"El agua es la cosa más suave, y aun así puede penetrar montañas y la tierra..." Lao-Tse.
La realidad nos demuestra que todo aquello que parece inmutable como una montaña con sus miles de años de vida, en realidad no lo es. Al igual que nos demuestra una vez más que las apariencias engañan y no porque algo este dotado de una característica tan amena como la suavidad en realidad no puede ser también erosivo, espero o hasta incluso dañino.
De la misma forma se puede trasladar este proceso de razonamiento a otras áreas o a otros elementos, verbigracia, aquel aire que asfixia según su contenido químico-molecular, si la concentración de oxígeno es muy baja como pasa en las grandes alturas de las montañas, o cuando contiene grandes cantidades de monóxido de carbono.
Al entender esto, o al tenerlo presente y diáfano en la mente podemos atrevernos a hablar sobre las ideas y su alcance dentro del consciente humano. Las ideas en el entorno tienen formas de semillas, una vez concebidas ellas flotan en el saber popular, para ser cultivadas por otras mentes y florecer más allá del alcance o de la expectativa de quien la formulo. Tomemos, por ejemplo, la teoría heliocéntrica, aquella que coloca al sol y no a la tierra como centro del universo conocido, pensada y propuesta por primera vez en la historia por Aristarco de Samos (310 a.c. - 230 a.c.) quien fundo las bases teóricas sobre la cual Nicolas Copérnico (1473-1543) formulo su teoría heliocéntrica del sistema solar, unos mil setecientos años más tarde, a partir de la cual se comenzó a combatir oficialmente el modelo geocéntrico del momento, aceptado y defendido por la iglesia católica quien en ese momento había adoptado los presupuestos aristotélicos del mundo antiguo, donde Aristóteles había integrado este modelo geocéntrico con tal coherencia que hacía sumamente difícil combatir en su contra racionalmente y es la razón por la cual este modelo permaneció vigente por dos mil años.
Si bien en este momento y periodo no se instauro una batalla abierta entre la iglesia y el modelo copernicano, no fue sino hasta los tiempos de Giordano Bruno que la guerra entre paradigmas estallo en su forma más fría y cruel.
Giordano Bruno (1548-1600) fue el siguiente en portar y promulgar el estandarte confeccionado por Aristarcos y Copérnico, incluso fue mucho más allá de ellos proponiendo la idea de que el sol no solo es el centro del sistema solar, sino que es también simplemente una estrella y que el universo debía contener un infinito número de mundos habitado por animales y seres inteligentes. Estas afirmaciones despertaron el desprecio dentro de la iglesia católica quien a través de la inquisición acusando a Giordano de hereje por sus ideas anti dogmáticas. La inquisición terminó por ejecutarlo ocho años más tarde al quemarlo vivo en una hoguera publica en el año 1600. La razón de su condena a muerte no fueron sus ideas o su fuerte oposición a la iglesia, Dios, Jesús, y la virgen. Se le había concedido el perdón siempre y cuando Giordano se retractara de ellas, principalmente aquella que sostenía la existencia de otros mundos. Giordano Bruno falleció por mantenerse fiel a sus ideas y por defenderlas.
De esta manera podemos evidenciar como algo tan simple y natural como una idea puede convertirse en una semilla capaz de prosperar a través de las generaciones e impulsar corrientes tan fuertes que son capaces de moldear una era.
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Micro ensayos entregados a la Facultad de Filosofia y Letras de la U.B.A
AléatoireA continuación, les presento una serie de trabajos realizados para el seminario de escritura artística dictado por El Laboratorio del Poeta dentro de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Esta entrega consta de cinco...