Capítulo tres: segundo debate

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  Y de nuevo estamos aquí. En un diferente lugar pero con el mismo propósito.

No lo veía por ningún lado y faltaban minutos para que el debate comenzara. Empecé a preocuparme.

-"¿qué tal si le pasó algo?"- pensé e inmediatamente surgieron un montón de películas del destino que pudo correr Alberto.

Las películas cesaron cuando lo vi entrar. Mi sonrisa de plena felicidad fue inocultable. Me miró, esperaba una sonrisa de su parte también, pero no fue lo que recibí. Él solo me miró como al ser que más despreció en toda su vida. Eso me dolió, pero me recordó que estamos en una guerra, la cual no quiero perder.

Este debate fue aún más picante que el anterior. Alberto parecía estar recargado y me atacaba aún más. Yo, a diferncia del debate anterior, lo ataqué más. Estaba muy enojado. Estábamos muy enojados. Ambos deseabamos lo mismo, ganar las elecciones y algo más...

Suprimir, reprimir, aplastar y apartar lo que uno siente no es recomendable. Casi nunca funciona, de hecho, suele tener el efecto contrario.

En un momento se me habían caído unos papeles del discurso que habia preparado y cuando me estiro de mi silla para agarrarlo veo que alberto también iba a hacer lo mismo. Cruzamos miradas y casi nos tocamos las manos. Sentí que tal vez si había posibilidad de que algo entre nosotros sucediera.

Cuando el segundo debate terminó, todos los candidatos y yo fuimos a un salón para prepararnos y así irnos

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Cuando el segundo debate terminó, todos los candidatos y yo fuimos a un salón para prepararnos y así irnos. Yo ya estaba listo para irme, pero vi que a Alberto aún le faltaba. Sentí la necesidad de quedarme hasta que él termine y para disimularlo, me acomodaba la camisa, el pelo, me até los cordones de los zapatos, etc...

Finalmente quedamos nosotros dos, para variar, en el salón. Él no me miró ni un segundo a los ojos. Esperé...Pero nada de su parte.

Alberto terminó de alistarse y aun sin dirigirme la mirada agarró sus cosas y apuntaba a retirarse. Yo, en un acto de desesperación, le grité

-"EY!"- grité

Él se quedó inmóvil en el umbral de la puerta.

Luego de un silencio que fue eterno para mi, exclamó:

-"Ya sé lo que vas a hacer, presidente"-me dijo -"Vas a reclamarme, pero entendamos por favor, estamos en polos opuestos. Cualquier cosa entre nosotros podría significar un futuro desastre"-.

Me acerqué hacia él, al punto de tenerlo cara a cara, y dije:

-"¿Sabes qué? Pensé que el gran Alberto Fernández era mucho más pijudo y valiente"-.

Hubo un medio minuto de silencio y no accionar. Ya estaba por acotar algo más cuando él me agarró, me empujó contra la pared y empezó a besarme. Me besaba tan apasionadamente y como si no hubiera un mañana que no lo podía creer. Me abrió la camisa, dejando la mayor parte de mi torso desnudo y me sacó desesperadamente el pantalón dejándome en bóxer.

Continuó besándome y entre jadeos, se separa de mis labios, me da vuelta y  me susurra al oído:

-"Señor presidente, acá tiene al más pijudo y valiente"-.

Empiezo a sentir como se arrima su miembro hacía mi culo. Me baja el bóxer. Amaga que me lo va a meter pero no lo hace, a lo que digo sobresaltado:

-"M-Metemelá por favor, metemelá entera Albert...-

No alcancé a terminar la oración cuando de repente sentí la furiosa embestida que me dio Alberto. Pegué un alarido tan fuerte que dudo mucho que alguien que haya estado en la facultad no lo hubiera escuchado.

Empezó a embestirme con fuerza, como si toda la bronca que estuvo acumulando hacia mi estos días la dejase en tal acto. Yo sentía un placer inmenso al saber y sentir que el mismísimo pene de Alberto chocaba con mi próstata, lo que me hacía gemir como un puto animal.

-"Ayayay, señor presidente..."-jadeaba él. Supongo que le encantaba como sus pelotas rebotaban en mí.

-"Ahg, d-dios, voy a acabar"- exclamé e inmediatamente sentí cómo alberto aumentó la intensidad de las embestidas.

Acabé, no sin antes soltar un gemido bastante estruendoso. Claramente manché toda la pared y un par de prendas, incluyendo mi propio bóxer.

Sentí cómo él sacaba su miembro dentro de mí. Me volteé la cabeza molesto cuando de repente Alberto me agarra de los pelos, me da vuelta, me hace agachar con brutalidad y mete su enorme pija en mi boca.

Lamo y jugeteo con su pene. El me agarra de la cabeza y me hace hacerle garganta profunda, que me hace lloriquear y salivar bastante. Hago una especial succión con mis labios al glande dejándolo muerto de placer a Alberto. Era solo cuestión de segundos para que él también acabara.

Y así fue, me llenó toda la cara de su exquisito y tan deseado semen. Recorro y atraigo con mis dedos el semen que estaba en mi cara hacia mi boca. Luego me senté totalmente cansado y jadeante, apoyándome contra la pared con las piernas abiertas. Alberto parecía agotado también y se sienta a mi lado. Seguíamos agitados por lo que acababa de ocurrir. Nos miramos a los ojos, me sonríe y me da un beso. Creo que fue el mejor momento que viví en mi vida, ni siquiera se compara a cuando gané las elecciones aquel octubre de 2015.

Miramos al frente y vemos que había una puerta en la que alguien se asomaba. Cuando se percató que lo habiamos visto se fue rápidamente. Creo que era Espert haciéndose una paja, pero no le dimos mucha importancia.

-"Bueno, debo irme. Supongo que vos también Señor Presidente"- Me dice a lo que yo respondí con una sonrisa y asintiendo la cabeza.

Él fue al baño a higienizarse y acomodarse para irse. Yo me quedé un rato esperándolo para ir al baño y pensando en la maravila que acababa de ocurrir. Tenía una sonrisa enorme dibujada en mi rostro, sonrisa que se desfigura cuando caigo en la realidad de que estamos en una guerra. Y aún no ha terminado.

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Voy a terminarlo (capaz) Dependiendo de lo q pase esta semanaa

En las peores guerras siempre hay amor [FANFIC ALBERTO×MACRI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora