– Sabes, nos han pedido una balada. Con el objetivo de ampliar mi público, llegar a más gente. Si triunfas con una balada, pero triunfar de verdad, te acaba conociendo hasta la señora mayor que lo único que escucha es Radio María. Había pensado ponerme a ello estando aquí, porque la verdad... estoy bastante bloqueado. – Hizo una pausa: – Y en noviembre quieren lanzarnos al mercado internacional... Tengo ya pregrabada una canción muy, muy buena para eso... pero en absoluto es una balada, todo lo contrario. Es un tema frenético... Se me ocurrió después de una noche montándome en las atracciones de feria más locas que había. Para descargar tensión. Uf... Sabes, cuando nos subimos al escenario y ofrecemos nuestro show, y vemos a la gente entusiasmada y feliz, entonces me siento privilegiado y disfruto como nunca... Pero entre tanto, a veces... es agotador. El éxito no se regala, amigo, te aseguro que no, y que a veces te planteas si merece la pena. Y como artista, aunque el triunfo te motiva, a veces esa vorágine te succiona, y te seca. Y la presión... En fin...
– Si me lo permites, yo puedo ayudarte con esa balada.
– Te lo agradecería. – respondió sin casi dejarme terminar la frase.
Esa misma tarde, a la hora de la siesta, me fui a la sala de música, cogí papel pautado (aunque no solía usarlo) y me senté al teclado. Pensé en la carta escrita por Yulen que Betsabé me había dejado leer: la recordaba palabra por palabra. También lo que ella había dicho: "la guardé porque era la carta que siempre quise que me hubieras escrito tú". Me centré en esa época, en esa Betsabé adolescente que tanto se moría por mí, mientras rechazaba a otros pretendientes. En su sonrisa y en su candor de antaño. En su dulzura. No era de extrañar que Yulen se hubiera pirrado por ella. Pobre chico. Menudo triángulo. Me puse en su lugar y la música surgió sola.
Al anochecer, ya la había terminado, y se la entreguéa Yulen. En la tumbona del mirador, delante de la pantalla del ordenador viendo una peli con Betsabé, se sorprendió cuando vio la partitura:
– ¿Ya, tío?
– Sí, bueno, no es una melodía complicada pero... con los arreglos adecuados y tu voz, funcionará de maravilla.
Esa madrugada, mientras Betsabé y Yulen dormían, bajé a la playa. Bajo la luna llena de agosto, entre el rumor de las olas y el ulular del viento nocturno, dibujé una estrella de ocho puntas en la arena húmeda, y luego, con un gesto de mis manos, prendí fuego en sus aristas, creando una hoguera. Luego, me desnudé y me metí dentro, fundiéndome en él.
Andrés vivía en un bonito apartamento, en la Jazminera. Siendo la noche fresca, tenía abierta la ventana de su dormitorio, en el que me planté, a los pies de su cama. Contemplándole pensé que, después de todo, no era tan malo lo que iba a hacerle. En otra época hubiera acabado con él de la peor manera.
Junté mis manos y comencé a frotarlas, mientras susurraba:
"El anhelo de la piel que busca otra piel,
Con la fuerza de los besos que aún no se han dado.
Pasión destilada, candente y pujante,
Desea a Yulen con urgencia de amante..."
Abrí mis manos y exhalé sobre ellas, con un suspiroprolongado, cálido, hasta siete veces. Sobre el cuerpo de Andrés, se formó unacalígine centelleante, que flotó sinuosa unos segundos, y luego fue a posarse, lenta y delicadamente, sobre su piel. Él se estremeció en su sueño.
– Puede que hasta quizás acabes dándome las gracias. – bromeé en voz baja.
Me fui de allí y regresé a la playa. Resurgí, confundido con el fuego, en medio de la estrella que aún ardía y me materialicé, apartándome de las llamas, y fue adentrándome entre las olas, ahora más cercanas, para refrescarme y sosegarme.
Luego, de regreso en Dar Annafura, me duché a oscuras, junto a la piscina. Cuando subí, no me fui al cuarto de Betsabé, sino al mío. No quería encontrármela despierta, o despertarla yo, y que oliera el salitre y supiera que había estado merodeando por la playa, en plena madrugada.
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Karim, Alma de Fuego (2ª parte). Capítulo 15.
FantasíaKarim compone una canción para dársela a Yulen, que está en un bloqueado en sus composiciones. Luego usa un inusual filtro de amor instantáneo y pasajero contra Andrés, de quien sigue estando muy celoso, para confundirlo y alejarlo de Betsabé.