– ¡Ahh! – Pego un grito de desesperación.
No sé dónde me encuentro, ni si piensan sacarme de aquí algún día, pero tiene pinta de que no.
La puerta de la habitación está completamente cerrada con llave. Las paredes son blancas con tonos amarillentos, y apenas hay una ventana que deja pasar la luz. Tan solo hay una cama en la esquina, además de una mesilla al lado donde reposa una pequeña lamparita.
Conclusión; Este sitio no es un alojamiento de ensueño, ni se asemeja en nada a una habitación de hotel calificado con cinco estrellas.
–¿Alguien me escucha?, ¿por qué estoy aquí? – Vuelvo a gritar mientras aporreo la puerta como si me fuese la vida en ello.
No es de agrado estar aquí encerrada. Ni si quiera sé como he llegado hasta aquí. Estaba durmiendo tranquilamente, y cuando he abierto los ojos, ya no estaba en mi cama. Ya no estaba en casa, sino en este lugar tan escalofriante a la par que desquiciante y agobiante.
– Esto va en serio, mi padre es millonario, y en cuanto se entere de todo esto, os va a poner una demanda. Tenemos abogados de los buenos, contactos, y vais a acabar en prisión. Si me dejáis salir, prometo no tomar represalias. – Menciono cada palabra recordando el sermón de mi padre.
Me ha puesto al tanto de los peligros miles de veces, pero nunca le he hecho caso.
He estado demasiado ocupada aparentando ser alguien que no soy para cuadrar en la sociedad. Tanto, que me he saltado las reglas hasta el extremo de haber estado fuera de mi casa más días de los convenientes sin avisar a mis padres. Me he metido en grandes líos, he visto cosas, y me he dado cuenta de lo duro que es todo fuera de palacio. Quizás por eso estoy aquí, porque el destino me ha castigado por no obedecer y haber hecho lo que me ha venido en gana.
El silencio sigue intacto. Nadie dice nada, y a mí ya no me quedan fuerzas para malgastar mi voz. A lo mejor la estancia está insonorizada, y por eso nadie me escucha.
Un sentimiento de pánico vuelve a invadirme. Puede que este sea mi final, y tengan la idea de dejarme aquí encerrada hasta morirme de hambre, o de frío, quien sabe, lo mismo pierdo la consciencia sin si quiera enterarme de quienes, o quien es mi secuestrador, o como la sociedad quiera llamar a esta clase de seres humanos. Me imagino que al menos una persona ha tenido que ser, aunque no debe de estar bien de la cabeza.
Me tiro al suelo rendida. Esto es un caos, y ni si quiera tengo móvil, ni un triste medio para avisar a la policía. Me temo que estoy...perdida.
–¿Has terminado ya de dar voces?, no sirve de nada que grites.
–¿Quién eres?, ¿también estas secuestrado?
Escucho unas risas. Después de todo, le hacen gracia mis problemas.
– No estás atrapada, yo llevo aquí desde los quince años, y esta es mi casa. Te acostumbrarás a estar aquí, Elena es muy buena anfitriona.
–¿Y quién es Elena?, ¿y por qué estoy aquí? – Pregunto en un hilo de voz. Puede que sepa los motivos por los cuales, en vez de estar en mi dormitorio, estoy en este sitio tan descuidado. No debe de haber señora de la limpieza.
– Estás aquí porque yo te pedí, Elena me da todo lo que quiero, a cambio de quedarme, eso por supuesto.
– Que, ¿qué?, ¿cómo que me pediste?
No entiendo nada, ni que yo fuese algo que se puede llevar, así como si nada. Como una especie de objeto, o algo parecido. Vamos, que estoy aquí por capricho suyo.
– Me ponías de los nervios, siempre fuera de casa, sin obedecer a nada, exponiéndote a los peligros, haciendo cola para que te ninguneen, y te hagan daño. Eso estabas haciendo, ponerte en peligro en vez de comportarte como una señorita consciente de lo que hace. Bonita, necesitas una lección, saber que no puedes desobedecer las reglas tan a la ligera. Pero estas de suerte, porque yo te voy a enseñar a ser una dama. Mejor dicho, a ser digna de mí.
– ¿Perdona?, ¿digna de quién?
Estoy alucinada, me ha dejado sin palabras. No entiendo porque tengo que ser lo que otros quieren, si puedo ser yo misma.
– Sé lo intimidante que resulta, entiendo que ahora estés preocupada, y no sepas lo que va a ser de ti. Comprendo tus miedos, y las tantas preguntas que ahora estarán ocupando tu mente. Pero no debes tener miedo, y menos de mí. Cuando vine también estaba asustado, me pidió Elena que es la dueña de todo esto, y gracias a ella he aprendido a controlarme
– ¿y qué pasa con tu familia?, ¿no los has visto desde entonces? – Me atrevo a preguntar.
– Elena es mi familia, mis padres no sé que habrá sido de ellos, ni me importa. Además, no te he dado permiso para preguntar, y menos temas personales. Nunca hablo de mi vida con nadie, y tu no vas a ser la excepción.
– ¿Puedes decirme al menos tu nombre?, ¿y la razón por la que me has pedido si mismamente mis amigas se han comportado peor que yo?
– Para ti soy señor Grey, eso es lo único que puedes saber, y si estas aquí, es porque las demás no son tú, fin de las explicaciones.
–¡Pues vaya mierda!, eso ni si quiera es una explicación, ¡y no estoy dispuesta a quedarme aquí! – Grito, apenas sin fuerza en mi voz. – Sácame de aquí. – Suplico, con miles de lágrimas inundando mis ojos.
– Yo también estaba como tú, y te aseguro que después agradecerás haber estado aquí. – Una sombra se hace visible frente a mí. –Te irás cuando haya conseguido lo que me he propuesto, hasta entonces, no te vas a ir a ninguna parte.
Su sombra se hace visible del todo y me deja helada.

ESTÁS LEYENDO
Capricho tuyo
Fiksi PenggemarTengo miedo de ti. Miedo a lo que me haces sentir. Sólo soy un capricho tuyo. ¿Pero durante cuánto tiempo?