Capítulo cinco: El amor es impredecible.

1.3K 134 79
                                    

Mirio se quedó todo el camino de vuelta a su casa pensando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mirio se quedó todo el camino de vuelta a su casa pensando.

Era posible que Tamaki tuviese más responsabilidades que su trabajo, que debiese preocuparse por cosas más importantes que su supervivencia diaria.

Y que quizás él solo había llegado a invadir su vida de la manera más irrespetuosa posible, ahora que lo pensaba se sentía mal por forzar a Tamaki a cambiar sus malos hábitos y estilo de vida, él no era nadie para imponerse en la cotidianidad del escritor, un adulto, que sabe lo que hace y como debe comportarse.

Quizás su ego lo traicionó está vez, quería sentirse útil un poco más, que su función como doctor se extendiera a cuidar de Tamaki, alguien que realmente no necesitaba cuidados.

Ahora que había visto a ese pequeño lo entendía.

Después de todo... A él le ocurría algo similar. Pero en contexto y circunstancias totalmente distintas.

Necesitaba retomar su distancia, que la relación que había establecido con el pelinegro volviese a ser de doctor-paciente limitándose a chequear su salud física cuando él lo considerase necesario y dar recetarios médicos.

Demonios... ¿En qué había pensado involucrándose con alguien como Tamaki?

¿Cumplir la fantasía de ser el amigo de tu escritor favorito? ¿Alguna historia cliché platónica de hospital? De la manera en que lo viese era patético y lo hacía ver a él como alguien desesperado por formar alguna relación con alguien sin importar de qué tipo fuese.

—Realmente debo alejarme...

Después de todo debía estar completamente libre para cuando pudiese verla a ella de nuevo...

Murmuró para si mismo buscando las llaves de su departamento en el bolsillo de su pantalón, la puerta blanca frente a si tenía una leve marca de las veces en que llegaba muy tarde de su trabajo y accidentalmente se golpeaba por estar tan cansado. Soltó una risa por ese recuerdo, risa la cual se borró de inmediato al notar que las llaves no estaban por ningún lado, revisó en su chaqueta pero tampoco había nada.

De seguro las había dejado en la casa de Tamaki

— Demonios

Gruñó por la bajo, ahora tendría que volver donde Tamaki para recuperarla, justo cuando había decidido cortar contacto.

— Que suerte la mía

— Que suerte la mía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 26, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Para amar [MiriTama] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora