Capítulo 1. De vuelta al rancho.

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Era un día caluroso, pero caluroso de esos que dices "Hijo de tu pinche madre me voy a derretir", los pajaritos cantaban, los burros meaban en las praderas, los conejitos hacían más conejitos y Juan caminaba bajo la sombra de una sombrilla super varonil de Hello Mitty (eviten el copyright niñ@s c:) las gotas de sudor resbalan por su rostro como si fueran cascadas, su camisa blanca se volvió traslucida por el sudor, el viento era su único amigo el cual movía su castaño, lacio, sedoso y corto cabello de un lado al otro dándole una frescura momentánea digna de un aire acondicionado de centro comercial.

Había caminado durante 1 hora con 18 minutos y 30 segundos sobre el camino de tierra que parecía no tener fin - ¿Por qué chingados no pedí un Taxi? – refunfuño Juan a sí mismo, sabía la razón, se le había perdido su billetera en el metro y es obvio que si se pierde algo ahí jamás lo volverás a ver en tu vida, agitado, cansado, con ganas de mejor tirarse a un lado de la carretera y echarse cal vio a lo lejos una casita con un letrero rojo y circular de una marca de refrescos, aceleró el paso haciendo que su corazón latiese más deprisa hasta que por fin llegó jadeando a la puerta, abrió y con lo poco de cambio que tenía en un bolsillo del pantalón le fue suficiente para comprarse una botella fresca de Agua la cuál no pensó dos veces en abrir y comenzar a beber -¿Juan?- dijo una pequeña, diminuta como pasita, chiquita, ancianita de cabello blanco y lentes redondos con las mejillas rosadas y una voz dulce -¡Dios mío! Mira cuanto has crecido- hablo juntando sus manos mientras dejaba la parte trasera del mostrador y caminaba para abrazar al joven, - ¿Doña Mari?- respondió el castaño segundo antes de estar siendo estrujado entre los débiles brazos – Si que ha pasado tiempo, ¿siempre estuvo su tiendita en este lugar? – preguntó abrazando a la señora como si fuera su propia abuela, -Si, ¿cómo no te acuerdas? Y pensaba que yo era la de la mala memoria – sonrió al mismo tiempo que le otorgaba un golpecito en el estomagó, se regresó despacio a su mostrador y tomó asiento en una silla con almohadas, -Quizás es solo que, bueno ya sabe, desde lo de mamá no había estado aquí, aunque ahora que lo pienso todo sigue igual, incluso el calor – rió recargándose en la barra, recuerdos que ya ni sabía que tenía comenzaron a reproducirse en su mente, de esa vez que tenía 5 años y su mamá lo llevó por primera vez a la tienda, cuando cumplió 10 años, ese día la señora María lo dejó llevarse 5 cosas que quisiera de la Tienda, el eligió cosas para el uso de la casa y un refresco, cuando iba casi todos los días junto con su amigo a comprar comida chatarra, y la última vez que fue ahí, recordaba una pelea con alguien, gritos, golpes y a la señora asustada tratando de detenerlo, se preguntaba por qué había borrado esos recuerdos, -Señora Mari... Sabe si, bueno, ¿Sigue Pedro en el Pueblo? – preguntó con la mirada fija en la tapa de la botella, miraba las gotas que resbalaban, por alguna razón se puso nervioso, -El sigue trabajando con su padre, jamás se fue y dice que no se irá, ¿siguen peleados no es así?-, Juan abrió los ojos de par en par, recordó el rostro de Pedro enfurecido, el mismo rostro que había golpeado hace ya 10 años, -No creo que se acuerde de eso, fue una pelea sin sentido de todas maneras – tomó la botella y terminó el liquido que quedaba dentro y camino a tirar el envase en la basura -Iré a ver como está todo por allá, gracias señora, es lindo verla de nuevo- sonrió y se despidió moviendo su mano de un lado al otro, dio la media vuelta y salió de la tienda con rumbo al pueblo -Si mal no recuerdo, tengo que caminar como 10 minutos más- continuo con su camino pensando en que quería ir a la casa del papá de Pedro y ver si ambos estaban ahí, pero al mismo tiempo algo dentro de él le decía que no debía ir, que era una mala idea, no recordaba el por que de su pelea, sabía que había sido algo grave por el rostro de Pedro, en su recuerdo el estaba llorando y tenía una expresión de dolor y tristeza, no entendía por que no recordaba mucho sobre eso, no recordaba casi nada de su pasado.

