Querido Aiden:
Tocaste el timbre de mi casa buscando a mi hermano, mi madre no estaba y mi hermano no estaba disponible para abrirte, tuve que hacerlo yo. Estaba tan nerviosa. Me miraste unos segundos y luego bajaste la cabeza, esos escasos segundos me bastaron para notar lo aguados que estaban tus ojos verdes. Preguntaste por mi hermano sin mirarme y yo te hice pasar sin mirarte.