____ miraba embelesada las fotos de un modelo francés, un chico que le serviría de inspiración para su próximo libro. Entre la suave melodía francesa que el equipo de música hacía resonar en su apartamento, se coló el tintineo de su teléfono móvil. Arrastró la silla blanca en la que se sentaba hasta la mesa del salón, donde lo dejaba siempre para no distraerse mirándolo continuamente. Sonrió al ver el teléfono de su editora en la pantalla, y pensó, equívocamente, que era noticias sobre la venta de Pretty Love.
—¡Sheila!
—Menos mal que respondes, ____. Tenemos un serio problema, serio de verdad.
—¿Pasa algo?
—¿Algo? Algo sería decir poco. Tenemos una citación judicial para mañana mismo.
—¿Cómo? —Automáticamente apareció en su mente la imagen de aquel atractivo hombre de ojos miel que la había acusado de difamación semanas atrás.
—Un tal Park Jimin ha interpuesto una demanda por calumnias y alevosía.
—Así que se llama Jimin...
—____, ¿Me has oído? ¡Tenemos una denuncia! Por tu libro...
____ salió de su apartamento con la velocidad de un rayo, dirigiéndose a la oficina de su editora. Sheila debía estar histérica y necesitaba decirle que todo iba a salir bien. Tenía claro lo que debía hacer: disuadirían a ese tipo, aunque no resultase tarea sencilla. Podía demostrar que su novela no estaba inspirada en la vida de nadie y, que no tenía en qué basarse para acusarla de nada que no fuera que le gustase o no su novela.
Helen, la abogada de la editorial había trabajado rápido para el poco tiempo que tenían y el resto de la tarde la pasaron revisando la denuncia y las pruebas que Jimin aportaba para acusarla.
—Tienes que reconocer, ____, que si es cierto lo que dice, tu obra parece basada en su vida —dijo la abogada.
—No me importa las pruebas que él aporte.
—Pero pueden llevarte a la ruina, y a la editorial también...
____ se puso en pie y puso las manos sobre la mesa, mirando a su editora y a la jurista.
—Por la forma en la que actuáis da la impresión de que me culpáis... ¡Me parece genial! Puesto que sé el lugar y la hora nos vemos mañana allí.
—Espera, no te puedes ir así.
—¡Oh sí! Claro que puedo, mirad como lo hago.
Esa era la primera vez que alguien la acusaba de nada, y además también era la primera vez que tenía que enfrentarse a algo de esa magnitud: un juicio, ¡y por difamación!
Caminó a paso ligero, cruzando calles, hasta la playa del faro, un lugar que quedaba bastante retirado de su casa, pero un sitio tranquilo y casi siempre desierto.
Se sentó en la arena, entre los matorrales que crecían por allí y respiró hondo. Eran pocas, muy pocas las veces que se sentía de mal humor, y menos aun cuando estaba enfadada, pero ese día tenía ambas. Saber de ese tipo había crispado sus nervios, y aún más al saber de la denuncia y que las dos personas que se suponía debían defenderla, parecían más acusarla.
Se dejó caer de espaldas sobre la arena y cerró los ojos. El sol calentaba en exceso, se acercaba el verano y a ciertas horas era imposible soportar el calor, aun así, ____ no se movió. Disfrutó del sonido de las olas rompiendo en la orilla y de la brisa primaveral que hacía ondear las ramas de la hierba.
Se había concentrado tanto en el sonido del mar y en su respiración que terminó dormida durante varias horas.
Cuando despertó ya empezaba a anochecer y corrió a su apartamento.
La noche pasó despacio. ____ no había logrado pegar ojo ni un solo minuto. El simple hecho de encontrarse con ese despreciable hombre y el motivo por el que debía verse con él eran suficiente motivo por el que quisiera huir lejos, pero ella no era esa clase de personas, y menos aún, teniendo la certeza de que él no tenía razón, por mucho que insistiera en que su personaje estaba basado en él.
Se arregló frente al espejo.
Había sacado decenas de prendas sin saber cuál era la más adecuada para la ocasión. No quería ir demasiado formal, pero tampoco demasiado informal, de modo que se decantó por vaquero ajustado de los que tanto le gustaban, una blusa de color verde grisáceo y unos zapatos blancos. Alisó su larga melena negra y onduló algunos mechones.
Después de maquillarse ligeramente y de ponerse una chaquetilla de lana blanca que llegaba justo por debajo del trasero salió de casa.
Durante la noche había ido recopilando todos los datos que había ido guardando mientras escribía Pretty Love. Los recortes de revistas con fotos de ropa, de modelos, de peinados femeninos. Había impreso el historial de búsquedas de internet, en el que figuraban las fechas en las que lo había hecho. Y, con una caja repleta de papeles, entró en el imponente edificio del juzgado.
Justo al cruzar el arco de seguridad encontró a la abogada y a la editora que la representaban, una visiblemente más nerviosa que la otra, que parecía más disgustada, como si diera por hecho de que ese era un juicio perdido.
—Buenos días.
—¿Buenos días? —Preguntó Sheila al borde de un ataque— ¿Sabes la noche que me has dado? Te llamé medio centenar de veces.
—No lo oí...
—¿Traes algo para tu defensa?
—Lo traigo todo. Todo en lo que me basé para el personaje de Jimin, todo sobre Kook, todo sobre...todos. Además hay una lista de sex shops que visité para que me informaran sobre artilugios...y la lista de locales de ambiente gay en los que me inspiré para los encuentros de Jimin y Kook, algunos no son ni del país. Hay incluso un estudio de iridología para saber qué eran las manchas de los ojos de Jimin...
—Voy a echarles un ojo. Esperad aquí.
Sheila no se acercó a ____, estaba tremendamente molesta con ella por la forma en la que se había ido. Fue a una zona con asientos y esperó allí con un ejemplar de Pretty Love entre las manos.
Realmente no dudaba de la escritora, había seguido de cerca el progreso del libro y confiaba en ella, pero nunca, en sus quince años de editora, había tenido una demanda, sin siquiera una queja. Había tenido opiniones positivas o negativas por los libros que su editorial había publicado, pero nunca una denuncia.
No hizo falta mucho para que Jimin y su abogado llegasen al juzgado, ambos elegantemente trajeados.
El aludido no tardó en localizar a ____ y dejó ir una sonrisa inconsciente al verla. No podía negar que era bonita, ni podía negar que era sexy, ni que le gustaban sus ojos o la mirada arisca que había visto en ella le única vez que se encontraron. Se acercaron a ella con intención de saludar, pero tan pronto como la escritora los vio se dio la vuelta para alejarse de ellos. No iba a ser amigable con el tipo que la había acusado de calumnias.
Dentro de la sala donde iba a celebrarse el juicio, Jimin miraba continuamente a ____, esperando verla humillada por lo que le había hecho, incluso pensaba que la vería nerviosa, pero parecía tranquila, tan segura de sí misma como cuando se enfrentó a ella muchos días atrás.
—¿Señorita Kim____? —preguntó la fiscal, ella asintió.
—Un momento —interrumpió Jimin—, ella no se llama así, su nombre es Nani, Nani Abbott.
Había estado tan ofuscado con esa novela, con esa difamación, que ni siquiera pensó que el nombre de la autora pudiera ser un pseudónimo.
La escritora empezó a reír descaradamente, obligando a la fiscal a llamarles la atención.
—Nani es su nombre artístico —murmuró el abogado.
El juicio empezaba mal para él.
Después de mucho exponer, de muchas acusaciones y mucha defensa, llegó la hora de las pruebas. Jimin aportó el libro y algunas fotografías.
—Y verá usted, señor juez —dijo acercándose al estrado—, ¿Ve las manchas de mis ojos? —El hombre asintió. Jimin cogió el libro frente al juez y buscó en las primeras páginas, donde estaba la descripción detallada del supuesto personaje ficticio— Jimin era atractivo, sus ojos tenían un bonito color miel con pequeñas motas plateadas. Su piel estaba siempre ligeramente bronceada libre de imperfecciones, salvo la pequeña cicatriz en equis que había en su cintura.
—¿Qué quiere decir con eso?
Jimin no dijo nada, aflojó el cinturón de su pantalón y sacó la camisa para mostrar su cintura, donde había una cicatriz exactamente igual que la del libro.
____ lo miraba atónita ¿Podía ser verdad?
Sheila se hacía aire con las manos, como si no pudiera respirar. Miraba de reojo a la escritora queriendo ahogarla con sus propias manos por haber inventado una descripción como aquella, pero pronto llegó el turno de la defensa, y ____ no iba a dejar que su abogada tratase de defenderla con unas pruebas que ella misma conocía bien, de modo que se puso en pie y tras pedir permiso para hablar volcó sobre la mesa del juez la pila de papeles.
—Esto, señor,son las chicas que me inspiraron para los personajes de las ex. Aquí una encuesta sobre qué cicatrices gustan más a las mujeres y aquí las fotos que mostraron. Señor mío, el resultado de esa encuesta es el que usé en Jimin. Tengo pruebas de todo, hasta de los cambios que realicé al original Jimin a medida que avanzaba en la historia.
—Está bien. Puede sentarse. —El juez hizo una pausa mirando aquellas fotos y alzó la vista para mirarles— Por favor, esperen fuera unos minutos para que deliberemos.
Jimin estaba seguro de que iba a ganar el juicio, había demostrado demasiadas cosas como para que ella saliera indemne.
No necesitaba su dinero, él era bastante rico, y lo sería aún más cuando tomase posesión de la herencia que su padre iba a dejarles a él y a su hermano mayor. Lo que realmente quería era verla tan humillada como se había sentido él cuando las chicas con las que salía le llamaron para mostrarle su disgusto por ser gay, la humillación por ver a su padre llamándolo de todo o la humillación que sintió cuando su hermano le dijo que un desviado no tenía derecho a ser su hermano. Sus amigos bromearon con ello y en pocos días, algo que no tenía nada que ver con él, causó que se viera extrañamente solo en ese círculo de confianza en el que ellos parecían saber sobre su sexualidad más que él mismo.
Una hora después salían del juzgado. ____ iba completamente seria mientras que Jimin sonreía de un modo extraño.
—Señorita Kim —saludó el abogado de la acusación—. Enhorabuena.
—Gracias. Lamento que no hayan podido salirse con la suya.
Sheila empezó a reír por la respuesta de la escritora y Jimin se acercó a ellas, tendiendo la mano a la editora como un saludo.
—Siento que tenga que lidiar con alguien como la señorita Kim —le dijo, mirando a la escritora de reojo.
—Es un amor, aunque con este tema haya tenido unos días grises.
—Permítame dudarlo. Señora Gibson —miró a la abogada— Tengan las dos un buen día.
Sin mirar a la culpable de sus pésimos días, golpeó el brazo de su abogado y bajaron las escaleras con dirección a la limusina en la que aguardaba el chofer.
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No soy tu cenicienta (Park Jimin Y TN)
Fanfiction¿Quién iba a decirle a ____que escribir una novela le iba a dar tantos quebraderos de cabeza? ¿Quién iba a decirle a Jimin que su vida daría un cambio de trescientos sesenta grados por culpa de una escritora a la que no conocía? Después de un...