CAPITULO 15: Tocar fondo como yinn.

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Todo tiene su lado bueno: en este caso, contemplar cómo mi otrora rival, Andrés, tenía que escuchar (brazos cruzados sobre el pecho, sonrisa ambigua, y ojos muy abiertos) la retahíla de historias que se traía Betsabé sobre su amistad con Yulen, que llegaría en una hora, y sobre el grupo inicial en el que estuvieron juntos.

– Qué interesante, un grupo. – dijo Andrés, risueño: – Desconocía esa faceta de ti.

Betsabé ya había hecho varias veces mención a su actividad musical con Yulen, cuando se llamaban Unisón, cuando íbamos a las sesiones de Andrés en el gym Arena, en comentarios que había dejado caer como por azar ("Hoy tengo ensayo con mi grupo", "En mi grupo nosequé, en mi grupo nosecuánto") pero, sencillamente, al monitor le había importado un pimiento, y la verdad es que ni se acordaba.

Ya el día anterior, Betsabé se había mostrado muy nerviosa. Se había pasado toda la mañana comprándose ropa y maquillaje para estar a la altura de la flamante y emergente popstar, y no pude resistirme a hacerle un comentario picajoso:

– Caray... con lo poco que te gusta ir de compras... ¿qué pasa, quieres competir con el glamur de Yulen?

– Y este es el motivo por el que siempre prefiero que la gente de mi alrededor no sepa apenas nada de lo que hago... – suspiró molesta.

– Hey, hey, oye, perdona, no pretendía resultarte hiriente... ¿y desde cuándo yo soy "gente", así, en general?

– Karim: tu comentario es el típico que hubiera hecho mi madre, o el compañero chinche del trabajo.

 – Pues yo creo que eres tú la que está a la defensiva.

– Paso de ti, Karim. No voy a dejar que me pongas de mal humor.

– No era esa mi intención; pero bueno, ¿qué te pasa? – había estallado yo al fin: – Creo que empiezas a tener un problema con todo este asunto de Zafir Victoria. ¿Te incomoda su éxito porque te bajaste del carro justo antes? ¿Porque lo minusvalorabas, porque ahora es algo más que el chico feúcho al que dijiste "no" en el insti?

– ¡Eres imbécil! – me había contestado ella, ya camino de su dormitorio.

Así que, a falta de una hora para que Yulen se presentara allí, Betsabé estaba agitada, esforzándose en recibir a su antiguo compañero con un buen ánimo, aunque la invadía el desasosiego. Algo que la hacía sentirse culpable, mezquina. Luchaba con todas sus fuerzas contra ese sentimiento.

Andrés, por su parte, comentó al respecto:

– La verdad es que yo no soy de música dance, pero las canciones del grupito ese son muy alegres, vienen muy bien para entrenar y eso, te dan subidón.

– ¿A que sí?- convino Betsabé, con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes.

– Oye, pues qué punto, resultar ser ahora la amiga de un cantante de éxito.

– ¡Bueno! Y podría haber sido su novia, pero ella no quiso. – intervine yo sin poder evitarlo.

– ¿En serio? – dijo Andrés.

Betsabé procuró ignorar mi comentario:

– ¿Por qué no te quedas, y así le conoces, Andrés? Es un tío genial.

– Eso. Además, es bi. Así que igual, con un poco de suerte...

– ¿Quieres dejar de decir chorradas, Karim? – me riñó ya Betsabé.

– ¿Qué pasa? – me defendí: – Yo solo se lo digo para que no le pille de sorpresa si le tira los tejos; la gente cuando triunfa, pierde la vergüenza.

Sinceramente, después de haberle dicho esto, me sorprendió que accediera y se quedase para conocer a Yulen. Siendo tan adusto, no me esperaba que tuviese interés en una estrella del pop. Andrés parecía ajeno a ese tipo de frivolidades.

Yulen llegó en un discreto coche a la Jazminera, donde yo fui a recogerle para acompañarlo hasta Dar Annafura. Allí, en la puerta, le esperaba Betsabé, junto con Andrés en un segundo plano. Terminando de subir la escalera de piedra, Yulen se quejó:

– Uf... tengo que hacer más ejercicio...

Antes de que pudiera recuperar el resuello, Betsabé se le había echado en brazos, y él, tras la sorpresa, rió complacido.

– ¡Pero qué bien hueles, por Dios! – exclamó Betsabé al separarse. Estaba inesperadamente exultante. Siguieron: "Estás guapísimo"; "Se te ve fantástico" y "Cuánto glamur". Desde su posición atrás, Andrés me lanzó una mirada escrutadora: "Ah, hijo de puta, eso es lo que querías", pensé: "Ver cómo me lo tomo. Qué chasco te vas a llevar." No me sorprendía a aquellas alturas, porque yo ya sabía que Andrés era mucho más oscuro de lo que Betsabé era capaz de percibir. Y ahora estaba oliendo sangre, y se relamía.

 Si aquel tipo diera rienda suelta a sus instintos no me cabía duda de que violaría a Betsabé delante de mis narices, y luego me mataría, seguramente despacio y disfrutándolo. Pero tenía muy bien amaestrada a la bestia que llevaba dentro.

Karim, Alma de Fuego (2ª parte). Capítulo 15.Where stories live. Discover now