Dos bandos enfrentados: por un lado Juntos por el Cambio, por el otro Frente de Todos. Los líderes de ambos partidos se enfrentarán por estar en el primer lugar, sin embargo, también deberán enfrentarse a sus sentimientos...
El día que definiría mi futuro y el de todo el país llegó. Estaba extremadamente nervioso y ansioso por saber que es lo que pasaría.
Tengo que poner todos mis sentidos y concentración en este día, incluso si eso significase olvidar a Alberto; lo que es muy difícil ya que ha estado dando vueltas en mi cabeza desde que lo escuché en sus campañas difamandome. Me dolió cada palabra que iba dirijida a mí. Pensé que las cosas entre nosotros ya no eran tan hostiles. Qué iluso... Asi que hice lo mismo que él, desprestigiarlo en mis campañas. No me sentía feliz haciéndolo pero, estando donde estoy yo, es lo que debía hacer.
Como dije, aquel día tan esperado por fin había llegado. Me sentía como un niño que va a ir por primera vez a la primaria: un tanto feliz, pero aterrado y ansioso.
Las horas pasaban, y cada vez se acercaba más la hora en la que la verdad saldría a la luz: el nuevo Presidente de la Nación. Tenia tantos nervios que para combatirlos me tomé una larga siesta. No fue buena idea: soñé con Alberto. Podrán imaginar que me desperté de esa siesta agitado y con los boxers manchados.
En fin, fui a cambiarme y luego fui para mi búnker. Llegaron las 21:00 p.m. , ya había un porcentaje de cómo iban las elecciones. Fue un golpe durísimo ver cómo Alberto estaba ganando y aún más duro fue escuchar que lo llamen "Presidente Electo de la Nación".
Todos festejaban, pero yo no podía más.
Agarré mis llaves y me balancé con toda mi furia hacia la puerta de mi auto.
-"¿A dónde vas?"- me preguntó María Eugenia un tanto sorprendida y sobresaltada.
Me fui sin responderle. Estaba muy cegado por la decepción, la tristeza, la bronca que anulé su presencia y pregunta por completo.
Llegué al búnker de Frente de Todos. Sin embargo, tuve un momento de lucidez y me percaté de que no podía bajar como si nada. La gente me odia, más si es un lugar así. Estuve un largo rato pensando cómo pasar desapercibido, hasta que recordé que tenía un buzo negro en el asiento de atrás del auto, así que me lo puse y salí del vehículo corriendo a alcanzar a Alberto.
Estaba a punto de llegar a él. No estaba solo, pero estaba un tanto alejado de los demás, lo que me permitiría agarrarlo y llevarlo a algún lado donde si estuviésemos nosotros dos solos. A diez pasos de llegar a él se mete en el camino la yegua de Cristina.
Me quedo parado frustrado enfrente de ellos, mirándolos. Ella me mira de reojo. No sé si se dio cuenta de que era yo o no, pero sonrió y se llevó a Alberto vaya a saber dónde.
Llegué tarde...
Me fui de nuevo al auto, cerré la puerta con fuerza y me puse a pensar, al borde del llanto, qué es lo que haría con mi vida ahora. Tenía una mezcla sentimientos encontrados. Estaba odiando a Alberto por ganarme pero a la vez quería besar sus bellos labios nuevamente. El amor es muy raro y muy inoportuno ¿No lo creen?
Volví a mi búnker, y a penas llegué se me vino a la cabeza una brillante idea. Subí al escenario, lo felicité públicamente por ser el presidente electo y lo invité a la Casa Rosada a "iniciar el proceso de transición"
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Fue así como al día siguiente Alberto vino a la Casa Rosada. Minutos antes yo estaba que explotaba de nervios y caminaba en círculos repitiendo una y otra vez el discurso que le arrojaría cuando venga.
Vino. Nos quedamos en silencio un par de segundos mirándonos mutuamente, hasta que reaccioné y me dirigi hacia él con furia a reprocharle todo lo que habia dicho de mi en campaña y a expresar lo dolido que estaba por el hecho de que haya ganado las elecciones.
-"Alberto."- Dije de firmemente y me acerqué aún más a él- "Quiero que sepas qu..."- No alcancé ni a empezar el discurso que tenía preparado que me agarró del brazo y me arrastró hacia su boca y comenzó a besarme como aquella vez. Nos besamos como si no hubiera un mañana.
Me empujó hacia la mesa, tirando todo lo que habia sobre ella. Comienza a abrirme con una mano los botones de mi camisa y con la otra va recorriendo mi pierna hasta llegar a mi bulto. Dios, como me encanta tener su respiración agitada tan cerca y que me toque cada centímetro de mi cuerpo.
-" ¿Viste cómo te hice la colita en las elecciones gatito?"- me susurró al oído provocandome un temblor- "Bueno, lo mismo voy a hacer ahora."- Apenas terminó de decirlo me bajó bruscamente los pantalones, puso mis piernas sobre sus hombros y apoyaba su miembro totalmente duro sobre mi. Yo no podía más, lo quería adentro mío ya mismo. Él lo sabía, y le encantaba amagar y dejarme con las ganas.
-"ALBERTO"- Grité, a lo que él respondió tapandome la boca y penetrandome con brutalidad. Mis gemidos, por más fuertes y genuinos que fuesen, apenas traspasaban las manos de Alberto.
Mientras él me embestía de forma cada vez más rápida y brusca, yo jugueteaba con mis pezones y a la vez me masturbaba gimiendo el nombre de Alberto en loop.
-"Desde ahora yo soy el Señor Presidente. ¿¡Decime quién soy!?"- Me dijo agitado entre jadeo y jadeo.
-"M-mi Señor Presidente"- Dije como pude, apenas podía hablar, estaba a punto de acabar y, como si fuese cosa del destino, Alberto acabó dentro mío y yo junto a él.
Alberto cae rendido en una silla cercana y yo quedo acostado en la mesa.
-"Bueno, otra vez hicimos lo que dijimos que no íbamos a hacer"- dijo él, una frase que curiosamente define bastante a los políticos de este país.
-"S-sí"- hice una pausa para reincorporarme y continué-"No podemos seguir así, debemos aceptar lo que pasa entre nosotros."-
-"Cristina me va a matar"- me dijo, espero que sea solo una forma de decir.
-"Dije que NOSOTROS debemos aceptarlo, no TOD☀️S los demás. Es decir, lo que propongo es que sea lo que sea que tengamos entre nosotros, solo lo sepamos nosotros."
Él sonrió y dijo:-"ayay, que gatito más inteligente "- Odio cuando me dicen gato, pero si era él estaba todo perdonado.
Nos cambiamos, acomodamos todo como estaba antes de los hechos y nos sacamos una foto como para finjir que estuvimos hablando del país y consensuando medidas. Para el mundo, somos enemigos que forman parte de dos partidos eternamente rivales. Lo que pocos saben, es que hasta en las peores guerras existe el amor.
FIN.
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GRACIAS POR LEER Y PERDÓN A MI FAMILIA, QUE INVIRTIO HASTA LO QUE NO TENIA EN MI FUTURO PARA QUE TERMINE ESCRIBIENDO ESTAS BARBARIDADES.