En una casa a las afueras de un ciudad, vivía una pequeña familia: La madre, el padre y su pequeño hijo de 7 años. Ellos convivían alegremente y pasaban buenos ratos en familia.
Una noche, los padres del pequeño se despidieron como de costumbre, con un beso en la frente y un «buenas noches, hijo». El niño feliz de tener una buena vida cerró los ojos lentamente sin borrar aquella tímida sonrisa que salía por si sola cada vez que sus padres lo despedían todas las noches con ese gesto de amor. Pero algo interrumpió el cálido sueño del niño, un sonido extraño que provenía de la sala... o quizás de la cocina. El niño salió de su cuarto cautelosamente y se asomó a las escaleras, sin bajar por completo. A simple vista, no se veía nada. Hubo un silencio perturbador. Justo cuando todo parecía estar en calma una luz se encendió en medio de la sala y una extraña figura pasó por el centro de esta, arrastrando dos grandes cuerpos: Sus padres. Los ojos del niño estaban asustados por ver que aquella figura se llevaba a sus seres más amados.
La figura desconocida que yacía en la sala tomó el cuerpo de la madre y con sumo cuidado la alzó y la fue estrujando poco a poco hasta que se escuchó el sonido de un «¡Crack!». El cuerpo sin vida de la madre cayó al suelo sin mínima señal de dolor. Luego, tomó al padre. De un jalón de cabello lo levantó por los aires y con sus abismales manos, grandes y delgadas, sostuvo la cabeza del hombre y comenzó a apretarla. «¡Crack!». Se escuchó un estruendoso sonido cuando el padre cayó al suelo.
El niño petrificado, no podía gritar, ni llorar, ni hablar. Tenía tanto miedo... pero tenía aún más miedo que el monstruo lo viera y fuera por el. Así que, se dirigió a su cuarto y cerró la puerta lo más lento posible, se subió a su cama y se arropó con la sábana, apretando los ojos disimuladamente para estar seguro de si el monstruo venía.
En las escaleras, se oían unos lentos pero pesados pasos que llegaban hasta la puerta de la habitación del niño. Ya estaba ahí. El niño se esforzó por parecer los más dormido posible cuando vio a aquella figura deforme y alta asomarse, con los cuerpos de sus padres, por la puerta. El monstruo tomó el cuerpo de la madre y la sentó en una silla, cerca de la cama del niño, mirando hacia el. A sí mismo, tomó el cuerpo del padre y lo acostó en la cama, junto al niño, también mirando hacia el. El corazón del niño latía desenfrenado pero se mantuvo firme y no abrió los ojos.
El monstruo, como último acto, se acostó con el niño y escribió algo en la pared, con la sangre que cubrían sus manos. Espero unos momentos y se bajó, escondiéndose debajo de la cama.
El niño no estaba seguro de si el monstruo seguía allí, así que decidió no tomar riesgos.
Al poco rato, se quedó dormido.
Cuando ya la luz del día atravesaba las cortinas e iluminaba la habitación del niño, todo se podía ver con claridad. Los cuerpos de sus padres ya no estaban, ni tampoco el monstruo. El niño recordó que el monstruo había hecho algo mientras el se estaba haciendo el dormido, así que miró la pared y en voz baja, lo leyó:
«Yo se que no estás dormido»
FIN
ESTÁS LEYENDO
Respira profundo
ParanormalEn medio de la oscuridad, donde tus miedos se apoderan de tu mente y los latidos de tu corazón incrementan, es cuando la presencia que acecha en tu habitación aprovecha para acercarse. Lo desconocido se vuelve aterrador y sabes que ya no puedes esta...