Sin darse cuenta llegó al pueblo, una plaza alegre con niños jugando, parejas paseando, ancianos jugando ajedrez, familias disfrutando de la buena música, era una sensación agradable y nostálgica, recordaba la vieja biblioteca, la cafetería, los juegos, la iglesia, más no las cosas que había hecho ahí, una banca era la que más le llamaba la atención, sabía que algo había pasado ahí, algo que lo había hecho muy feliz en algún momento -Sería lindo poder recordar eso- dijo es voz baja mirando la banca bajo un enorme árbol, - No creo que quieras, no fue tan lindo- una voz dijo a su espalda, sintió como si electricidad hubiera recorrido su columna y lo hizo temblar unos breves segundos, volteó la mirada y se encontró con los ojos negros penetrantes de Pedro, -P-pedro- dijo con voz entrecortada, no sabía por que estaba tan emocionado, sentía que alguien aplastaba su corazón y que miles de mariposas querían salir volando por su boca desde su estomago directamente a abrazar el rostro del pelinegro -No recuerdo que tartamudearas ¿o es que la gran ciudad te dejó muy tocado?- sonrió sarcásticamente, evadiendo los ojos de Juan, -Estoy bien, no tartamudeo ¿me escuchas? Es solo que saliste de la nada y me espantaste- mencionó Juan a manera de puchero de niño pequeño y sintió vergüenza inmediata por lo que había hecho, "¿En serio me comporto así a mis 23 años?" pensó retomando la compostura -¿Y tú qué? No has cambiado nada- su voz se escuchaba más seria o al menos eso trataba, cruzó los brazos ladeando la cabeza, - Si cambie, estoy más alto que tú y a lo que puedo ver, tengo más músculos que tú ¿es que acaso no comes nada? Pareces una escoba con traje – rio imaginando la escena, por su lado Juan se ponía rojo -¡CLARO QUE TENGO MÚSCULOS! PERO NO SOY TAN DEFORME CÓMO TÚ QUE PARECES PINCHE TAMAL MAL AMARRADO- explotó jadeando, -¿AH? TAMAL MAL AMARRADO, MIRA QUIEN LO DICE PINCHE POSTE CON PATAS AL MENOS YO SI TENGO CARNE – Contestó pedro usando el mismo nivel de voz, -PUES SI PENDEJO PERO AL MENOS A MI NO ME VAN A HACER CARNITAS EN NAVIDAD- , tomando el color rojo de un tomate, tomaba aire mientras las personas voltearon a ver desconcertadas, ambos se quedaron viéndose el uno al otro por unos segundos y comenzaron a reírse como locos, -Es mejor que nos vayamos de aquí- dijo Pedro riéndose al mismo tiempo que empujaba a Juan – S-si vamos, jaja que pendejos – reía Juan caminando y pidiendo disculpas a los demás por comenzar a gritar de la nada, -Por cierto, ¿a dónde vamos? – dijo con más naturalidad y con un tono muy amable, -A mi casa ¿no es obvio? No creo que quieras quedarte solo en tu antigua casa ¿o si? – preguntó el pelinegro al mismo tiempo que se colocaba a un lado de Juan, -Ese era mi plan principal pero, no es mala idea quedarme contigo-, -Muy bien, entonces lleguemos rápido para que saludes a mis padres, seguramente estarán felices de verte de nuevo – Juan asintió con la cabeza y ambos caminaron por un camino hecho de piedra el cual a los lados tenía flores y arboles que cubrían muy bien de los rayos del sol, no sabía el por qué, no recordaba las razones, pero estar cerca de Pedro le hacía muy feliz, estaba alegre de volver a su pueblo, estaba feliz de haber ido a la plaza, estaba feliz de haber aceptado quedarse con su amigo, al final del día, las gotas de sudor que había derramado habían valido la pena. 

THE INCREDIBLE AND LOVELY STORY OF PEDRO AND JUANWhere stories live. Discover now