Capítulo 8: Un Padre Y Un Padrino Arrempentidos hecho

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Había amanecido, los sapos croaban, los gusanos eran devorados y nuestro protagonista dormía agotado en su cama. Habían pasado varios días desde el duelo entre el joven niño y el zorro de 30 metros, pero el niño aún no, había despertado. Actualmente, Naruto aún seguía durmiendo en su cama y en la entrada de su cuarto el sabio de lo sapos, lo observaba con un su maestro longevo sobre su hombro.

Pa: debió haberse sobre esforzado demasiado, para terminar así.

Dijo manteniendo su mirada fija en el pequeño kitsune.

Jiraiya: esto está mal, es solo un niño, no debimos dejarlo pelear contra ese estúpido zorro.

Dijo con gran tristeza y preocupación en su voz, mientras hacía una mueca de tristeza.

Pa: tranquilízate, Jiraiya-chan. Esto no es tu culpa, el iba a pelear con el zorro aún si nos negábamos.

Dijo dándole pequeñas palmaditas en la nuca, en un inútil intento de calmarlo.

Jiraiya: ¿cómo estás tan seguro?

Preguntó con un profundo desprecio en su voz.

Jiraiya: no estuve ahí para el y míralo, no ha despertado en tres días. Sabes lo que es "la gran cacería del zorro" una vez al año todos los habitantes de konoha lo cazaban y lo usaban para practicar taijutsu, ninjutsu y genjutsu, solo porque tiene esos extraños bigotes en su rostro.

Dijo con desagrado en su voz, mientras su mirada se volvía lentamente más oscura.

Jiraiya: nadie quería venderle comida siempre subían el precio hasta el absurdo, Sarutobi-sensei le daba comida cuando podía estar seguro de que nadie se la quitaría a Naruto. cuando llegó aquí ni siquiera sabía algo tan básico como leer a su edad, hubiera estado en una condición peor de no ser por ese jounin llamado Iruka.

De pronto Jiraiya cambio su muesca de tristeza por una sonrisa.

Jiraiya: je, es gracioso si lo miras desde otro ángulo. un completo extraño estuvo ahí para el y no yo.

Dijo con gran tristeza y remordimiento en su voz.

Jiraiya: ¿sabes de quien es la culpa de todo esto?. Es mía, otro discípulo mío, sufrió por mi culpa, lo deje solo en ese nido de serpientes llamado konoha, su padre me pidió que lo cuidara en caso de que algo le pasara y ni siquiera fui capaz de hacerlo por 8 años.

Dijo cabizbajo, con sus ojos cristalinos.

Pa: ya, ya. Está bien Jiraiya-chan, no podemos hablar de esto aquí, hablemos lo con te.

Dijo bajando del hombro de su ex discípulo, empujando lo, para poder cerrar la puerta.

Pocos minutos después el sabio de los sapos se encontraba sentado en la sala de su maestro, con un basó tradicional de té japonés, mirando fijamente el líquido verdusco soltando finas líneas de vapor, mientras su maestro estaba frente a el, tomando tranquilamente su té.

Pa: nada mejor que tomar un poco de té, para calmar la mente y el cuerpo.

Dijo barajando su taza de té, manteniendo su mirada fija en su discípulo, con una sonrisa, para de golpe sacar su lengua, golpeando al sabio de los sapos en su mejilla, como si su lengua fuera un látigo, haciendo lo caer sobre el suelo, alzando la taza de té en los aires, siendo atrapado por el longevo sapo, con su lengua extendida aún, aterrizando sobre la mesa al mismo tiempo que retraída su lengua, todo esto sin derramar una sola gota del té del albino.

Jiraiya: hay ay yai, eso dolió, ¿Por qué hiciste eso?

Dijo enojado con su viejo maestro, cambiando su mueca de enojo a una de miedo al mirar los ojos de su viejo maestro.

El trato del zorro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora