Más vale pájaro en mano que cientos volando.

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De las razones que tuvo para unirse al grupo extravagante que eran los bárbaros Bebe y Tweek, la curiosidad fue la más sincera. Le gustaba pensar que no era egoísta. Es decir, como un pequeño que podía ver la magia como luces de colores suaves, para Mike era imposible no fijarse en los dos. 

Y la magia fluía entre Tweek y el viejo árbol como una blanca cuerda robusta y flexible, ondulando suavemente en el aire, invisible a la mayoría. Ignorada por quienes la conocían y podían verla. Exceptuando Mike. 

Pero, aparentemente, ninguno de los dos era consciente de la cuerda. 

Sus conversaciones anteriores al descubrimiento de Mike no eran escasas. Bebe tenía una personalidad llamativa que nadie pasaba por alto y Tweek, con sus constantes temores y temblores, era el bárbaro joven al que nadie podía desconocer. Además, luego de la muerte de Liam, Mike se había atrapado en medio de una trama oscura en la que conoció el lado de la personalidad de Bebe que estaba seguro que hasta la misma criadora desconocía. Entonces, después, cuando descubrió la magia de Tweek, fue el punto culmine para dejar de andar rondando por los dos sin dirección y atreverse a entrar. Y cuando supo que sus dudas probablemente no tendrían resultado, estaba tan enterrado en el centro, por fin sin dejar de dar vueltas, que no pudo abandonarlos.

Eran, en cierta manera, divertidos. Se podía ser egoísta sin saberlo y sin lamentarlo. Tweek era chillón y asustadizo, pero a Mike le agradaba calmarlo o alterarlo a base de frases tontas, hasta el punto que Bebe tenía que intervenir. 

Esa pequeña bárbara era todo bosque inexplorado. Principalmente seria con Mike, con el tiempo se volvió cálida y aún más alguien a quien nunca le podía adivinar el siguiente paso. ¿Qué iba a decir? ¿cómo iba a reaccionar? ¿qué deseaba? Molesta al principio e intrigante al final, terminó siendo el hogar donde la curiosidad de Mike decidió instalarse. Con esfuerzo y tiempo Mike y Tweek lograron encontrar las llaves de algunos de los candados que desencadenaban sentimientos más tiernos y expresiones más suaves, como también los secretos más prohibidos en la sociedad. Tweek ocupaba sus llaves casi inconscientemente, Mike tenía que esforzarse.

Si se trataba de preferencias, para Mike era más que obvio que ellos dos sobresalían sobre los caballos de Karen o los delirios de grandeza y sabiduría de Kelly. 

Adoraba el tiempo que pasaba a solas con ellos casi tanto como los entrenamientos, y los entrenamientos para Mike eran lo mejor. Se despertaba primero y estaba listo cuando los cuidadores entraban en la tienda de campaña. Algunos de la generación anterior lo habían re-nombrado como Ansioso, lo que era jodidamente divertido, porque su amigo sufría mucho de ansiedad y nadie le tenía un nombre especial para el caso. Mike lo aceptó en silencio porque le gustaba lo gracioso, y en verdad, que los mayores lo reconocieran y le tuvieran un nombre, cuando normalmente solían ignorarlostenía algo de reconfortante. También era conveniente porque a veces hacían como si fueran cuidadores y le daban a Mike consejos o advertencias de lo que vendrían en las siguientes clases y a veces lo quedaban sentarse junto a ellos en los horarios de comidas o descansos. Los de su generación encontraban a Mike increíble por interaccionar por los mayores, y siempre le pedían que revelara algunos de los consejos. Los únicos que quedaban fuera de la ecuación era Michael, que nunca se interesaba por algo, y Tweek, que tenía suficientemente miedo para preguntar. 

Ocupaba esos conocimientos y más en batalla y, por supuesto, les ganaba a todos sin siquiera desgastarse.

A todos... menos Bebe.

No era una bárbara especialmente fuerte, ni alta, ni con un poder mágico excepcional que podía controlar con adiestrada voluntad, pero siempre le ganaba. En el primer versus que tuvieron, apenas había empezado el encuentro cuando Bebe esquivó la estocada de la daga de Mike, le propinó un codazo en el pecho que lo distrajo a cauda del adormecimiento parcial del escudo y  luego lo derribó pegándole detrás de las rodillas. Mike tragó hierba fresca y tierra húmeda, giró para tener un mejor campo de visión y entonces Bebe ocupó el peso de su cuerpo apoyándolo sobre su pecho para mantenerlo acostado en el suelo y las piernas para mantener apresados sus brazos. Intentó botarla con las piernas, pero la falta de oxígeno y el malestar de adormecimiento en su pecho se lo impidió. Jadeando, resistió un tiempo más hasta que renunció a ganar y le dio la victoria a Bebe. Riéndose con jactancia, Bebe se sentó sobre el regazo de Mike. El sol brillaba en su cabello, creando un aura que emparejaba con su victoria. 

Las promesas de un bárbaro [South Park/Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora