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Como cada viernes en la noche, Manuel estaba en su casa cuidando a sus hermanos. Aburrido y sin nada que hacer, esperando a que llegaran sus padres para irse a dormir.

Si hubiese sido un viernes normal, estaría con Mateo jugando a la play o viendo películas, pero, como estaban ignorándose mutuamente desde hace un buen, aquello había quedado en el pasado y ahora tenía que bancarse el aburrimiento solo. Sin embargo, trató de entretenerse revisando sus redes sociales, pero fue inútil, todo le recordaba a Mateo y su tonto videito.

En momentos como esos, se arrepentía de haberlo ignorado toda la semana y optar por esa actitud tan indiferentemente que estaba teniendo con el menor. Lo extrañaba tanto que la idea de llamarlo y decirle que había cambiado de opinión respecto al video se veía más cercana de lo que creía. Estaba dispuesto a decirle que sí con tal de volver a la normalidad, y mientras pensaba en cuánto deseaba que Mateo estuviera allí con él, sintió como sonaba el timbre de su casa.

Se levantó de la cama, pensando que sus padres habían llegado, pero al abrir la puerta, se llevó una gran sorpresa. Mateo estaba afuera, cagado de frío, con carita de meperdonas, dándole una imagen que, sin lugar a dudas, era lo más cómico que vería en años.

Quiso saltar de felicidad y apretujar al menor entre sus brazos apenas lo vio temblando en la entrada, pero tuvo que resistirse. Aún estaban "molestos" y además ni sabía a qué vino, pero muy en el fondo estaba re contento por la presencia del morocho y ansiaba que él lo estuviera también.

—¿Qué hacés acá?

Trató de sonar enojado, pero su emoción lo delató. Odiaba tener que admitirlo, pero aparentar estar molesto con Mateo se le estaba dificultando, más si el menor se atrevía a aparecerse en su casa, de noche y tarde, justo cuando necesitaba de su compañía.

—¿Están tus viejos?

—No —respondió, sin quitarle la mirada de encima—. Vos sabés como son, salen y vuelven a la hora del culo.

Dijo y ambos rieron.

—¿Tus hermanos? —volvió a preguntar Mateo, mientras jugaba con sus dedos, nervioso.

—Durmiendo.

—Ah —concluyó el menor, balanceándose en sus pies.

Manuel podía jurar que, durante todo el tiempo que llevaban de amigos, nunca habían tenido un momento tan incómodo como el que estaban experimentando ahora. Los dos se callaron por un rato. Manuel miraba fijamente a Mateo, mientras que el morocho no quitaba la vista de sus pies.

—¿Me dejarás pasar o querés que me muera de hipotermia?

Manuel rió de nuevo y se cruzó de brazos, apoyándose en el umbral de la puerta.

—¿En serio querés que te responda?

El mayor bromeó, pero al parecer Mateo no logró pillar el chiste.

—No, no. Dejalo, ya me voy.

Dijo y se dió la vuelta, dispuesto a irse, pero el fuerte agarre de Manuel en su brazo lo detuvo.

—¿Donde vas, bobito? —le susurró, atrayéndolo a su cuerpo, para envolverlo con sus brazos—. Vení, pedazo de llorón.

Sintió los brazos del menor rodear su cintura y como apoyaba su cabeza en su pecho, justo como le gustaba. Cuánto había extrañado hacer eso.

Podía percibir la calidez que Mateo, a pesar de estar casi congelado por el frío, lograba transmitirle. Cerró sus ojos, disfrutando del contacto e inmediatamente pensó en cuanta falta le hacía Mateo. Él y sus abrazos que le devolvían el alma al cuerpo.

—¿Ahora si me dejás entrar?

Tras un buen rato que estuvieron en esa posición, Mateo habló, haciéndolo reír. Manuel no quería soltarlo, pero terminó haciéndolo y lo dejó entrar, cerrando la puerta tras él.

Como era de costumbre cuando el menor lo visitaba, Mateo se dirigió a su habitación y él le siguió detrás.

—Escuchame, antes de que digas algo, primero quiero aclararte un par de cosas.

Manuel lo miró sorprendido.

—Yo también quiero decirte algo.

—Vos primero.

—Dale, vos querés hablar, te cedo la palabra.

Ambos se sentaron en la cama del mayor, y Manuel pudo notar el nerviosismo que recorría a su amigo.

—Perdoname Manu —comenzó, jugando con sus dedos nuevamente—. No quiero que te alejés más de mí... y, olvidate del video, ya fue. Sos mi amigo y no puedo obligarte si no quer—

—Si quiero.

Le interrumpió.

—¿Q-qué?

—Tu video —Manuel le reiteró dejando al menor boquiabierto—. Si quiero participar, Teo.

Mateo pareció no haberlo asimilado todavía. Estaba en blanco. En cambio, Manuel sentía como el calor iba subiéndole a las mejillas.

—La concha de tu hermana, Manu. ¿Posta?

El nombrado asintió y segundo después ya tenía al menor abrazándolo, casi gritando de felicidad.

—Pero che, primero lo primero —aclaró, separando a Mateo de su cuerpo—. Con una condición.

—Lo que queras, vos solo decime.

—Pedímelo —dijo y Mateo pareció no entender—. Pedime ser tu novio falso.

—Que puto que sos, Manuel.

Ambos volvieron a reír y Mateo se abalanzó sobre él nuevamente para no tener que hacerlo. Manuel lo rodeó por la cintura y se prometió a sí mismo no volver a soltarlo nunca más.

















díganme si les está gustandooooo❤️

𝐍𝐎𝐕𝐈𝐎𝐒 𝐏𝐎𝐑 𝟐𝟒 𝐇𝐎𝐑𝐀𝐒 ☽ 𝐓𝐑𝐔𝐄𝐏𝐋𝐈𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora