Conflicto

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Ethan se encontraba ya a la salida dentro de su automóvil, de brazos cruzados viendo fijamente el volante mientras pensaba. Pensaba en una chica.
Era muy bonita. Cabello negro teñido de castaño claro, una piel tostada reluciente salpicada por un par de lunares distribuidos arbitrariamente en su carita redonda. Sus ojos eran almendrados, casi rasgados debajo de unas cejas rectas poco pobladas, su nariz pequeña, estrecha y respingada terminaba en una especia es bolita que la hacía ver adorable y finalmente una sonrisa amplia, alegre y contagiosa brillaba como complemento perfecto y armónico en su rostro.
Era bajita, 1.60 cm máximo, complexión delgada pero atlética.
El muchacho se preguntaba constantemente por qué le llamaba la atención alguien tan ordinaria. Y más aún, ¿Por qué ella no se interesaría en él?
Entonces súbitamente recordó a Lee hablando con aquella chica. Se le revolvió el estómago y sintió los celos más intensos que había sentido (principalmente porque nunca había tenido celos, jeje).
 El sonido de las gotitas de lluvia rompiendo contra el parabrisas lo sacaron de sus pensamientos.
Decidió encender el auto para posteriormente marcharse a su casa.
[...]
Riley por su parte se estaba preparando ya en su casa para salir con su novio. Un sujeto estúpido e inútil que Sophia desaprobaba rotundamente, pues había visto a su amiga llorar por su causa. Una relación tóxica a más no poder de las dos partes, ¡Qué romántico!
Cuestión, la había invitado a comer hamburguesas o alguna comida chatarra como de costumbre y pasó por ella tarde, como siempre. Al regresar a casa ya habían tenido otra pelea. La implicada estaba de tan mal humor, tan colérica que llamó a sus amigas casi llorando de rabia para contarles lo que había pasado (el sujeto se le quedó viendo a una mesera con demasiada atención).
Tess le decía que escuchara a su corazón mientras que sophia le decía exaltada que era un cretino y que no merecía ser tratada así, cosas normales.
[...]
En un minuto de lucidez decidió llamar a su novio y terminar con él. Se sintió aliviada, ligera como pluma pero con un poco de culpa, pues ya llevaban cinco años juntos (en los cuales ya habían terminado alrededor de 20 veces por motivos variados).  Acto seguido le colocó el arnés a su perro obeso, le ajustó bien la correa y salió a pasearlo suprimiendo sus ganas de llorar.
Caminaba desganada con Miguel, que parecía entender la situación y la compadecía caminando lentamente a su lado más tranquilo de lo normal, chillando de vez en cuando al verla.
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Ahora sí viene lo chido c:<
Gracias por leer btw :c ♥️

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