Charlas al anochecer

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Después de la batalla de Hogwarts, todo en el mundo mágico era un caos. El Ministerio sufrió una gran y dura reforma interior: se modificaron las leyes, se replanteó la ética mágica y se reforzó la comunicación con el mundo muggle...

Aunque hubo algunos secretos guardados por cierta organización, una conmemorada por su gran labor, la Orden del Fénix.

El mayor de ellos era el hallazgo del cuerpo de cierto profesor de Pociones, en un estado muy alarmante, pero conservando las funciones vitales.

Ante los ojos del mundo mágico Severus Snape estaba muerto y, tras un duro juicio en el que el mismo Harry Potter fue un testigo clave, salió a la luz parte de su historia como doble espía y el lugar donde residía su fidelidad. Tras una importante lucha por parte del Niño que Sobrevivió dos veces, se logró reconocer a el temido Murciélago de la Mazmorras como un héroe de guerra.

Los miembros de la Orden del Fénix se turnaban para cuidar de el hombre de pelo grasiento, pero la persona más recurrente era una joven de cabello castaño, rizado y voluminoso, quien iba cada día, antes de que cayera el sol.

Al principio, para la hechicera más inteligente de su generación, el hombre inconsciente le era indiferente desde cualquier punto de vista. Poco a poco fue notando en él brotes de magia incontroladas y, como una niña a la que le han dado un juguete nuevo, comenzó a interesarse.

Comenzó, por cuenta propia y en total secreto a realizar hechizos para intentar contactar de algún modo con el hombre inconsciente.

Cuando ya tenía la esperanza perdida, encontró en un libro de la sección antigua un hechizo que le llamó la atención. Se llamaba Colloquium Abstral, una magia antígua usada por botánicos para identificar y estudiar el alma de las plantas.

Aquella tarde, justo hacía cinco meses de aquella fatídica noche y unas dos semanas desde que Severus Snape había terminado de eliminar todo el letal veneno de su cuerpo.

Fuera el sol se estaba poniendo cuando la joven se acercó a la cama de su ex-profesor en las Mazmorras y en los pasillos superiores los elfos de Hogwarts preparaban un delicioso banquete para la celebración de Halloween.

Ella colocó una silla al lado del cuerpo del joven profesor, por cualquier cosa que pudiera pasar, y se sentó en ella.

Se concentró, agudizó sus sentidos y controló que su respiración fuera pausada y mantuviera un tempo uniforme y constante.

- Colloquium Abstral - conjuró Hermione con la varita fuertemente agarrada y cortando el aire con esta, trazando primero los cuatro puntos cardinales y luego la bisectriz entre ellos.

Todo se tiñó de negro. La joven se levantó y comenzó a mirar a su alrededor. No había nada.

Comenzó a caminar a tientas entre ese lugar. Empezaba a pensar que se había equivocado al realizar el hechizo, pues cuando lo había practicado con plantas todo había salido perfectamente.

¿En que podría haberse equivocado? Buscaba la solución a esa pregunta, pero no hallaba respuesta. La castaña lo había realizado a la perfección, lo más metódicamente correcto posible. Comenzaba a desesperarse, ¿y si no podía escapar de allí?

El temor pugnaba por crecer en su interior y extenderse por todo su ser, cual metástasis.

- ¿Tan fácil es hacer entrar en pánico a la Gryffindor más sabelotodo? - se escuchó una voz grave muy de fondo.

- ¿Pro- profesor? - contestó la joven, entre atemorizada y extrañada.

La escena cambió y se encontraba en el aula de Pociones, sentada en primera fila, sola. Desvió su mirada hacia su propio cuerpo, portaba su uniforme escolar, totalmente pulcro.

Charlas al anochecer ~ SevmioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora