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"No voy a redimirte."







Condenado a una carga emocional ajena, caminaba por la obscura ciudad de Daegu, sintiendo mis piernas flaquear debido al efecto del alcohol y a las pocas horas de sueño que había adquirido.

Mi familia estaba rota, por mi culpa. Y eso jamás me lo perdonaría.

Vagos y fríos pies que habían llegado al fin, a aquel paraje lleno de nostalgia, dolor y falsa esperanza. Ese lugar donde los débiles restos de Min Yeri descansaban.










Min Yoongi, estudiante de psicología, alumno estrella en su clase y el ejemplo a seguir en su familia. A sus cortos 21 años, se podía posicionar entre los prospectos de éxito que la universidad de Seúl podía pedir. Si, era sencillo jugar al rol de persona perfecta. 

–Creo que voy a vomitar–dijo la peligris, tocando su estomago y rodeándose a si misma con ambos brazos. La fiesta de bienvenida universitaria había acabado antes de lo que los hermanos Min habían esperado, pero, para la mala suerte del mayor, Yeri estaba lo suficientemente ebria para llorar por aquel hot dog que Yoongi había tirado por accidente en lo que ambos habían denominado su aventura de la noche, terminando ambos con un hambre poco amable, y por consecuencia, acabado en ese restaurante nocturno de mal a muerte que tanto amaba su hermana.

–Sabía que ese famoso taco te caería mal con la cantidad de alcohol que llevas dentro, genio. –soltó sarcástico antes de brindar a su hermana su chaqueta.

Caminaban por la fría noche en la ciudad de Daegu, a paso lento debido a las largas y torpes piernas de la fémina, y con sus padres, preocupados, en camino a recoger a ambos estudiantes con un punto de reunión fijado horas antes. Yoongi no podía estar más molesto, la irresponsabilidad de su hermana podía llegar a ser lo suficientemente autodestructiva como para tenerles en la vergonzosa situación de riesgo que atravesaban al andar sobre las desoladas calles de ese barrio, conocido por lo violento y peligroso. Si bien, la joven era inteligente y una bien preparada adolescente en sus años de oro, Yoongi atesoraba más los momentos que compartían en casa, cocinando para ellos mismos o simplemente conversando hasta dormir, su relación, era bastante cercana.

Dos pasos más, Yeri estaba en el suelo, maldiciendo a un automóvil que, tal vez por casualidad, había pasado demasiado rápido, empapando a ambos de agua sucia y tumbando a una ebria con poco control motriz. Yoongi miraba de vuelta aquel lujoso automóvil, mordiéndose el interior de la mejilla cuando elevaba el puño y, sobresaltando a la menor, desahogaba la furia que llevaba acumulando desde horas atrás cuando su hermana hacía el berrinche del mes.

–¡Hey, fíjate como conduces, imbécil!

–¡Cállate, Yoongi!

El auto y la persona dentro, parecieron escuchar aquel insulto, retrocediendo hasta donde ambos se situaban. Era un auto negro, los vidrios polarizados, bastante elegante para estar en esta zona del barrio, pero sin embargo, ahí estaba, reflejando ambos rostros confundidos sobre el cristal, hasta que el conductor bajó la ventana.

–Lo siento, niños, iba muy rápido y he mojado a tu novia.–habló el hombre de no más de 40 años que asomaba con curiosidad la cabeza, con canas adornando sus patillas y algunos mechones más, mirando lascivamente a una Yeri asustada refugiándose tras el brazo de su hermano, quién para la mala suerte de la menor, había entrado en un estado de pánico. No era un cobarde cuando se trataban de peleas callejeras, al contrario, podía contar con orgullo las veces en que había salido victorioso y con apenas rasguños de éstas, teniendo su nombre bien reconocido entre las personas de su barrio. Pero este no era su hogar, ni su gente, y este hombre apestaba a mal augurio.

Inocente || (Yoonkook/Kookgi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora