Capitulo 1.

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Últimamente Izuna se estaba tomando mucho tiempo para pensar en soledad, mientras observaba vagamente el inicio de su red social favorita, Instagram. En momentos de crisis, cómo el le llamaba ahora a ser intimidado por un gran empresario, se sentía envidioso de no tener una vida normal. Envidioso de las personas que publicaban lo que hacian en el día, como salidas con amigos, salida en familia.

Ya saben, como una de esas personas que se encontraban apenas sobreviviendo con el sueldo mínimo, pero sin tener que preocuparse tanto por eso a su edad, viviendo de los ocasionales caprichos que tenía un joven su edad. Joder, incluso estaría yendo a una preparatoria pública, acostándose con todos los alfas, siendo el chico más deseado, eso hubiese sido demasiado...estimulante, estimulos que tenía prohibido.

Para Madara, su pequeño hermanito omega debía acostarse con un alfa después de contraer matrimonio. Y si simplemente se enterara o encontrarse algún método anticonceptivo entre sus cosas, Izuna sería absolutamente castigado y aquel alfa sería un sacrificio. 

Por eso el menor Uchiha tenía ese tipo de sueños que lastimosamente no serían realidad, había terminado aquellos los estudios necesarios hace años gracias a su padre y su estricta forma de tener a sus hijos preparados para la sociedad.

Ningún estudio impidió que matasen a sus otros hermanos en tiroteos, por eso odiaba a su padre, pero no tenía mucho caso seguir odiándolo si ya estaba bajo tierra. Había sacrificado hasta a su propia familia, silenciosamente pensaba que si no le hubiese disparado un policía, el mismo se habría encargado de matarlo. 

Su madre afortunadamente había escapado de él a tiempo, pero no se los llevó con ella, el miedo hacia Tajima era mayor que el amor a sus pequeños. Aunque su madre nunca quiso abandonarlos, porque los amaba incondicionalmente, Izuna se sentía traicionado por aquella mujer, tenía un rencor que sabía que no debía tener, pero ahí estaba, instalando en su corazón. Por suerte, ella jamás volvió, Izuna no quería odiarla, ni mostrarle su odio. Prefería evitar los sentimientos, mantener alejadas las cosas que lograban inestabilizar sus sentimientos.

No ahondó mucho en esos oscuros pensamientos, debía mantener su cabeza libre de problemas, no quería terminar volviéndose loco recapitulando cada suceso traumatico en su corta vida. No era justo para su hermano, quién lo había cuidado de eso por años, su hermano fue el único que se encargó de mantenerle cuerdo cuando la realidad lo golpeaba.

Pero aún así, un rastro de locura habitaba en su cabeza, por más que quisiese negarla, estaba ahí y no se iba a ir, todos la tenían, solo algunos estaban a un día de caer en ella, otros ya habían caído.

Se tomó un sorbo más de aquel café, antes de dejar la taza de lado y levantarse de la oficina de la "guarida". Tomando una de las pistolas y guardándola dentro de su chaqueta.

Estaba dispuesto a salir después de semanas, y dejar de esconderse como un puto conejo en su madriguera. Le demostraría a ese Senju Tobirama que no sentía ni una pizca de temor a su amenaza, no le tenía miedo a un hombre con un feo traje de negocios, porque todos eran iguales, no se le comparaban y no daban miedo.

Aunque, en realidad se había emocionado un poco. En su casi fantasiosa mente creía que la rata estaría en cualquier momento atacándole por la espalda. Pero no fue así, no sabía si sentirse estúpido, decepcionado o aliviado por eso.

Puede no haber ninguna cosa a su espalda esperando matarlo, pero sus guardias dispuesto a protegerlo sí alguna cosa minimamente sospechosa pasase, aunque todo sea genuinamente tranquilo. 

Finalmente tomó la decisión de hacer lo que tipicamente hacía desde que tomó el mando: encontrarse con pandillas, sonreír, disparar. Y si los demás eran lo suficientemente inteligentes, escapar de la bendita policía.

Muy dificil de conseguir. TobiIzu OmegaVerseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora