Capítulo 5

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Día 9 en la Tierra 39-81.

"Las investigaciones para saber de dónde provino este misterioso héroe siguen en pie. El líder de los Vengadores expresó en la conferencia que se dio el sábado pasado, lo siguiente: -No sabemos quién sea la persona que nos ayudó, pero esperamos averiguarlo pronto para poder agradecerle.

Al parecer el equipo se encuentra agradecido por la ayuda y la CEO de Industrias Stark comentó en una entrevista que sin duda era el súper héroe más atractivo que había visto y que deseaba pronto..."

Loki apagó el televisor, eran suficientes noticias sobre él en los últimos días. ¡Por Odín!, habían pasado ya tres días desde que salvó Nueva York, ¿por qué los neoyorquinos no lo superaban?

Sacó de la estufa su té, lo sirvió en dos tazas y prosiguió a ponerlas en la barra. El domingo le sentaba bien, relajarse y acostarse en su cama a leer un buen libro siempre le gustaba; sin embargo, ese día no iba a ocurrir de esa manera, pues esta vez lo pasaría con Clarisse y no estaba seguro de querer pasar un día con la mamá de Tom. Tomó su taza y bebió de ella. El exquisito sabor a cítricos inundó su tráquea, relajando su cuerpo. Ya estaba en el ojo público, ahora solo debía esperar la invitación de alguno de los Vengadores a su equipo, la cual se estaba tardando.

-Buenos días, hijo. -La voz de Clarisse lo sacó de sus pensamientos.

-Buenos días... madre -respondió con una media sonrisa.

-Huele delicioso -expresó la mujer después de que el aroma a huevos revueltos con tocino llenó sus fosas nasales-. No puedo creer que seas tú quien cocine.

-Sí. Bueno, he aprendido bastante aquí, en Nueva York.

-Ya lo creo. -La mujer se sentó en el asiento frente a él y tomó el cubierto-. Nueva York te sienta a la perfección. Y adoro tu departamento -sonrió.

Loki asintió en un intento de guardar apariencias. Agarró el tenedor, pinchó un pedazo de tocino y se lo llevó a la boca.

-Tom, ¿crees que hoy podamos ir a la estatua de la libertad? Ya sabes, si no tienes nada que hacer. -Por un segundo pensó que le llamaban a alguien más, por lo que tardó un poco en responder gracias a la mención del nombre de su alter ego.

-Sí. Claro, iremos -respondió pasados unos segundos-. No hay problema.

Clarisse sonrió de nuevo y por un segundo, para Loki, fue como ver a Frigga. La extrañaba tanto que en ese preciso momento deseaba correr a la Torre Vengadores y exigirle a Thor que abriera el Bifröst; pero eso era más que imposible.

Al terminar de comer, se dio una ducha y cambió; ya listo, salieron del apartamento con dirección a la Isla de la Libertad.




Loki se puso unos lentes de sol. Era un día soleado, cosa que le desagradaba en ese instante, odiaba el sol y este parecía disfrutar de hacerlo sufrir. Hizo una mueca y observó a Clarisse tomar cientos de fotos de la gran mujer que se erguía frente a ellos. Para él no era la gran cosa, simplemente era una estatua de una mujer y ya, además, él había visto mejores que esa. Una de él hubiera estado mejor.

-Tom, cariño. Hay que subir -expresó la mujer contenta de estar ahí.

-¿Subir? -cuestionó con cara de fastidio. Clarisse borró su sonrisa al notarlo, su hijo se había aburrido, aunque no sabía si de ella o del lugar.

-¿Estás cansado? ¿Y si nos sentamos? -tomó la mano del hombre y lo dirigió hasta toparse con unas bancas debajo de los árboles. Ambos se sentaron-. ¿Fue una semana cansada? -Continuó.

En más de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora