𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 7

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Tony observó la prenda de lana que sostenía con sus manos y no podía evitar recordar su navidad pasada. En una suntuosa fiesta acompañado de una guapa chica a la que le cambió el nombre unas tres veces aquella noche.

Siseó con la cabeza al mismo tiempo que una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro y sin esperar más se colocó el jersey de lana con motivo navideño. Se observó tres veces al espejo y acomodó su cabello por milésima vez. Al fin era el día de navidad y su novio estaba sufriendo una especie de histeria navideña.

Se la había pasado horneando todo tipo de dulces con motivos navideños, decorando zonas de la casa que ni siquiera deberían estar decoradas. Sufriendo ataques de pánico cuando se percataba de que alguna luz del árbol no encendía. Tony simplemente se dedicó a abrazarlo y acurrucarlo, reconfortándolo y limpiándole las lágrimas de los ojos.

Para su felicidad y completa dicha, Carlos no había tenido el atrevimiento de volver a aparecerse. Así que nada, el moreno era solo una mancha oscura en sus recuerdos.

Salió de la habitación de invitados donde había estado "durmiendo" aquella semana y bajó las escaleras mientras los villancicos navideños se dejaban escuchar desde el equipo de música del salón principal. Un dulce aroma a jengibre y caramelo se impregnó en sus fosas nasales, lo que guió sus pasos hasta la cocina.

En ella un suave y ajetreado chico se encontraba decorando un pastel navideño. Tony enarcó las cejas al ver la perfecta disposición de la crema y los pequeños adornos en rojo y verde. Su chico era talentoso.

Caminó hasta Peter y hundió sus firmes manos en la cintura del menor, besándole su tibia nuca. El pequeño y delgado chico volteó levemente y depositó un tierno beso en la comisura izquierda de los labios de Tony, para luego volver a su labor decorativa.

Amaba esos besos fugaces que siempre lo dejaban anhelando más. Amaba la suavidad de los labios de Peter y como siempre olían dulce.

"Te tomas esto realmente en serio" Bromeó Tony caminando hasta el lavaplatos y mojando la punta de un paño de tela que anteriormente había estado sobre la gran mesa central de la cocina. Volvió hasta Peter y le sostuvo el rostro con una de sus manos. "Ven aquí dulzura. Tienes glaseado en el rostro"

Peter inclinó su cabeza permitiéndole limpiar su mejilla y Tony depositó un beso al finalizar. Sería un mentiroso si dijese que no estaba encantado con la forma en que todo había fluido esos días. La familia de Peter era adorable y había conectado con ellos perfecta y armoniosamente.

Definitivamente era algo nuevo para él. Jamás se imaginó viviendo una navidad de aquella forma tan hogareña. Viendo a su muy delicado, hermoso y adorable novio hornear galletas mientras conversaba con el padre de este sobre trivialidades de la vida. Pasando las tardes con la familia de Peter, todos reunidos en el salón principal jugando a las cartas, donde Peter demostró cuan tramposo podía llegar a ser; le fascinó.

Tony estaba conociendo lo mejor de sí mismo y todo era gracias al chico de labios rosados y mejillas tiernas. Porque con él todo era brillante y cándido, todo valía la pena.

Peter finalmente terminó, con una soberbia sonrisa triunfal en su rostro. Le señaló el pastel a Tony con ambas manos. Algo avergonzado, con sus mejillas rojas y un mohín enternecedor formándose en sus labios.

"Perfecto bebé. Simplemente perfecto" El menor apretó los labios y sonrió mientras llevaba el pastel a la nevera. Se volteó para mirar a Tony y formó un círculo con su dedo índice y pulgar indicándole a Tony que ya estaba completamente desocupado. El castaño revisó la hora en su reloj de muñeca. Era medio día, tenían tiempo. "Entonces ve a cambiarte de ropa y nos vamos a comprar los últimos regalos".

❁softness boy; starker❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora