He llegado a quererme.

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A veces he llegado a quererme, ¿sabes?
Si, la mayoría de las veces me odio. He pensado que mi atuendo no es el indicado o que soy un cuerpo extraño en este sistema. La mayoría de las veces siento que tengo poco espacio en otras personas. Me preocupa como loco mi cabello desordenado.

Pero he llegado a quererme. De vez en cuando, me veo al espejo y digo: Hala, esto es lo que hay, que cabron más hermoso que eres, te mereces el universo y todo eso que desees.

Aunque el sentimiento recurrente de que gran parte del tiempo no estás donde perteneces es constante, y te da en la puta madre. El sentimiento de que estas perdido entre este mar de gente y que, de alguna manera estás ausente.

Aunque he llegado a quererme, y pienso: epa, niño en cuerpo de adulto, no está mal jugar de vez en cuando a hacerte débil y dejar un instante de ser fuerte. Esta bien que te desplomes y aun así llegues a quererte.

Sin embargo, la absurda búsqueda de compañía para no sentirte solo y desahuciado puede con todo, y sigues con esa manía de buscar amor en manos que jamás se han preocupado por ver con algo más allá que los ojos.

Han sido más las veces que he odiado lo que hay dentro y fuera, esos ojos comunes, y ese corazón para nada inmune. Esa sonrisa torcida y esa razón perdida que no encuentra, en noches oscuras y vacías, una salida. Esa delgadez y esa indiferencia a la muerte, esa estupidez de hacer que nada te importa, para que no vean que te duele. Y aun así, a ratos, he llegado a quererme.

Aflicciones de un poeta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora