Un tequila

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Me senté en la barra de aquel club, mire al chico y le dije "Barman, dame un caballito de tequila, por favor".
Se acercó a mí con el tequila. Sus ojos que expresaban un ligero agotamiento me miraron, y de sus labios increíblemente humectados salieron estas palabras "Las penas no se ahogan siempre con alcohol, querida mía", después de esto puso una servilleta delante de mí y encima dejó el caballito.
Me quedé pensando en sus palabras, era algo que con obviedad yo sabía.
"No siempre lo hago, camarada", fue lo que pensé.
Aquella mala racha me estaba consumiendo, no sabía qué hacer, ¿Por qué no beber hasta el amanecer? Desperdiciar mi dinero en mí por una puta vez.
Fumar, bailar, conocer personas nuevas.
Mientras pensaba eso, sacaba un cigarrillo de la cajetilla, lo puse en mi boca y lo encendí.
Mientras lo fumaba jugaba con el caballito y admiraba a las personas bailar, beber y conversar. Muchos parecían ser clientes frecuentes, de esos que llegan a ir diario o todos los fines de semana, para poder "Ahogar sus penas y conocer gente nueva", me di cuenta que casi todos estabamos allí por la misma razón, la diferencia es que ellos amaban el licor, los hacia olvidar, desaparecer por un instante y dejar de lado su realidad, por eso es que iban tan seguido.
En cambio yo, prefería hacer una margarita en casa y sentarme a escribir, jugar con el humo de mi cigarrillo y pensar en la solución de mis problemas.
Esa era la diferencia entre ellos y yo.
Conciente de esto, tome el caballito de tequila, lo incline y lo bebí todo. Antes de volver a ponerlo en la barra, ví la servilleta que había dejado el barman.
Con pluma azul estaba escrito "Eres una chica hermosa, creo que deben ser muy grandes tus problemas como para venir aquí en mitad de la noche, pero yo veo potencial en ti, hallarás la solución. - Edgar"
Al terminar de leer aquellas palabras, mis ojos ya eran un río, giré mi cabeza  secando las lágrimas y ahí estaba él viéndome. Me dirigió una sonrisa y vino hacia mi. Al tenerlo de frente le dije "Inclinate hacia a mi, por favor", se inclinó y le dí un beso en la mejilla, me levanté y poniendo un billete sobre la barra le dije "Gracias, por esto y por no dejar que más personas se pierdan así". Me retiré y salí de aquel bar sintiéndome más fuerte y capaz.
Un momento, basta solo un momento, una buena persona y las palabras adecuadas para salvar a alguien.

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