Una vez llegando a la puerta de su casa, Pedro abrió la puerta principal alentando a Juan para que entrara primero, era una casa pequeña, color amarillo con techo de ladrillo, pequeñas macetas con flores de varios colores a los lados de la puerta, una mecedora en el lado derecho con una rosa blanca en el asiento y un suéter color marrón en el respaldo el cual era gentilmente balanceado por el viento, -Juan ¿vas a entrar solo o quieren que te cargue? – irrumpió la voz de Pedro haciendo que juan diera un pequeño salto regresándolo a la realidad luego de haberse quedado embobado con la mecedora – ¿Qué eres? ¿mi mamá? Yo puedo solo- respondió haciendo un puchero dando un paso dentro de la casa, un aroma familiar inundaba el lugar, era el aroma a café recién hecho junto con pan tostado, avanzó solo unos cuantos pasos más cuando escuchó unos golpes en el suelo, unos golpes rápidos y fuertes, sintió miedo al no saber de dónde provenían -¡ENRIQUE NO!- gritó Pedro al mismo tiempo que Juan volteaba a su izquierda dónde estaba una puerta que daba directo al patio de la casa o eso hubiera visto de no ser por que un burro mediano corría a gran velocidad directamente a la posición de Juan -¡AH NO MAMES QUE PEDO! ¡AGH!- gritó siendo tirado al suelo por el animal el cuál se acostó sobre él y arrimaba su cabeza al rostro del castaño -JAJAJA azotó la res- reía Pedro a carcajadas sin ayudar a su amigo quién parecía no poder respirar -Ya, deja a ese animal en paz por favor – volvió a hablar tratando de contener la risa -Pero yo no le estaba haciendo nada- dijo Juan levantándose como viejito del suelo -No te estaba diciendo a ti, le decía a Enrique- pronunció Pedro con una sonrisa que seguramente haría enfadar a Juan pero tal fue su sorpresa que este también sonreía -¿Enrique? El majestuoso, maravilloso, guapo, mastodonte, espécimen, ¿Enrique primero?- El burro pareció entender lo que el castaño moribundo acababa de pronunciar y posó de manera elegante frente a él, parecía un caballo salvaje salido de cuento de hadas, pero en chiquito y gris, Juan se abalanzó a abrazar del cuello al burro y dio besos en su cuello al mismo tiempo que acariciaba su lomo -Mi pequeño Enrique, ya no eres tan pequeño como antes pero sigues igual de imbécil por lo que veo- Ambos parecían estar disfrutando su momento juntos pero un aura de maldad se sintió en el ambiente, Enrique noto el rostro de celos en Pedro y apartó a Juan con una de sus patas delanteras, -No creas que te libraste de mi enrique- dijo Juan actuando como si estuviera lastimado emocionalmente – Ven, vamos a que dejes tus cosas en el cuarto, puedes tomar una ducha si gustas, estas muy sudado- dijo Pedro caminando a las escaleras esperando ser seguido por su amigo, Juan caminó detrás del pelinegro, mientras caminaba iba viendo las fotografías que colgaban de la pared, no puedo evitar notar el cuadro de la abuela de Pedro, la señora Constanza, una ancianita muy amable en todos los sentidos, siempre cuidaba de ambos cuando eran pequeños y jugaban por toda la casa, sonrió al recordar eso y acaricio con dulzura la fotografía, -¿Cada cuanto cambias la rosa que está en la mecedora? – preguntó con voz baja mirando la espalda de Pedro -Cada vez que comienza a marchitarse, ella amaba las rosas blancas y se ponía triste cuando se marchitaban, es por esa razón- dijo sin voltear atrás y al llegar al segundo piso dio vuelta a la derecha -Te ayudaré a cambiarla cuando haga falta- susurró llegando al segundo piso avanzando hasta donde estaba la habitación donde iba a quedarse -No se cuanto tiempo piensas quedarte pero, creo que estarás cómodo aquí, además mi cuarto está en frente en caso que necesites algo- entró dejando sus cosas sobre la cama – Cuando termines de instalarte y bañarte puedes bajar, iré a buscar a mi padre- dijo Pedro cerrando la puerta de la habitación soltando un largo y profundo suspiro, Enrique el cuál lo miraba como si estuviera burlándose de él lo empujo con el lomo caminando a las escaleras, Pedro por su lado se sonrojo unos segundos -¿Qué? No le voy a hacer nada es mi amigo- dijo siguiendo al burro hasta salir de la casa.
-Exactamente cuánto tiempo pensaba quedarme, es una buena pregunta- se dijo Juan mirando por la ventana la cual daba al rosal que había ayudado a plantar junto a la Señora Constanza y Pedro, -Lo cuida muy bien como prometió- sonrió enternecido regresando a escoger ropa para ponerse una vez terminara de ducharse, quizás el agua le ayudaría a recordar el por que había decidido regresar tan repentinamente a su hogar exactamente 10 años después de haberse ido.
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THE INCREDIBLE AND LOVELY STORY OF PEDRO AND JUAN
RomancePedro is a tall guy who loves tacos and his machete. Juan is a cute and weird dude who loves Pedro but he don't know why. Juan, un joven que vivía en la gran ciudad regresa a su pueblo natal después de 10 años, al llegar se entera que perdió sus me...