Capítulo 6

213 23 1
                                    

—Acabas de salvar a mi ropa interior Erick—. Entró a la sala Matilda con un gesto de alivio.

Mi pecho se sentía como un tambor a un ritmo inquietante, cerré los ojos fuertemente en cuanto la escuché llegar, no quería que viera algo fuera de lo normal conmigo y mi casa pero su voz me hizo volver a abrirlos.

—¿Qué sucede?—. Tocó mi hombro con preocupación.

—¿Qué?—. Expresé confundido.

—Te agradecí por haberme dejado entrar a tu baño pero te quedaste con los ojos cerrados—. Respondió.

Miré rápidamente a mi alrededor y ahí seguía el sujeto con los brazos cruzados y recostado en el sofá como si nada estuviese pasando.

—¿Qué ves?—. Cuestionó Matilda mirando hacia atrás con temor.

—N-No es nada, creí que había dejado algo en el sofá pero no era nada—. Sonreí improvisadamente.

—Okeeey...¿vienes conmigo a la escuela?—. Me miró nuevamente.

—Ehh todavía debo de ducharme, puedes adelantarte. Yo te veré ahí—. No quitaba mi sonrisa absurda pero ella ya comenzaba a notarlo.

—¿Seguro que estás bien? ¿No quieres que vaya por medicina?—. Tocó su mano mi frente.

—¡Estoy bien! Mejor ve ya a la escuela, o si no a ambos se nos hará tarde—. Me aparté de ella.

—Vale vale, te dejo. Nos vemos allá después—. Se acomodó su mochila y salió del departamento.

En cuanto salió regresé la mirada con Valtiel quien miraba la escena con poco interés e inclusive parecía que estaba a punto de dormirse.

—¡¿Cómo es que ella no pudo verte?!—.  Le pregunté con asombro.

—¿Por qué crees idiota? Yo puedo hacer que me vea la gente que quiero que lo haga—. Comentó.

—Carajo... sí que eres algo especial—. Musite.

—¿"Especial"?—. Se levantó molesto.

—Oh me refiero a que se ve que eres poderoso, por favor no me mates—. Le supliqué de rodillas.

No dio un pasó más, solo comenzó a reír sin sentido a unos dos metros de mi, fuera o no por mi culpa quería que se mantuviera en ese estado y no en otro donde me torturara hasta el final de los tiempos. Me volví a incorporar y di unos pasos hacia atrás sin apartar mi mirada de él, no sabía si estaba loco o solamente no había reído en años.

—Detente ahi—. Me dirigió su mirada.

—¿Q-Qué?—. Le dije temeroso.

—Quiero desayunar algo, llévame a algún lugar—. Ordenó.

—P-Pero tengo que ir a la escuela...—. Susurré.

—Ese no es problema mio, quiero ir por algo de comer y ¡Quiero que sea ahora!—. Tornó sus ojos a rojizo brillante.

—Tienes razón ¿Quién necesita la escuela? V-Voy por mi chamarra y en un momento salimos—. Corrí a mi cuarto golpeándome el hombro con la pared.

Sin pensar otra cosa tome mi chamarra y salí de la habitación para no hacerle esperar, su inquietante mirada me ponía nervioso incluso cuando estábamos en la cafetería , osea en público.

—¿Comerás mucho?—. Le pregunté dubitativo.

—¿Por qué la maldita pregunta?—. Inquirió.

—Es que no traje mucho dinero, debo de ir al supermercado por más comestibles—. Respondí.

—¿Cuando carajos te dije que me invitaras? Yo sé que eres un fracasado sin dinero, te quedarías lavando platos como pago por lo que voy a pedir—. Resoplo.

—¿Si te pidiera que me dejaras en paz para siempre te llevarias mi alma al momento?—. Pregunté con valentía sin mirarlo a los ojos.

Su silencio no lo podía interpretar, tenía miedo de alzar la cabeza por su reacción así que me quedé mirando mis sudorosas manos.

—No me voy, me quedo—. Dijo sin más.

En tu eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora