Cuando bajé hasta el inmenso estacionamiento de concreto, sólo vi autos aparcados y luces amarillas colgando del techo. Miraba de lado a lado, escuchando el inquietante eco de cada paso que daba, pero no miraba a Iker por ningún lado. Fastidiada, recosté todo mi peso de uno de los pilares del lugar suspiré muy fuerte, haciendo que el sonido rebotara en las paredes.
—Que gran suspiro —volteé a mirar de inmediato y me di cuenta de que tenía razón: era Iker, sentado encima del capó de un bonito Mustang negro a unos diez metros de mí. Ambos quedamos mudos mientras nos mirábamos directamente a los ojos —. No te asustes Mónica.
—No estoy asustada —afirme con seguridad, mientras sacaba un poco de pecho y metía las manos en los bolsillos de mi abrigo —. Sabía que eras tú.
—¿Fue tan obvio? —saltó del capó y comenzó a acercarse a mí, dando pasos muy lentos y pequeños. El eco de sus pasos me ponía nerviosa; me hacía sentir como si alguien caminara detrás de mí.
Queriendo retroceder, me abstuve, le eché un vistazo de pies a cabeza y le dije con sarcasmo:
—Pues, si no me hubieses visto de esa manera tan extraña esta mañana, posiblemente habría dudado de ti —empuñé la navaja dentro del bolsillo de mi chaqueta.
—Bueno, dejé la carta porque quería verte, es todo —quedó parado a medio metro de mí. No no dudaba en golpearlo si se acercaba demasiado a mí.
Se me escapó una burlona carcajada.
—¿Y no era más sencillo simplemente llamar a mi puerta?
—No. No habría sido emocionante.
—No soy estúpida —dije y él enarcó sus gruesas cejas —. No te pongas así. ¿Cuales son tus intenciones?
—Así que no eres estúpida, ¿eh? —comenzó a acercarse más a mí —. No creo que alguien listo vaya a un estacionamiento sola a media noche solo porque una carta lo diga —dijo, intentado llevar su mano derecha hasta mi brazo.
—¡Aléjate de mí! —Saqué mi mano de mi chaqueta y le apunté rápidamente con la navaja en el rostro.
En realidad, no estaba asustada, sólo quería ver que tan cobarde se volvía si una niña lo amenazaba con un objeto punzante.
—¿Qué te ocurre? —preguntó sin inmutarse si quiera —. Guarda esa basura.
—¿Por qué?
—Vamos —sonrío de forma burlona, ladeando la cabeza —, sabemos que no tienes las agallas para clavarme esa cosa.
—¿Estás subestimándome? —cuestioné con molestia.
Frunció sus rosados labios y se dio media vuelta, dirigiéndose hasta un pequeño auto rojo, sobre el cual se sentó, como si nada estuviese pasando. Incluso se tomó el descaro de suspirar muy hondo.
¿Quién se cree este imbécil?
—No —contestó. Yo comencé a bajar mi brazo lentamente. Me sentí un poco tonta —. No te subestimo. Realmente no eres capaz. Puedes ser irreverente pero no eres una psicópata.
—¿Para que me hiciste venir?
—No lo sé, sólo iba a salir un rato y entonces me pregunté: ''demonios, Iker. ¿No estás harto de sentarte en el estacionamiento todas las noches para fumarte un cigarrillo, pensar en lo jodido que estás y luego subir de vuelta al departamento de tu maldita abuela, colocarte los audífonos y quedarte dormido como un completo perdedor?''. Entonces me respondí: ''Sí, estoy harto. ¿Por qué no intentas hacer una amiga? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¡Ya sé! ¿Por qué no comienzas con esa chica que acaba de mudarse al frente? ¡Carajo, sí, es una idea estupenda!'' Y bueno, encendí mi impresora, imprimí una nota y la dejé frente a tu puerta. Y déjame aclararte, que no fue para hacerlo más interesante, misterioso o como sea. Lo hice para que no me pusieras una excusa barata, porque, ¿qué chica querría salir conmigo? Mira esto: casi me clavas una navaja en la cara...
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Creepy Woods - El Archivo XXI
Teen FictionExtrañas desapariciones han estado ocurriendo en Simantis. Todos dicen que las personas que desaparecen se adentran al bosque y luego no regresan. Mónica y su vecino Iker, serán testigos de que los misterios de esta extraña ciudad, cuando el tío de...