CAMINARON en silencio, uno al lado del otro, de vuelta al apartamento de la escritora, donde él tenía el coche aparcado.
Jimin la miraba de reojo mientras lo hacían. Era más alta de lo que pensaba. Pese a haberla tenido de frente en más de una ocasión no había reparado en su altura. Le gustaba como le caía el pelo por la espalda, aun llevándolo atado en una coleta.
—Si aceptase fingir ser tu novia...Tendremos que establecer un par de normas.
—Vamos ____, ¿Con tus novios has establecido normas?
—No, pero tú no serás mi novio. Solo fingiremos ¿No?
—Relájate, tú tampoco me gustas. No te pediré que te acuestes conmigo si es lo que te preocupa.
Se detuvieron al llegar a la entrada del edificio de la escritora y se quedaron mirándose uno frente al otro. El heredero llevó la mano a la de ella y le quitó el teléfono móvil para apuntar su número.
—Te doy el tiempo que necesites para pensarlo. No te molestaré hasta entonces. Cuando lo hayas decidido sólo envíame un mensaje. Estableceremos las normas después. ¿Te parece bien?
—Si.
El chico cruzó la acera y subió en su coche.
____ se sorprendió de que no hubiera ido vestido de traje como las dos veces que lo había visto anteriormente, y de que no hubiera ido en Limusina sino en un coche un poco más normal.
Cuando arrancó el motor y la miró para guiñarle un ojo sintió como un cosquilleo en el estómago. ¿Qué estaba haciendo? ¿Realmente se planteaba ayudar a alguien que la había llevado a juicio?
Subió a su apartamento a pie, negando con la cabeza por la locura que había pensado.
Pasaba de la media noche, ____ seguía sentada en el sofá, reclinada en el respaldo con las piernas cruzadas sobre el asiento. Manoseaba el móvil pensando en escribir a Jimin y decirle que lo sentía.
Miró al frente, en la estantería donde tenía decenas de libros y fijó la vista en la cubierta de Pretty Love. La editorial había hecho un estupendo trabajo con ese libro. La cubierta era negra, exenta de fotos o ilustraciones, y simulaba la textura de un sofá de piel, con sus botones hundidos y todo. Las letras eran blancas y rosas. Solo con verlo inspiraba pasión, amor. Se acercó para cogerlo sólo para volver a su sitio después. No entendía como inventar una historia así podía complicarle la vida de esa forma.
—¿Si?
—Soy yo, Jimin. ____... —hizo una pausa corta— ¿Dormías?
—No... Últimamente me cuesta un poco conciliar el sueño.
—Lo haré. Lo que me pediste. Lo haré.
El silencio se hizo intenso pero cómodo entre los dos.
—Gracias.
—¿Nos... nos vemos mañana? —él asintió con un sonido nasal— Vale. Buenas noches, Jimin.
—Buenas noches, ____.
Aquella había sido la llamada más extraña que había hecho antes y aun después de cortar la comunicación se sentía nerviosa.
La voz de ese chico sonaba muy diferente por teléfono, más grave, más seria, pero aun así tan sensual como oírla directamente de sus labios.
Después de marcharse a casa no pensó que ella aceptase. Parecía demasiado íntegra, demasiado moral como para aceptar fingir lo que no era. Había grabado su número en su teléfono, pero dio por hecho que ella no le llamaría, al menos no para darle una respuesta que le beneficiase.
Cuando el teléfono empezó a sonar creyó que sería alguno de sus amigos, alguien que llamaba para reírse por lo del libro, pero al oírla a ella le invadió cierta emoción.
Al cortar la llamada no creía que fuera cierto, estaba dispuesta ayudarle.
Terminaba de salir el café de la cafetera y ____ iba a la cocina a por su taza de cristal y brillantes cuando sonó la puerta. Se detuvo en el pasillo, mirando hacia la entrada, pensando en quien podría ser. Al abrir se encontró con su ahora novio falso.
—Buenos días.
—¡Jimim! No te esperaba...
—Lo imagino. ¿Es muy temprano? ¿Interrumpo algo? —preguntó, mirando por encima de su hombro.
—No. Iba a desayunar antes de mirar el correo... ¿Has desayunado? —él asintió.
—No te preocupes, no voy a molestarte más de lo necesario. Vengo para que establezcamos esas normas de las que hablabas ayer.
____ se apartó de la puerta, indicándole que pasase. Era tan extraño tenerlo ahí y que fuera por voluntad propia en lugar de una imposición, tenerlo ahí después de lo que había pasado y después de haber pensado que él era un tipo odioso, pero aún era más extraño pensar que su relación de odio estaba convirtiéndose en una falsa relación romántica... Del odio al amor solo hay un paso.
Jimin parecía tenso, nervioso. Al contrario que el día anterior vestía de traje, como si fuera por negocios en lugar de por una relación amorosa, aunque esta fuera falsa.
La escritora se sentó en el sofá con las piernas cruzadas, esperando que él se sentase y dio un sorbo de café.
—Es una bonita taza...
—¡Gracias! —dijo mirándola—. A mí también me gusta.
El silencio se instaló entre ellos sin que supieran como romper el hielo.
—Había pensado en hacer una cena esta noche —dijo de pronto—, invitar a mi editora, a uno de mis hermanos que está en la ciudad hoy y no sé...
—¿Insinúas que vas a hacer publica nuestra relación falsa?
—¡No! Les diremos que hablamos después del juicio y que te invito a cenar como pago por las molestias, así no sospecharán nada. Porque... ellos no tienen por qué enterarse de nuestro pequeño negocio, ¿Verdad? —Él negó— Entonces hecho. Esta noche cenas aquí —sonrió.
—¿Y las normas?
—Las normas son sencillas. No tenemos relación alguna, por lo que no habrá intimidades entre nosotros. No tenemos relación alguna, por lo que no hay que dar explicaciones ni exigirlas. En todos los eventos a los que quieras ir, fingiré como quieras que lo haga, sin posibilidades de que nos reclamemos nada después. Pero sobre todo, y esto es muy, muy importante, no podemos enamorarnos uno del otro —Jimin sonrió con esa parte— yo no soy mujer para ti y túno eres hombre para mí. ¿Te parecen exageradas? —Él negó— Espera, hice un contrato ayer...
____ buscó en una pila de papeles que había sobre la mesa y le ofreció el documento que había rellenado con todo lo que acababa de decirle.
El heredero leyó los puntos con las explicaciones que había detallada al lado de cada clausula y después de firmar las dos copias, guardó una perfectamente doblada en el bolsillo interno de la americana.
—Entonces me marcho. ¿Nos vemos esta noche? —____ sonrió en respuesta.
El cielo de esa tarde había sido oscuro, y a la hora de la cena había empezado a chispear.
En el salón de su pequeño apartamento no había espacio para demasiada gente, aun así, eran más de siete personas, Sheila, su novio, seis años menor que ella, su hermano, su hermana, las parejas de éstos y ella, y aún faltaba su falso novio.
Ya todo estaba servido en la mesa, y ____ pensó que Jimin se habría arrepentido y no iría, pero sonó el timbre.
Corrió por el pasillo hasta la entrada y abrió con una sonrisa.
—Pensaba que no vendrías...
—Nos desviamos para comprar algo. No podía venir con las manos vacías...
Alzó la mano en la que portaba una caja alargada y se la ofreció. Llevaba una botella de vino de más de mil dólares.
—Dios mío, ¿Has comprado una botella de Screaming Eagle para cenar en mi casa? —Él asintió— ¡Qué desperdicio de dinero...!
Le ayudó a quitarse la americana para colgarla en el armario mientras él miraba hacia el salón.
—Hay algo que he de decirte antes de que entres.Hay más personas de las que pensé...
—No importa... ¿Están todos al tanto de la denuncia? —Ella negó— Entonces creerán que soy tu novio.
—No pasa nada, puedo aclararlo después.
En el salón todos se quedaron sorprendidos por la visita. Sheila no creía lo que estaban viendo sus ojos. Miró a ____ totalmente descolocada, preguntándole con la mirada qué significaba que el guapo millonario apareciera en su casa después de lo que habían pasado con la denuncia, pero ella respondió gesticulando, sin hablar, que se lo contaría más tarde. Los hermanos y cuñados no tenían ni idea sobre un novio, y menos aún sobre uno tan peripuesto. Lo único que ella explicó era que no sacasen conclusiones absurdas ya que él solo era un amigo.
Y, después de las presentaciones sirvió la comida.
Al probar el primer bocado miró a ____ con expresión de sorpresa. Supuso que sabía cocinar, vivía sola y debía alimentarse, pero por alguna razón no esperó ese sabor, delicioso, intenso, inolvidable.
Miró su plato analizando la presentación. Ésta no era como en un restaurante, con todo exquisitamente ordenado, a pesar de ello eran platos hechos con amor, y se notaba.
Se llevó un nuevo pedazo a la boca pensando que eso era lo más delicioso que había probado nunca.
Quizás, por minúscula que fuera, cabía la posibilidad de que ____ fuera mucho mejor de lo que él pensó cuando la vio por primera vez.
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No soy tu cenicienta (Park Jimin Y TN)
Fanfiction¿Quién iba a decirle a ____que escribir una novela le iba a dar tantos quebraderos de cabeza? ¿Quién iba a decirle a Jimin que su vida daría un cambio de trescientos sesenta grados por culpa de una escritora a la que no conocía? Después de un...