Él y Ella

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Caminamos, hace calor, el sujeta su bici mientras entra a una tienda para comprar algo de beber, me quedo en la calle, justo frente a la puerta, cuando sale me da una lata, Coca Cola, la miro y volvemos a caminar, el habla intentando sacarme algunas palabras, intentando que sonría, pero no lo hago, permanezco en silencio, mirando la lata y dando pequeños sorbos.

- ¿Quieres hablar de detroit?

Lo observo por un segundo - Vale - susurro

- Cuéntame de que va la historia.

Vuelvo a mirar la lata y permanezco callada, quiero hablar, olvidarme del mal trago, pero no puedo, mis labios permanecen sellados y mi mente solo repite una y otra vez las escenas de horas anteriores. Caminamos en dirección a casa de mi amiga, su novia, el peso que me vendría bien ver a alguien más, que ella conseguiría animarme.

-Tortilla

Lo miro y comienzo a reír, ¿por qué?, no lose, solo sé que me ha hecho gracia esa palabra, él sonríe y cada vez que vuelvo a estar seria la vuelve a pronunciar.

Llegamos a su casa, ella estaba recién levantada, quizás no debimos venir, es muy temprano, hace apenas un rato que amaneció del todo, pero ella dice que entremos, abre la cochera, el deja su bicicleta y pasamos a la casa por la cocina, ellos caminan delante de mí, yo dejo la lata aun llena sobre la mesa de la cocina, suspiro y voy tras ellos hasta llegar al salón.

Nos sentamos en el sofá, hay gatitos por todo el salón, los miro y siento como mi amigo se tumba y me tumba sobre su pecho. Le pregunta si escucho el audio que yo mande por el grupo contando lo que paso, ella niega y yo la miro dispuesta a contarlo todo otra vez tensándome, pero él le pasa su teléfono poniendo el audio y aprieta mi cabeza contra su pecho tapando mis oídos, me tranquilizo un poco con ese gesto, cierro los ojos y escucho el latido de su corazón.

Ella va a vestirse para ir a caminar un rato, acaricio a los gatitos, y cuando ella esta lista salimos a la calle y vuelvo a meter mis brazos por mi camisa abrazándome, como si eso fuese a protegerme de todo, de vez en cuando miro hacia atrás, me siento insegura, como si ese hombre fuese a volver. Ellos hablan, pero yo me quedo callada.

Nos sentamos en un bar, él va a desayunar y nosotras nos quedamos fuera, cuando el acaba nos quedamos fuera hablando un rato, aunque yo no hablo mucho, él se levanta, compra una bola, de estas que piden los niños cuando pasa a cualquier bar. La miro, intento abrirla para saber lo que hay dentro, aunque ya sé lo que hay, no puedo y el la abre y me la da, jugamos un rato con lo que había dentro, haciendo el tono, era una especie de emoji con slime dentro, olía mal y era muy pegajoso, volvemos a guardarlo y caminamos por la calle, yo estoy algo más tranquila.

Pasamos por la feria, cuando llegamos a una calle donde un montón de bares, yo voy sujeta al brazo de ella, y él va a saludar a un señor mayor o al menos eso creo, pero no me centro en eso, porque de repente mis ojos viajan a él, tiemblo, agarro más fuerte el brazo de ella, veo en sus repugnantes labios como me dice algo, pero no lo escucho, sonríe y yo camino más rápido.

-Quiero irme de aquí por favor, necesito irme.

- ¿Es él?

Asiento y caminamos hasta la otra punta de la calle, y esperamos a mi amigo, tiemblo y me pongo a llorar, siento como me falta el aire y ella intenta tranquilizarme y me abraza, viene el, habla con ella, le cuenta quien es, sale corriendo a por él, tiemblo y lloro aún más, me siento insegura, como si fuese a morir allí mismo.

Cuando vuelve me pide que valla a hablar con él y yo niego sintiendo aún más miedo, me dice lo que ha hablado con ese hombre y me pide que vallamos a contarlo a la policía, pero yo me niego, solo quiero desaparecer, que nada ni nadie pueda hacerme daño, esconderme de todos los males que acechan.

Caminamos de vuelta a casa de ella, por el camino intentan calmarme, pero no lo consiguen. Cuando llegamos volvemos a sentarnos en el sofá del salón, ella me trae un vaso con leche y Nesquik, lo agradezco y bebo un poco, y cuando pasa un rato, mientras poco a poco voy dejando de llorar y tranquilizándome un poco, mientras el acaricia mi pelo, me duermo.

Cuando desperté era ya medio día, los dos me acompañaron a casa, cuando llegue no había nadie, mis padres llegan cuando estoy comiendo algo en la cocina, finjo que estoy bien, que nada ha pasado, ellos se ríen y van a salón a descansar y yo me encierro en mi habitación.

No les cote lo que paso, no quiero que se preocupen por mí, no quiero que sufran, son felices así, y yo empiezo a pensar que quizás no fue buena idea contarles a mis amigos lo que había ocurrido con ese hombre. Ellos estaban mejor sin saberlo, sin preocuparse. De repente me siento peor todavía, ¿qué hubiera pasado si no hubiese dicho nada? quizás ahora estaría peor aún. 

Cartas de AlivioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora