_________ suspiró, frustrada, mientras se acariciaba el vendaje de la muñeca. ¡Lo difícil que se le hacía conseguir un taxi! Se preguntó si, quizá, le permitieran llevarse el auto. Agitó la cabeza. Todo ahora era parte de la escena del crimen, inclusive su auto. Se estremeció al pensar que tuvo que disparar. ¿Lo habrá matado? Dejó escapar un gemido. Ella solo había disparado y huido en cuanto lo vio caer al suelo ¿Y si está muerto?
Un golpe de aire frio la hizo temblar ¿Qué hora era? Comenzó a mirar de un lado a otro, pero no veía ni un auto pasar. Debe de ser tarde, desde luego. La nariz le comenzó a molestar. Contuvo la respiración. Al soltarla y volver a inhalar el aire, estornudó. Escuché un pequeño “miau” y retrocedió de golpe. Oh, no. Era alérgica a los gatos. Volvió a estornudar. El gato, uno pequeño y lleno de pelo, se le acercó. Volvió a estornudad. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez.
― ¡No, vete! ¡Vete! ―le gritó al gato. Éste volvió a maullar.
Ella se alejó a grandes pasos pero continuó estornudando. No tardó en descubrir que el gato la seguía. Volvió a estornudar.
― ¡Ay, no!
Se giró de golpe para marcharse y chocó con alguien.
―Epa, ¿qué pasa?
Ella lo reconoció. Oh, no. Justin otra vez. Ella volvió a estornudad. Y otra vez. Y otra vez. Oh, mierda.
― ¿Te sientes bien? ―Justin le tomó el rostro con ambas manos―. Tienes los ojos rojos e hinchados.
―Ese gato… ―le soltó las manos y se tapó el rostro con las manos para estornudar. Lloriqueó―. Soy alérgica a los gatos.
Justin pasó una mano por su frágil cintura y la condujo hasta su auto, un precioso Audi R8 Spyder negro, y la hizo sentarse en el asiento del pasajero. En segundos se introdujo al auto y aceleró. La miró de reojo. ________ seguía estornudando, tenía la nariz y los ojos rojos e hinchados. Le pareció que temblaba. Demonios, no sabía eso de los gatos.
― ¿Estás bien? ―preguntó. Estaba verdaderamente preocupado.
―Yo ―estornudó― estoy ―estornudó― bien.
Justin torció la boca.
―Si, seguro. Te llevaré al hospital.
―No, no me gustan ―estornudó―. Me pondrán ―estornudó― un antibiótico por ―estornudó. Respiró hondo― venas.
―Me parece buena idea ―acercó su mano a la suya y se la acarició―. Vas a sentirte mejor, _______. Es mejor para ti.
_______ volvió a lloriquear.
―No me gustan las agujas.
―Oh, ________. No pasará nada ―detuvo el auto. Luz roja. Ella volvió a estornudar―. Demonios, vamos al hospital. No me gusta cómo te ves.
Y en cuanto el semáforo cambió a verde, Justin aceleró directo al hospital. ________ quería desaparecer. Se sentía tan jodidamente avergonzada que deseaba saltar por la ventana del auto y desaparecer. Volvió a estornudar. Ya no se sentía tan mal, pero la cabeza y el pecho le dolían. Se sentía tan cansada que todo lo que podía hacer era dormir. Cerró los ojos…Que bien se sentía.
Justin aparcó en el estacionamiento y apagó el auto. Miró como ________ dormía. Tenía unas bolsas debajo de los ojos y la nariz roja e hinchada. Él sonrió. De todas las maneras posibles, a él le seguía pareciendo que esa mujer era la más exquisita de todas. Incluso enferma. El corazón le latía fuerte y cálido. Oh, que bien se sentía. Estiró su mano hacia su pequeño rostro y le acarició la mejilla. Aquella suave piel sobre sus dedos le causaba escalofríos.
Estaba obsesionado, era eso. Todo lo que necesitaba era una noche con ella. Una noche en su cama y todo acabaría. Toda aquella obsesión desde hace tantos años se acabaría con una noche disfrutando de ella. Si, era eso. Necesitaba a ________ en su cama. Solo eso…Solo eso…