epílogo.

2K 245 119
                                    


hola gente :)
primero que nada quiero aclarar que este epílogo NO es canon, es mi versión de la conclusión porque an y yo nunca nos pusimos de acuerdo jejjeje y bueno, quise hace un final improvisado porque me cansé de sus reclamos. como si fuera la primera historia inconclusa con la que se encuentran en wattpad, carajo. 😠

en fin, disfruten porque no escribí de oquis.❤




⚪⚪


El oficial camina de un lado a otro por su oficina, sin saber donde exactamente dejar sus manos, ni sus pupilas. Quizá en el suelo, sobre esa alfombra celeste llena de mugre que nunca se molestaba en barrer, o en su escritorio con el interminable papeleo que no hacía más que fatigarlo con sólo verlo. Cualquier lugar dentro de su espantosa y desordenada oficina sería mejor objeto de apreciación que el desgraciado hombre titiritando sobre la silla.

Qué curioso, pensaba el oficial al verlo, pues estaba acostumbrado a ver a Javier López como un tipo inquebrantable, valiente hasta los huesos, sin oportunidad alguna de doblegarle esa perenne e innata valentía. Y sin embargo, ahí estaba ahora; asustado como la mierda y temblando cual perro chihuahua.

Pero su estado desaliñado no consigue rebajar el enojo que sigue corriendo entre sus venas, tan rápido como corrió Javier hacía una hora hasta llegar a la comisaría, donde trabajaba su mejor amigo. El oficial Bernal se preguntaba cuál fue el verdadero propósito del azabache al llegar, ¿acaso creía que quedaría impune de cualquier maldad solo por haber acudido a él? Pues vaya idiota. Porque Miguel Bernal se prometió a sí mismo que jamás sería un policía corrupto, de esos que volteaban la cara si se violaba a la ley. Ni siquiera si eso implicaba dejar unos años encerrado a su amigo.

—¿Estás consciente del gran pedo en el que te metiste? —le pregunta el castaño, sin intención de mitigar su tono de voz. Está enfadado, con las venas del cuello tan tensas que parecen a punto de salírseles de la piel.

Y Javier se encoge en la silla sin atreverse a mirarlo, como un infante siendo reprendido por la peor de sus travesura. Sí, lo sabe, sólo que no había estado totalmente consciente hasta ahora. Incluso él mismo se pregunta cómo fue capaz de dejarse sucumbir por sus deseos carnales contra un niño, porque incluso si el asunto había terminado mal, no se le reducía el peso de sus intenciones. Que Dios le fuera compasivo, porque había arruinado su vida entera por un desliz.

Por otro lado, el oficial Bernal continúa mordiéndose las uñas. Quisiera ayudarlo, claro que sí, pues pese a todo seguía siendo su amigo de años, pero sus acciones cruzaron todo límite contra sus principios. No cubriría esa falacia. Además, si quisieran ir a revisar la residencia Rose y llevarse al niño por una acusación tan grave como lo es un intento de homicidio, debían tener la verdadera versión de los hechos, implicando, principalmente, explicar por qué estaba un profesor en casa de su alumno.

Una mirada compasiva es lo único que recibe de Miguel antes de que éste desaparezca por la puerta, en busca de otro oficial que le tome su declaración, y le deje ahí, en ese cochinero que osaba llamar oficina. Sin embargo, no tiene ni voz ni ánimos de quejarse ésta vez. No cuando sabe que su reputación, su estatus, su empleo y probablemente hasta su libertad, acaban de desplomarse contra el suelo.

Pobre Javier.

[...]

Y pobre de Víctor, que ha llegado a casa, luego de la larga y agotadora jornada escolar, y no comprende el contexto que se pinta en su comedor.

Hay chorros de sangre todavía espesa y brillante en los azulejos moteados del suelo, como si se hubiera llevado a cabo una guerra de machetazos justo ahí, los muebles están desordenados y los objetos religiosos de la repisa salteándose su trabajo de decoración, esparcidos por el suelo cual canicas. Casi como si se hubieran bajado para acompañar a la dichosa sustancia rojiza.

Family | #CoMPaSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora