CApitulo II

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Luego de haberme librado de mi primo, decidí irme a mi cuarto a echarme una buena siesta antes de ver una película con mi familia—Era una tradición familiar, lo hacíamos todas las noches en vacaciones—en la preciosa alcoba de mi abuela.

Mi cuarto era tan sencillo como yo. Contaba con unos muebles de bambú que combinaban a la perfección con las paredes verdosas. Justo donde iba mi cama de dosel, se encontraba la pared blanca; ese toque tan rústico había sido una idea de mi abuela. Al principio me había parecido horrible, pero al pasar el tiempo me pareció tan bella como un amanecer en la playa

Pero al haberme sentado en mi cama, escuché como un papel se arrugaba y recordé que había metido la carta en el bolsillo delantero de mi abrigo. Como si de café se tratara, se me fue el sueño siendo sustituido por una adrenalina muy extraña en mí.

Con dedos temblorosos abrí la carta. Mientras leía lo que estaba escrito en la carta —Cabe  decir que Jasperss tenía una perfecta caligrafía, lo cual era muy raro en los chicos que casi siempre la tienen descuidada— jugaba con un mechón rojizo de mi ondulado cabello

Al terminar de leer la hermosa carta que me había escrito aquel chico de ojos oscuros no pude evitar sonrojarme a la mil quinientas potencia. ¡Si es que eso es posible! No podía creer que lo que había leído fuese real.

Seguía pensando que todo esto era una broma de mal gusto que me estaba echando aquel chico de cabello tan oscuro como el chocolate. ¡Es que no era posible! Se suponía que él estaba interesado en esa chica de grandes, pero falsas proporciones de su clase. ¡Todo el mundo lo decía!

Queriendo corroborar lo que había leído, releí la carta una y dos y tres veces, pero seguía diciendo lo mismo. Sin embargo, cada vez era diferente la sensación que producía en mí.

Primero había sentido nervios con una mezcla de locura, no podía creer lo que estaba leyendo. A la segunda vez, ya la locura se había disipado para ser sustituida por una alegría inmensa que me hizo reír como una maniaca por varios minutos. A la tercera vez la cosa fue diferente, ya no había nervios ni alegría, sino tristeza y depresión. Preguntaran el por qué, bueno porque mi linda conciencia estaba jugando conmigo diciendo cosas feas sobre mí y que un tipo como él, no se iría a fijar en mí. Pero a la cuarta y última vez, me dije que eso era imposible, yo era tan buena como esa  rubia llamada Madisson. Sí, tal vez yo no estaba tan dotada como ella, pero lo que valía era lo que uno tenía por dentro y sabia que yo era muy valiosa. ¡Jodete conciencia que yo soy linda! Grité internamente.

Mañana averiguaría de que se trataba esto. No me iba a hacer más ilusiones y tampoco me iba a deprimir por locuras mías.

Caí en los brazos de Morfeo pensando que si todo esto era cierto iba a ser la chica mas feliz del planeta Tierra. Estaba completamente enamorada de Jasperss, desde que me había enseñado a montar bicicleta el verano pasado. Desde ese día no nos habíamos separado sino era necesario. 

A la mañana siguiente, bajé como si fuese otro día cualquiera cuando la realidad no lo era. Me había tardado más de lo necesario en bajar pues no estaba segura qué ponerme, tenia que conseguir  el atuendo perfecto para la ocasión. Al final me decidí por un vestido playero de color azul y unas sandalias. Había escuchado que su color favorito era el azul, así quise ponerme este vestido que además de ser lindo, realzaba mis atributos, aunque fuesen pocos

—Sí, pero no llegues tarde al almuerzo—accedió mi abuela, luego de haberle preguntado si podía salir a la pequeña plaza

Como una loca atorada fui corriendo a mi cuarto, no podía presentarme ante el con esta gran maraña como cabello. ¡Era inaudito!Me sorprendí al ver que antes de la carta, nunca me había preocupado por mi estado. Me mordí la mejilla mientras sonreía como idiota frente al espejo

Sangre de Sirena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora