La muestre de sarutobi

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Naruto llegó al lugar junto con sus dos compañeras, pero quedó paralizado al notar lo que estaba pasando. Justo frente a él estaba Hiruzen, una de las personas más importantes en su vida, siendo atravesado por la Kusanagi de Orochimaru. Este último tenía la misma sonrisa macabra de siempre, pero se le notaba un poco de remordimiento por su acto.

El Sannin, al notar la presencia de Naruto, sacó su espada del Hokage, y dio un salto hacia atrás, provocando que el Sarutobi se desplomara. Sin embargo, Naruto logró atraparlo, ignorando la presencia del espíritu de la muerte que se encontraba detrás del viejo Hokage.

Al ver que Naruto lo sostenía, le dio una sonrisa que daba evidencia del dolor que sentía. El rubio lo miraba ya con los ojos llorosos. Hiruzen, al notarlo, le limpió las lágrimas, intentando calmarlo.

Naruto: ¡Resiste, abuelo! ¡Puedo curarte! ¡Te pondrás bien!

Hiruzen: No te preocupes, N-Naruto... Ya no me q-quedaba mucho tiempo des... después de todo...

Naruto: *llorando* ¡NO! ¡No puedes morir aquí, abuelo! ¡Tú...! Tu eres la primera persona que me aceptó como soy...

Hiruzen: N-No digas eso... Tienes muchas personas que... al fin logran verte como... la gran persona que eres...

Naruto no pudo decir nada más. Se sentía impotente. La persona a la que veía como un abuelo estaba muriendo en sus brazos, y no podía hacer nada al respecto. Sin embargo, vio como Hiruzen sacaba un pergamino y aplicaba el poco chakra que le quedaba en él. Pero no lograba invocar lo que quería, ya que no tenía chakra suficiente. Naruto, al ver lo que intentaba el viejo Hokage, puso él mismo un poco de chakra en el pergamino, haciendo aparecer en una pequeña nube de humo el objeto que el Sarutobi quería invocar. Al disiparse la nube de humo, se reveló una espada de mango negro, la cual tenía el filo de la hoja teñida de color rojo, y también tenía grabado el símbolo del clan Uzumaki.

Hiruzen: Era de tu madre... Ella tenía una gran voluntad de fuego... Dijo que si algún día alguien heredaba su espada, tenía que tener una voluntad tan grande e inquebrantable como la de ella... Y creo que tú ya estás listo para empuñarla...

Sin darle tiempo a responder, le puso una mano en su cabello, revolviéndolo un poco. Orochimaru observaba eso en silencio. Si hay algo que él respetaría, eran los últimos momentos de su antiguo maestro.

Hiruzen: Estoy muy feliz... de haber sido... un abuelo para ti...

Al decir esas últimas palabras, la mano de Hiruzen perdió toda su fuerza, cayendo al suelo. El Tercer Hokage, Hiruzen Sarutobi, había muerto. Naruto no podía creerlo, y quería tener algo de esperanza.

Naruto: ¿Abuelo...? Abuelo, despierta... No es momento para una siesta, abuelo... *llorando* Por favor... abre los ojos...

Por la mente de Naruto comenzaron a pasar los recuerdos de los momentos que pasó junto a su abuelo. En algunos se podía ver a Naruto feliz, cuando en los pequeños momentos libres que Hiruzen tenía lo invitaba a comer a su casa, y el rubio sentía como si estuviera en una familia. Recordó los momentos en que lo invitaba a comer ramen en Ichiraku. Luego recordó las últimas palabras de su abuelo. Al recordar eso último, su ira explotó.

Orochimaru estaba mirando esto con una sonrisa falsa, presenciando los últimos momentos de su maestro. Sin embargo, su sonrisa desapareció cuando notó que el espíritu de la muerte a las espaldas del Hokage no desaparecía como se suponía que lo hiciera, sino que comenzaba a ser atraído por el cuerpo de Naruto. Este tenía el rostro ensombrecido, abajo por lo que Orochimaru no podía ver claramente la cara de Naruto, pero su mente fue invadida por una oleada de emociones. El Sannin sentía rabia, miedo, confusión... No comprendía por qué le pasaba esto, pero al ver el rostro del rubio, obtuvo su respuesta.

El trato del zorro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora