Una noche

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Kirishima Hiyori no podía decir que era infeliz.

Tenía todo lo que una chica podía desear. A pesar de no tener una mamá, Hiyo no la extrañaba. Porque, a fin de cuentas, no puedes extrañar lo que nunca has conocido. Tenía amigos que amaba, a la abuela que siempre la aconsejaba y enseñaba, y además de eso a su papá y a su onii-chan.

Hiyo creía fuertemente que era afortunada de tener al mejor papá del mundo. Ella sabía que tan duro trabajaba todo el tiempo para que ella pudiera tener una vida mejor. Pero el hecho de que él trabajara duro, no quería decir que se sentía sola. Sí, a veces la entristecía no poder comer en las noches con su padre, y le extrañaba muchísimo. Pero hace mucho tiempo había decidido apoyar a su padre en todo lo que pudiera, a pesar de su corta edad. Por eso, aprendió a hacer las tareas de la casa a temprana edad.

Luego había aparecido Yokozawa nii-chan. Era un amigo de su papá y trabajaban juntos en la editorial. Aunque Hiyo creía que su onii-chan no era un editor como su papá, más bien trabajaba en otro departamento. Yokozawa entró a su familia para quedarse. Hiyo siempre había querido un hermano mayor, a pesar de que su onii-chan tenía edad suficiente para ser una figura paterna en lugar de fraternal...

Le quería muchísimo. Sip, Hiyo era feliz.

Aun así había días en los que la tristeza la alcanzaban. Recordaba el día en el que había logrado sacar los mejores resultados en los exámenes semestrales de la escuela. La profesora la había alabado frente a toda su aula. Había estado orgullosa de su logro y no podía esperar a contárselo a su papá y a su onii-chan.

Pero al llegar a la casa en la tarde, Hiyo se había encontrado a su abuela. Solo a su abuela. Y eso solo podía significar una cosa: su papá iba a trabajar hasta tarde. La decepción había recorrido el cuerpo de la niña, pero como siempre, había entendido la situación. Su abuela le había llevado a comer helado, ya que había notado que la niña estaba un poco decaída. Había comprado el sabor favorito de Hiyo, y se habían sentado a comer. Luego de unos minutos de silencio, su abuela le había preguntado:

— Hiyo, ¿pasa algo?

La pequeña Kirishima había salido de sus pensamientos lo suficiente para decir:

— ¿Eh?
— Te noto triste. ¿Pasó algo en la escuela?

Hiyo se lo había pensado un rato antes de responder. No quería que su abuela pensara que era una inmadura por ponerse triste por tan tonta razón.

— No pasó nada abuela. Hoy me dijeron que había obtenido los mejores resultados en los exámenes semestrales.
— Ah, pero ¡es genial mi niña, Felicidades! —había exclamado su abuela emocionada.
— Si, gracias. Pero quería decírselo a papá y celebrar con él.
— Ah —había respondido su abuela comprensiva —pero él hoy tenía que trabajar.
— Ya lo sé...Y lo entiendo. Pero no puedo evitar sentirme...decepcionada.
— Hiyo cariño, escúchame bien. Los sentimientos, no tienen ni pies ni cabeza. Puede que comprendas algo lógicamente, pero no quiere decir que puedas decidir cómo sentirte al respecto. Es normal que te sientas así.
— Ya... pero lo último que quiero es causarle algún problema a papá —había dicho Hiyo en un suspiro— Voy un momento al baño.

La niña había ido al baño a hacer sus necesidades antes de lavarse las manos, y al salir, había visto a su abuela esperándola.

— Acompáñame un momento a la tienda, a comprar las cosas de la cena de hoy.
— Si abuela —le había respondido Hiyo sin ánimos.

Se habían pasado más de una hora en la tienda hasta que la abuela había decidido que ya lo tenía todo. Luego habían tomado un taxi hasta su apartamento.

El diario de Hiyori.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora