Capítulo 10: Destino.

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Naruto se encontraba plácidamente durmiendo, recuperado se después de aquella bestia pelea o eso parecía, pero dentro de su mente se hallaba frente al zorro discutiendo.

Naruto: ¿Qué quieres zorro?.

Preguntó furioso de brazos cruzados.

Kurama: el quiere hablar contigo.

Dijo con ese misticismo que tanto detestaba.

Naruto: dile que no estoy.

Dijo sin pensarlo mucho.

Naruto: espera, quien podría entrar en mi mente.

Se preguntó sorprendido, mientras Kurama se daba media vuelta, apareciendo un hombre de mediana edad, con rasgos similares a Sarutobi, bestia un saco abrigo blanco, pantalón negro, reposando en sus piernas un bastón que terminaba en la punta con un gran aro, con otros 6 metidos entre este y en la parte inferior un círculo casi perfecto que le faltaba una parte para completar el círculo, como una luna menguante, este bastón era un shakujo , pero a pesar de que era un extraño dentro de la mente del kitsune, este se hallaba flotando con 6 bijudamas debajo de sus piernas, que se hallaban entre cruzadas y sus ojos grises, completamente grices, como si sólo fuera el iris y la pupila, era dos ojos completamente grises con un punto en el centro,  varias líneas  semi curbas rodeaban la pupila y un tercer ojo en su frente, este estaba vertical, a diferencia de los otros dos este era un rojo brillante, pero sobre todo esto era la misteriosa presencia que desprendía, era como si un dios estuviera frente a él, aun si quisiera no podía preguntarle que hacía en su mente, aun si el hombre no lo notaba desprendía una presencia abrumadora que aterraba al pequeño kitsune.

Anciano: te dije que fuera algo más formal, no sólo me tires así.

Dijo ligeramente enojado con la actitud del zorro, girando su cabeza para mirarlo al rostro con una mueca de decepción, para después volver a fijarse en el niño con una amable sonrisa.

Anciano: cordiales saludos, pequeño uzumaki, soy otsutsuki Hagoromo, el sabio de los seis caminos y creador de las bestias con cola que ustedes hozaron en convertir en armas, quiero que te tranquilices, no vengo a herirte vengo a platicar.

Dijo inclinado un poco su cabeza, con los ojos cerrados en señal de saludo, volviendo a su postura regida, mirando fijamente al niño.

Hagoromo: hace un tiempo tuve dos hijos hidra y asura, los dos eran muy buenos niños, pero cuando crecieron se volvieron demasiado distantes, los dos siempre fomentarán la paz, pero sus métodos eran demasiado opuestos, hidra priorizaba sus objetivos, la ley del más fuerte y que si no era capaz de protegerte tu solo, nunca lograría nada, mientras que asura no podía ser más opuesto, siempre queriendo apoyar a todos sin importar que, esforzándose en siempre lograr sus objetivos sin herir a nadie o ayudando a los demás, con una habilidad innata para conseguir aliados y amigos a donde fuera, viendo las cualidades de los dos, sus pros y contras decidí que asura sería mi sucesor, pero lamentablemente su hermano no lo tomó bien, peleando contra su hermano y perdiendo debido a que le había dado mis poderes y todos los de aldea le habían dado su chakra.

Dijo con una mueca de tristeza, agachado su cabeza Con sus ojos cerrados en señal de la tristeza y decepción que lo inundaban, no sólo por la actitud de su hijo, sino también por el echo de que se sentía responsable de aquel terrible final, abriéndolos una vez más al cabo de unos segundos.

Hagoromo: asura ganó y hidra escapó, pero varios años después, pelearon una vez más y los dos murieron, desde entonces los dos han estado reencarnado, hasta esta era.

Dijo con melancolía en su voz, le dolía saber que sus hijos incluso después de morir y reencarnar incontables veces seguían batiendo se en duelos a muerte.

El trato del zorro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora