Capítulo 3

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Nota: perdón por no haber actualizado en un mes, pero he pasado por varias cosas, incluyendo la enfermedad de mi abuela y la muerte de mi tía. No había encontrado inspiración ni voluntad para escribir y no quería darles un mal capítulo solo por darles algo. Sin más que agregar, aquí les doy el capítulo tres:

JACK, DOS SEMANAS DESPUÉS

    —¿Entonces los vampiros no tienen dos colmillos? —le pregunté a papá.

    —¿Por qué mejor no te acercas y lo descubres por ti mismo? —dijo el vampiro que papá había capturado. Había matado a tres personas en una semana y papá lo rastreó hasta un pueblo en las orillas de Nuevo México para interrogarlo. Hasta ahora no nos había dado información relevante y no había hecho mas que amanazarnos.

    —Tú cállate —le ordenó papá—. Y no, Jack, no tienen colmillos. Tienen una segunda fila de dientes filosos y puntiagudos. Ahora, ¿por qué no nos dices qué están planeando los demonios? —preguntó.

    —¿Me parezco a un demonio, ángel? —la última palabra salió como un insulto.

    —Se te ha visto charlando y trabajando con demonios.

    —Somos amigos, ya sabes, matamos a unos cuantos humanos estúpidos... ya sabes, lo normal —dijo con una voz que me provocó escalofríos.

    —Es todo. He tenido suficiente, ¿Jack? —Extendió su brazo derecho, el que sostenía el machete.

    —¿Q-qué? —pregunté atónito. Quería que yo, yo Jack Novak, quien le temía a las tormentas y aún a mis diecisiete—casi dieciocho—me escabullía en su cama cada vez que había una le cortara la cabeza a el vampiro.

    —Tú quisiste esta vida. —Me miró directamente en los ojos y supe que si no lo hacía no cambiaría su opinión sobre mi y esta vida que había escogido.

    Con un nudo en la garganta tomé el machete de su brazo mientras intentaba no temblar o echarme a llorar. Levanté el machete mientras mi corazón dejaba de latir y mi alma se caía a mis pies; justo cuando estaba apunto de cortar su cabeza él empezó a rogar por su vida.

    —No, no, no, no, les diré todo. Por favor —sus ojos estaban llenos de terror porque ni su fuerza sobrenatural lo iba a poder salvar. Vi la desesperación que corría en todo su cuerpo y mi respiración falló.

    —Jack, si él supiera algo nos lo habría dicho ya —dijo solemne—. Hazlo.

    Sabía de los crímenes atroces que cometió pero en sus ojos sólo vi horror y cuestioné su sentencia. Como un verdugo, levanté el brazo que sostenía el machete y la mirada en su rostro se grabó permanentemente en mi mente mientras tomaba mi primer vida.

    «Él asesinó a muchas personas. Incluyendo niños. Le estás haciendo un favor al mundo. Tú no eres un monstruo, él era el monstruo», me dije en el camino al motel intentando enterrar la culpa y remordimiento que me recorría en las venas.

 Tú no eres un monstruo, él era el monstruo», me dije en el camino al motel intentando enterrar la culpa y remordimiento que me recorría en las venas

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