prefacio.

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Entré a mi hogar junto a mi hermano, a ambos nos llegó in mediatamente el delicioso aroma de un pastel de carne recién hecho, sonreí entrando y votando mi mochila mientras que mi hermano cerraba la puerta asegurandose de que nadie nos estuviese observando. Es normal sentir que te observan cuando se hace algo tan "malo", aunque yo ya empezaba a dejarlo de lado al igual que mi padre.

Mire el ceño descontento del mayor, Víctor siempre solía ponerse de esa manera antes de comer, como si le repugnara lo que íbamos a comer hoy. Antes solía pensar que realmente le desagradaba pero después pude comprender que le atemorizada la idea de ser descubierto saboreando ese platillo, su favorito sin duda alguna.

Mi padre nos sonrió, yo sabia que ese pastel no era de cualquier carne; éramos bastante extravagantes a decir verdad y eso solía atemorizar a la gente, pensé que era estúpido el que no pudieran aceptar el hecho de que eramos diferentes a ellos, y que por esa razón debíamos mantener esta peculiaridad en secreto. Me senté a lado de mi padre y de mi hermano, juntamos nuestras palmas y agachamos nuestras cabezas para dar paso a nuestra plegaria.

—Gracias a Dios por el alimento de este día.— Agradeció nuestro padre junto a una sonrisa, tomó su cuchillo y partió un poco de aquel pastel sirviendolo en mi plato.

Podrías estar atemorizado de la forma en que mi familia come, nos gusta como a cualquiera la carne de res o de pollo, no obstante, para mi claro, la mejor carne que podía cocinarse y acompañarse con cualquier pasta o ensalada, era la de nuestros hermanos; la de los mismos seres humanos.

Observe a Víctor nuevamente, llevo a su boca varios trozos de comida con desesperación y su ceño se alivio mientras masticaba dándose su tiempo de disfrutar lo que hoy nuestro padre había hecho con tanto amor y dedicación.

Amaba estos días, masticaba lentamente hasta triturar perfectamente la carne que se atoraba entre mis dientes y danzaba sobre mi lengua degustando mis sentidos gustativos al máximo. Era el mejor de los placeres sin duda alguna.

—Padre, ¿podrías darme una rebanada más por favor?.— Pedí.

—Las que quieras hijo.— Habló mi padre partiendo otra porción; gracias a dios por este sagrado alimento, pensé.


***
_had3s
@_mazapan

capítulo 1 mañana. ❤️

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