Capítulo 8

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En toda la clase no pude pensar en algo más más que en lo inevitable, la manera de deshacerme del demonio sin resultar herido pero con las condiciones que había puesto iba a ser imposible,cualquier cosa que podía pedirle iba a mandar mi alma al maldito infierno; mi trance fue interrumpido por Matilda quien chasqueó sus dedos frente a mi.

—¿Estás en Babilonia o qué?—. Preguntó discretamente.

—Ah no, es que estaba recordando algo—. Le sonreí con amabilidad.

No quería comentarle nada a ambos porque no sabía si me iban a creer o no pero era una sensación desesperante el tener que decir algo a alguien lo más rápido posible; lleve mis manos hacia abajo e intenté explicárselo lo más sencillo posible.

—Tilda...¿Te puedo hacer una pregunta?—. Le comenté.

—Si Erick pero cuando termine la clase porque el profesor nos puede escuchar—.Musitó.

—Esta bien...—. Susurré mientras volvía prestar atención.

Una vez que la clase terminó Matilda se dio la vuelta para preguntarme lo que tenia, comencé con temor  puesto que seguía desconfiado en lo que pensaría de mi.

—Emmm te quería decir cual era tu opinión de algo ¿Qué harías tu si un día alguien te cumple un deseo a cambio de tu alma?—. Intenté ser directo.

Hizo una mueca de confusión pero después sonrió por diversión.

—Pues mira, si se va a llevar mi alma de igual manera entonces le pediría algo único, que solo pueda tener una vez en la vida—. Comentó.

—¿No te importaría si fueras a morir?—. Le cuestioné.

—Si, creo que sería muy aterrador. Tal vez le diría que no se lleve mi alma—. Se cruzó de brazos.

—¿Crees que sea posible? ¿ Y si esa persona no quiere hacerme ese deseo?—. Me mostré nervioso.

—Entonces le podría decir que se la lleve después de 40 años—. 

Algo en lo que había dicho tenia sentido, si le pedía que se llevara mi alma cuando ya fuera viejo entonces ya no valdría mucho la pena, abracé a Matilda y le prometí dulces por su ayuda aunque no supiese la verdad. Salí del salón a toda prisa en busca de Valtiel pero me detuve abruptamente ya que no sabía en donde estaba, no sabía si tenía celular o algo por el estilo así que solo caminé a casa para ver si ahí era donde estaba, al llegar a la estación del bus alguien se hallaba de espaldas, una vez estando junto a esa persona me di cuenta que era el demonio.

—¿Para qué querías verme?—. Dijo en tono molesto.

—Emmm ¿Podemos hablarlo en mi casa?—. Le dije con temor.

—Me imagino que es por lo que quieres pedir—. Se giró a verme.

Sus palabras me sorprendieron al instante demasiado pero después me di cuenta que ya no era normal con alguien como él, me senté en la banca y seguido él me imitó colocándose junto a mi.

 —Supongo que ya sabes lo que quiero pedirte...—. Musite.

—La verdad no, jamás he podido adivinar lo que desean los humanos—. Respondió.

—¿Enserio? Creí que lo sabías...bueno, te quiero pedir el deseo—. Tragué saliva—Quiero...quiero pedirte que te lleves mi alma...después de 30 años—. Cerré los ojos.

Hubo un silenció, no quería abrir los ojos por miedo pero solo escuché la voz de Valtiel pronunciar una palabra.

—Esta bien—. Soltó.

Abrí los ojos y lo miré con sorpresa al ente que me veía con una sonrisa, era algo extraño en él pero se veía completamente diferente a lo que me había mostrado antes. 

—¿Esta bien? ¿No vas a poner alguna excusa?—. Le dije confundido.

—No, si es tu deseo entonces lo haré pero cuando se cumplan los 30 años a esta hora ya no vas a ser parte de este mundo—. Me explicó algo apenado.

—¿Qué sucederá contigo—. Le pregunté algo más calmado.

—Quiero pedirte un favor, antes de que me vaya de aquí voy a regresar al tablero y necesito que lo dejes en algún lugar lejano. Solo eso pido—. Me dirigió una mirad de simpatía.

—De acuerdo ¿Puede ser ya?—. Le pedí.

—Si, pasé poco tiempo contigo pero fue entretenido. por lo menos ya no vas a tener molestias de ahora en adelante—. Me dijo.

Nos levantamos para irnos rumbo a mi departamento, fue un viaje aun más incomodo ya que no volvería a verlo hasta después de mucho tiempo,  una vez en la mi casa tome el tablero y nos fuimos a un parque se encontraba en el centro de la ciudad, no hubo una despedida ni nada por el estilo, solamente dejé cerca de una banca el tablero y me fui rápidamente de ahí, viendo a Valtiel de pie viendo como me alejaba. El resto del día estuve en la escuela junto a Sam y Tilda, no quería recordar nada de lo que había sucedido pero siempre lo recordaba, recordaba aquel demonio que de alguna manera había estado junto a mi por corto tiempo. 

Han pasado 10 años desde que vi a Valtiel por última vez, nos encontrabamos Sam, Tilda y yo sentados disfrutando la tarde. Sam propuso ir a un boliche para celebrar su matrimonio, a lo lejos escuché demasiado ruido en el establecimiento, un grupo de  chicos de igual manera disfrutaba la tarde como nosotros pero parecían más jóvenes, no sabía si había sido imaginación mía pero me había parecido ver a Valtiel sorbiendo de un vaso de cerveza mientras reía. 





En tu eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora