Inocente || (Yoonkook/Kookgi)

4.

El ambiente estaba tenso. Cada individuo presente en el lugar, estaba observando con pesadumbre la puerta principal, esperando. Algunos petrificados, otros intentando auyentar los pensamientos en conversaciones vacías consigo mismos.

Namjoon acababa de informar que Jeon Jungkook venía en camino, y Yoongi, quien esperaba sobre su escritorio, no podía estar más ansioso.

Leyendo y releyendo aquel expediente vacío con apenas una fecha de nacimiento y un título  en negocios internacionales otorgado por la misma universidad que le había visto crecer, parecía no encontrarle sentido a la acusación que llevaban contra el hijo del presidente, y sin embargo, Yoongi tenía una corazonada, una que había iniciado su apasionante búsqueda por el dueño de aquellos ojos tristes y vacíos que había encontrado entre las personas en las grabaciones.
Estaba sorprendido por la cantidad de menciones en esos prestigiosos periódicos, los títulos que la sociedad decoraba sobre él, parecían elevar aún más el interés del detective, delineando con su pluma el nombre del citado, dibujando su principal sospechoso como uno de los genios de la generación.

"Potencial y talento humano nato."

Ya veríamos eso...

–Buen día, ¿se encuentra el señor Min Yoongi?

Apenas una cálida voz, pero tan esculpida como una máquina podía ser. Su mirada llegó hasta un joven alto, trajeado y de rasgos faciales marcados y hermosos, quién, sin notarle aún en la habitación, hablaba con el moreno. Yoongi se las olía, desde el pantalón hecho a la medida, hasta la petulante marca sobre el chaleco del mismo sobre la altura de su pecho, había llegado el momento, y su asiento era enviado contra la pared cuando el pelinegro se disponía a caminar hasta la escena.

Detrás de él, yacía un cuerpo un poco más alto, imponente, cubriendo sus ojos con unos sofisticados lentes obscuros, permitiendo que solo un pobre mechón de cabello cayera por su frente, teniendo el resto perfectamente recogido por una coleta trasera. De buena presencia y un traje de sastre presumiblemente hecho a la medida, tal cuál el joven hablando frente a él. Perfecto y pulcro. Su gesto, casi tan frío como el del mayor, estaba apuntando fijo hasta un punto en particular, dónde uno de los cuadros del detective en turno yacía colgado. Parecía tan ensimismado en este que, incluso cuando Yoongi, ganando absoluta atención, caminó por toda la sala hasta posicionarse junto al sospechoso, él se mantenía inmutable.

–"The last judgement"*

–¿Conoces la obra?

–Por supuesto.– su voz era inconfundiblemente ronca y varonil. Su porte con las palabras no hizo más que ganarse un gesto de sorpresa por parte de varios presentes, menos de su acompañante, quién, se limitó a mirar curioso. –Miguel Ángel es uno de mis artistas favoritos, y tengo que admitir lo impresionado que estoy ante lo irónico de la situación.

Yoongi no evita la curiosidad que le escala ante el último comentario, buscando nuevamente los ojos de quién yacía mirando hasta él.

–¿Disculpa?

–Me está juzgando, Min...

Por fin, su atención pasó a ser parte del campo de vista del mencionado, con total concentración hasta la manera en que el más bajo abría sus ojos, curioso, y los lentes oscuros fueron apartados de sus ojos.

De pronto, Yoongi se sentía tan pequeño y aturdido ante la intensidad de su mirada, tanto que pudo apostarle a cada centímetro de piel que se estremecía en él. No tenía tiempo para retroceder, ni para permitirse incomodar por alguien tan menor a sí. No se movió ni un poco, su cuerpo permaneció sobre su posición, duro, para sonreír con sorna hasta él.