†Es Hallowen†

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Santiago arrojó su mochila en el asiento trasero de la camioneta, donde también había puesto el rifle; ese halloween lo iba a pasar a su manera. Cuando cerró la puerta vio que lo miraban por encima de la cerca de madera, era Pedro, su vecino: 

- ¡Ey ,Santiago! ¿Vas a salir? -le preguntó Pedro. 

- Hola, sí voy a salir. Voy hasta mi bosque, a ver si me traigo un ciervo. Como sea, vuelvo mañana.

- ¿Qué, quedarte por ahí esta noche? Pero hombre, ¿justo hoy vas a acampar? -Pedro se mostró sorprendido, y apoyó las manos en la cerca para mirar mejor sobre ella. 

- Sí, ¿por qué no? -le contestó Santiago, haciendo un gesto que demostraba su despreocupación. 

- Porque es Halloween, y… pues eso. Mira que no es solo una noche de fiestas o celebraciones, es, algo místico también. No es por nada que le llaman “la noche de brujas”. Y ya que hablé de fiestas, en el club de aquí a la vuelta sale una de disfraces, y va a estar buena porque puede ir todo el que quiera. Qué te parece si vamos a “mover el esqueleto”, ¡jaja! Esa frase es justa para hoy, y, de paso conocemos a algunas muchachas; me reservo a las vampiresas ¡Jajaja! 

- Ya planeé la cacería, y no me gusta cambiar de planes. Bueno, me voy, que te diviertas. 

- Gracias, y tú que caces algo, y después me convidas. Nos vemos. 

Mientras sacaba la camioneta a la calle notó que su vecino aún lo observaba. “Que reverenda tontería eso de halloween”, pensó, pero reconoció que su vecino le decía aquello con buenas intenciones. 

Pronto dejó la ciudad atrás y dobló en un camino bien conocido.  Ya había transcurrido buena parte de la tarde, pero lo que le restaba, con algo de suerte le iba a bastar para cazar una pieza. Conocía tan bien su bosque que podía ir directamente a las mejores partes de los senderos, lugares en los que se escondía a esperar la presencia de las presas. 

Como estaba algo ansioso el camino se le hizo largo. Ya en su destino, la vera del bosque que era de su propiedad, se acomodó la mochila y se echó el rifle al hombro. Iba a empezar su caminata cuando divisó algo. Era un vehículo, un tipo de furgoneta. Resultaba obvio que al vehículo lo habían intentado esconder entre los árboles. ¡Cazadores furtivos en su bosque! Aquello lo enfureció enseguida. Se envolvió la correa del rifle en el brazo ý fue a inspeccionar el vehículo. No había nadie adentro. 

Que cazadores anduvieran en algo así le pareció raro. Dentro estaba muy limpio, sin marcas de patas de perro, y tampoco llevaban una jaula. Pensó que tal vez iban a cazar como él, emboscando a las presas, pero, no se veía ni una funda allí, aunque podía ser que se las hubieran llevado con ellos. 

Al inclinarse sobre unas huellas que partían desde el vehículo hacia la espesura se convenció de que no eran cazadores, pues no eran marcas de botas ni botines, eran, ¿calzado de mujer? Aquello sí que era extraño. ¿Qué andaban haciendo unas mujeres en su bosque?

Avanzó siguiendo las huellas. Los pasos eran cortos, lo que indicaba inseguridad al andar, era gente que no estaba acostumbrada a caminar en el bosque. Pudo seguirlas con bastante facilidad.    Cuando algo resaltó entre los árboles Santiago puso una rodilla en tierra y espió por la mira telescópica del rifle.   Estaban en un pequeño claro, eran cinco mujeres. Se encontraban de pie, tomadas de las manos y formando un círculo.  

Apenas las vio, Santiago dedujo que eran unas locas haciendo un ritual, pero por las dudas avanzó con cautela. Nunca se sabe cómo puede reaccionar un loco. Para él, alguien que hace algo así invariablemente tenía que estar mal. 

†Socorro†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora