Solo quedaba un día de libertad antes de que comenzara el siguiente semestre. Así que mi grupo de amigos y yo decidimos que sería buena idea salir a algún lado, preferentemente en donde vendiesen alcohol. Le dije a Mina, mi mejor amiga, que no pasaría la noche en el dormitorio, y ella me sonrió sabiendo qué era lo que realmente tenía planeado. Cenamos en un bonito restaurante que apenas había abierto el mes pasado y, con estómagos plácidamente llenos, partimos hacia el bar de siempre.
Al llegar, Hyunjin pidió la primera ronda para todos y en ese momento comenzó la noche de verdad. Me acomodé en uno de los taburetes y bebí allí, mientras todos los demás se entretenían bailando y bebiendo en la pista, lo cual no era realmente lo mío. De cuando en cuando aparecía alguno de ellos a pedirme que no fuese tan amargado, pero la realidad era que no era ni la mitad de bueno bailando y menos que menos haciendo el ridículo abiertamente. En parte. La verdad completa era que le estaba echando todas las miradas posibles a uno de los cantineros.
No era muy alto, tenía el cabello castaño, algunos finos mechones caían sobre su rostro. Se movía con fluidez detrás de la barra, sonriéndole a cada cliente que se acercaba y riendo cuando sus compañeros decían alguna broma o le pedían que dejara de coquetear con cada persona que debía de atender. Tenía unas manos realmente bonitas, y los músculos de sus brazos se contraían por cada bebida y trago que preparaba.
Me lamí los labios cuando terminé de beber el whisky que aún quedaba en mi vaso, el cual era asqueroso, pero Hyunjin lo había pedido y no se lo iba a negar. Si de todos modos había venido a emborracharme y pasarla bien, a nadie le importaba si me gustaba o no lo que me llevase a la boca. Llamé la atención del cantinero en cuestión y él me sonrió, dejando de sacudir la bebida en la coctelera para volcarla en un vaso y entregársela con rapidez a la rubia cubierta de tatuajes que estaba recostada contra la barra. Se movió hacia mí y rozó mi vaso con sus dedos.
—¿Lo mismo? —preguntó con las cejas alzadas. Miré sus dedos, el pulgar y el corazón rodeando el cristal, sus bíceps rellenándose con el movimiento. Me lamí los labios de nuevo y él sonrió, como si supiera exactamente lo que estaba pensando, lo que estaba mirando y por qué lo estaba haciendo. Pero no dijo nada al respecto, solo siguió esperando una respuesta.
—¿Qué tienes para ofrecerme? —fue mi turno de preguntar, alzando la voz para que me oyera por encima de la música, inclinándome apenas sobre la barra. Su mano se cerró con firmeza en el vaso en esta ocasión, con más confianza y seguridad. Se mordió el labio inferior y luego sonrió.
—¿Cómo te gusta? —inquirió, lamiéndose la boca y luego alzando las cejas, tomando el vaso y alejándolo de la barra. Suponía que estaba hablando de la bebida.
—Algo nuevo, que sea suficiente con probarlo una vez.
El cantinero se rió suavemente y luego me apreció con una mirada divertida, alejándose para comenzar a preparar mi bebida. Sonreí contra mi puño cerrado, porque sí que me gustaba cuando me respondían de forma no tan sutil. Me relajé en mi posición y esperé, aunque de cuando en cuando alzaba la mirada para encontrarlo tomando distintas botellas para mezclar en la coctelera. Hizo una clase de truco que solo los cantineros eran capaces de hacer y sonrió de lado cuando me atrapó mirándolo.
Maldito presumido.
Me enderecé en el taburete cuando noté que se acercaba nuevamente. Esta vez me extendió una copa alta que contenía un líquido de color azul. Alcé la mano para probarlo, pero él levantó un dedo, haciendo que me detuviera, y movió su mano debajo de la barra para luego regresarla con la mitad de una rodaja de limón, para presionarla en el filo del cristal.
—Espero que te gusten las bebidas no tan dulces porque me temo que esto no funcionará en el caso contrario —dijo con una sonrisa. Le devolví el gesto con complicidad y cogí la copa. Me la llevé a los labios y cerré los ojos, dejando correr la bebida por mi boca y mi garganta.
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DON'T STOP『MINSUNG』🔞
Short Story-¿Realmente me has seguido hasta aquí? -susurró alguien a mi lado y yo fruncí el ceño, girándome hacia mi derecha. Abrí los ojos de par en par cuando encontré al cantinero castaño y altamente presumido en el pupitre junto al mío, sonriendo de lado y...