Uno

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Era tarde en la mañana y Cielo aún no terminaba de empacar. Su madre seguía repitiendo que llegaría tarde, pero la morocha parecía no querer escuchar. Mientras metía las últimas prendas dentro de la enorme valija roja, varias gotas saltaban de su cabello corto mojado empapando su linda camiseta blanca, la suavidad de éstas la hacían estremecer y de vez en cuando se le escapaba una risita al recordar que pronto estaría viviendo sola, en su propio apartamento y gracias a su único e indudable mérito.
Después de dos años de trabajar como profesora de arte en su antigua escuela secundaria y una vida de ahorros, por fin había recaudado suficiente dinero como para alquilar un pequeño departamento en Italia, más específicamente en Campania, en el municipio de Sant'Agnello. Cielo tenía una beca que hacía eso posible, en una universidad donde podría enseñar y asistir a clases profesionales a la vez. Deseaba con toda su alma vivir el resto de su vida en Italia, siempre lo había anhelado, desde el momento en que su abuela materna le había contado esas hermosas historias de su infancia, esas comidas típicas y esos saludos informales. Ella y su abuelo eran italianos.

Cielo no se podía permitir vivir en las ciudades más populares, pero se encontraba más que conforme con Sant'Agnello. Tampoco estaría tan lejos de su familia y de España, por lo que podría escaparse a verlos de vez en cuando y buscar ayuda si las cosas no funcionaban como ella quería.

—Te espero abajo en 5 minutos. Si no llegas —Laura comenzó a amenazar a su hija mientras bajaba las escaleras. —, entonces te irás sola.

Cielo sabía que eso no era verdad, su madre jamás se perdería los últimos minutos con ella antes de su partida. Por lo que no se preocupó mucho, la ignoro y cerró la maleta. Una vez abajo caminó hasta la puerta arreglándose el cabello ondulado con los dedos, su padre la observaba ya dentro del coche y su hermano Damien le sonreía abriendo la puerta de atrás.

—No sabes lo feliz que me hace saber que ahora tendré dos habitaciones. —bromeó sonriendo de costado. Cielo entró al coche enseñándole el dedo del medio y torció una mueca disgustada al imaginar las prendas sucias de su hermano esparcidas en la totalidad de su hermosa alfombra azul.
Había muchas cosas que la muchacha no podría llevarse con ella a Italia, siendo la alfombra una de ellas. Además, adoraba ese pequeño pedazo de tela peluda, al igual que adoraba a su tía Nora, quien fue la que se la obsequió.

—Apaga esa música Carl, me duele la cabeza. —Se quejó Laura subiendo ambas manos a sus ojos marrones. Su marido le hizo caso y luego encendió el motor del auto, no sin antes darles una última mirada a sus hijos para asegurarse que ambos ya estaban dentro del coche.

—¿Por qué sigues exagerando sobre esto? —Carl miro fijamente a su esposa, buscando entender que era lo que le causaba ese miedo inaplazable. Algo que jamás podría descifrar.
Cielo rodó los ojos y se cruzó de brazos, su madre le tenía miedo a volar. Era gracioso ya que ella ni siquiera iba a hacerlo ahora, pero sin embargo proyectaba su terror en los demás. Y a la vez era extraño, Laura había viajado mucho en su infancia, ella era Argentina y desde muy joven se había ido a vivir a Londres por el trabajo de su padre. Allí conoció a Carl, se casaron, tuvieron a sus dos pequeños y desde entonces lo único que la familia conocía era emigrar de un lado a otro. Pero no porque no estuvieran cómodos, sino por los lazos que mantenían, ambos eran muy apegados con sus familiares y habían criado a sus hijos así también. Mitad en Inglaterra, mitad en Argentina y ellos viviendo en España, era ridículo e incómodo, pero a sus padres les gustaba así, y sus trabajos lo requerían.

—Por favor no empieces con eso, sabes perfectamente que no, no puedo evitarlo Carl. —La respiración de Laura era ruidosa e irregular, estaba alterada y eso comenzaba a irritar a Cielo.

—Mamá ya basta, por favor. —bufo.

—No quiero escucharlo. —La interrumpió alzando una mano al aire y largando una gran bocanada de aire por la boca. La mujer ya sabía lo que se avecinaba, esa conocida charla que Cielo le había regalado tantas veces.

Blue | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora