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"¿A quien ves en tu reflejo?"










–Joven Jeon...–la puerta se había abierto en el mejor, o quizá peor momento, dado que los labios de aquella pobre chica expulsaban restos de sangre por los golpes que, con anterioridad, un exhausto Jungkook propinaba a la misma.

Jungkook yacía frente a la fémina, sus cabellos obscuros cayendo por su frente con gotas de sudor pegando algunos mechones a la misma. Los puños de su camisa blanca doblados hasta sus codos y aquel pantalón negro de vestir doblado igualmente hasta sus pantorrillas le hacían lucir el doble de atractivo, según el mayor que observaba curioso la escena. Su gesto mostraba la molestia que le causaba ser interrumpido, pero también, la excitación que le recorría las venas cuando el terror en la mujer parecía implantarse aún más, notando la presencia de su mayordomo quien, ausente, parecía ignorar por completo la escena.

–¿Qué necesitas, Seokjin?

El mayor entró a la habitación con el cuidado necesario para que nadie del exterior pudiera siquiera darse cuenta de lo que sucedía ahí dentro. Observó en silencio los restos de lo que antes pudo ser una chica realmente hermosa, como las que le atraían a su joven amo. La mujer miró hasta su dirección, comenzando a balbucear y a gruñir todo lo que ese feo bozal le permitía. Sus piernas se alzaban por sobre la mesa de madera fina, atados sus tobillos a las patas de la misma. Lo que antes eran unas largas y bellas manos, ahora sólo mostraban desgaste y restos de piel horriblemente desfigurados. Sin embargo, ella tenía el brillo que a Seokjin tanto molestaba, y era esa esperanza, sofocante anhelo que hacía a la pobre y desdichada mujer, moverse desesperada sobre la madera. Al notar aquello, Jungkook, disgustado pero sin dejar que algún gesto figurase en su bello rostro, propinó una cachetada que incluso al invitado le dolió, desviando rápidamente la mirada.

–Su padre, el señor Younghae, le busca en la sala, joven Jeon...–dice, posando sus ojos hasta donde el mencionado limpiaba sus puños con lo que parecía ser un trapo viejo y desgastado.

–Por favor, dile que en seguida bajo.

Seokjin era empleado del secretario de gobernación desde que podía recordar. Sus padres, al igual que él, habían decidido brindar su vida y sus servicios hacía el hombre y su hijo, Jeon Jungkook, quién, a pesar de solo haber tenido 5 años cuando su padre tomó el cargo, se había convertido en el sol más brillante del gabinete presidencial.

Él estaba feliz de brindar ese amor fraternal al menor de la familia, sin darse cuenta, se había convertido en el niñero personal del pequeño, en su hermano mayor, atendiendo sus necesidades, llevándolo a cumplir cualquier capricho y cualquier ocurrencia que éste tenía; verlo crecer se convirtió en su hobbie favorito, y su sonrisa en su momento más preciado...








Hasta aquel día...










–¡Jeon Younghae!

Todos los presentes corrían despavoridos por la sala principal, ocultándose en cualquier lugar donde sus morfologías entrasen. Habían tantos charcos de sangre, por las paredes regadas las huellas de la desesperación, y otros tantos gritos de dolor al fondo que, ni siquiera el pobre Jungkook, quien movía sus pequeñas falanges sobre el resorte de su chaleco, pudo evitar entrar en un trance, inmovilizándose a sí mismo en medio de todo el caos.

–¡¿Dónde mierda te has metido, cucaracha?!–gritó el hombre armado que entraba en la habitación, llevando su mirada hasta donde el hijo del mencionado yacía mirando a la nada, temblando. 

Decir que se había maravillado ante su presencia y alegórico rostro infantil era poco y apenas la punta del iceberg que había llevado a que el hombre avanzara sobre el corredor. La belleza del más joven de los Jeon era algo destacable por todos los medios de comunicación, dando crédito a la hermosa mujer con la que el presidente había contraído matrimonio. El hombre no era ciego, mucho menos exigente, pero cuando notó los ojos del menor alzarse sobre su espejismo, su suerte ya estaba dictada.
Se acercó aún más, descargándose de sus armas para elevar ambos brazos en son de paz, mismo que bien podía notar el infante, era aún más preocupante que morir por un tiro directo.

Inocente || (Yoonkook/Kookgi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora