Capítulo 4

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-Que está esperando- dijo el maestro enfadado -No tenemos todo el día-

El chico se levantó de su asiento desganado, no tenía ganas de hablar con nadie y mucho menos tener que hablar frente a todo un salón lleno de niños y niñas que nunca había visto en su vida y que probablemente podían burlarse, reírse o inclusive asustarse de el por culpa de sus poderes. Pero hay que mantener la calma, ¿y si no pasa nada? Quizás le agrada a alguien y se hace un amigo, solo es cuestión de estar tranquilo y no asustarse.

Se puso delante de todos con una sonrisa un tanto falsa pero intentando ser amigable para causar una buena primera impresión frente a sus nuevos compañeros.

-Hola...- dijo el infante con un voz un tanto temblorosa pero calmada, como si fuera tartamudo -Me llamo Jess Gutierrez... tengo seis años y he vivido aquí toda mi vida. Soy nuevo en este colegio... me gusta... el frío y la música... tengo un hermano pe...-

El profesor ya casi dormido lo detuvo en seco, le dijo que estaba hablando mucho y que se fuera a sentar, y que no tenía seis años, cosa que provocó que los demás se rieran, pero sus pies estaban pegados al suelo, por lo que no se podía mover. El profesor lo empujó levemente y sus pies se descongelaron, no obstante el hielo seguía ahí, cosa que asustó a todos, pero después se pusieron a reír ya que pensaron que se había orinado, así que el profesor mandó a Jess al baño.

El no sabía si sentirse aliviado o enojado. La parte buena era que no le habían descubierto los poderes y que no había pasado nada terrible, pero todos se van a burlar de el por el hecho de haberse meado encima en el primer día de clases, este día no podía empezar peor.

Se lavó la cara y luego se dirigió devuelta al salón, donde se estaba presentando otro chico, esta vez uno con pelo color negro y con una mirada que expresaba confianza y felicidad, es como si ya conociera a toda la clase y no le importara que se burlaran de el. Jess no le tomó mucha atención a lo que estaba sucediendo y fue a su asiento, donde se encontraba una niña que se empezó a reír de el, pero decidió no decirle nada y sentarse con ella.

Ella lo saludó no tan animada y después separó su silla de el por el tema del orín, aunque no tuviera ni el pantalón mojado ni hubiera un olor cerca de el, únicamente existía el frío que generaba Jess con su mera presencia similar a una ventisca que parecía no provenir de ningún lado pero que en algunos momentos rodeaba al chico.

-Oye- dijo la niña con una voz un poco ronca mientras se intentaba calentar -¿Puedes cerrar la ventana por favor?

Ella era pequeña, aun más que Jess, y parecía amable, pero el no realizó mayor contacto con ella además de un "Si claro" de su parte.

Cuando la comenzó a cerrar vio como la ventana se comenzaba a congelar lentamente, primero se cubrió con una capa de escarcha y luego se iba convirtiendo en hielo. El chico intentó calmarse y logró que el hielo parara, pero la niña se dio de aquello y estaba pálida luego de haber visto el hielo.

-Profesor-

Crónicas del CryokinéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora