si usted quiere; se me da bien la aguja, mi lady. Estaría listo antes de la cena.


—Solo espero que no resulte escandaloso.

—Imposible con esa creación —se quejo Mary, mirando el vestido con el ceño fruncido—, pero al menos se vera más bonita. Además, le arreglaré el cabello dejándole unos risos sueltos, así no parecerá que acaba de salir de un convento —protesto, haciendo sonreír a Candy.

En efecto, una vez retocada, la prenda no parecía la misma. La señora Palmer, que subió por ver si echaba una mano, lo confirmo.

—Le sienta bien.

—El escote es demasiado bajo.

—Tonterías. Queda donde debe quedar. Haga caso de una vieja que ha visto demasiado. Esta guapa. Mary, te has esmerado con el cabello; no sabia de tus habilidades en ese campo —alabo, con lo que consiguió una sonrisa complacida de la mucama—. ¿Va a ponerse alguna joya señorita?

—¿Debería?

—Un colgante seria un estupendo modo de llamar la atención sobre sus pechos.

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